24/2, a las 11 de la mañana

Domingo de Sexagésima

 

 

Es prudente y santa costumbre no confiar nunca

 en acción alguna vuestra.

 

 

oyó palabras arcanas

que no le es lícito al hombre pronunciar

 

 


 

la humildad: una de las virtudes esenciales en los instrumentos extraordinarios 

 El conocimiento del la Ley de Dios, la Gracia, los Sacramentos y sacramentales aumentan la capacidad del hombre para llevar a cabo acciones santas y justas 

 Es necesaria la sinceridad. Ser lo que se es y nada más. 

 arrebatado hasta el tercer cielo... oyó palabras arcanas que no le es lícito al hombre pronunciar.

 Es bueno decir humildemente: no me induzcas en tentación, sino, antes bien, sálvame del Maligno 

 mas vosotras, ya lo sabéis: el motivo es porque no os ensoberbecéis.

 


 

Me dice Azarías (El nombre de "Azarías", llevado por más de veinte personajes bíblicos, en hebreo (Azahryáh), significa "Dios socorre"):

"Ven, oigamos juntos la Santa Misa. La liturgia de hoy, si bien se refiere a todos, lo hace propia y particularmente a vosotros, instrumentos extraordinarios de Dios.

Al tiempo que cantan los hombres en la Tierra y los ángeles en el Cielo, consideremos las enseñanzas de la Santa Misa de hoy aplicándolas de un modo especial a vosotros.

¿Oyes? "¡Oh Dios que ves cómo no confiamos en acción alguna nuestra, concédenos propicio vernos defendidos de toda adversidad por la protección del Doctor de las Gentes".l

 

la humildad: una de las virtudes esenciales

en los instrumentos extraordinarios

 

He aquí, pues, la humildad: una de las virtudes esenciales en los instrumentos extraordinarios, expuestos más que ningún otro, confundiendo la Fuente con el cauce, a caer, al ver lo que son, en el pecado de orgullo. Un río no debe gloriarse ni gozarse de su cauce sino de su fuente, ¿no te parece? Sin ella, inexhausta en darse, el río se secaría desapareciendo el cauce. El río debe, pues, reconocer que es la Fuente la merecedora de alabanza y de agradecimiento.

En el espíritu justo, y especialmente en el del instrumento extraordinario, debe anidar siempre la convicción de que, al ser Dios para él fuente, él es, en consecuencia, cauce. Así pues, lejos siempre de pronunciar la demoníaca frase: "Yo soy", que es la causa perenne de todo mal.

Dios únicamente es. Sólo El puede decir: "Yo soy. Soy por Mí mismo". Todos los demás son porque El los hace ser. Los instrumentos son porque El los hace tales. Por su propia virtud nada son y nada serían jamás.

Es prudente y santa costumbre no confiar nunca en acción alguna vuestra.

Las acciones del hombre, si tan sólo se hicieran por su propia capacidad, serían siempre limitadas e imperfectas en sumo grado.

 

El conocimiento del la Ley de Dios, la Gracia, los Sacramentos y sacramentales

 aumentan la capacidad del hombre para llevar a cabo acciones santas y justas

 

El conocimiento del la Ley de Dios, la Gracia, los Sacramentos y sacramentales aumentan la capacidad del hombre para llevar a cabo acciones santas y justas. Los dones gratuitos de Dios hacen, sí, ciertamente, que estas acciones alcancen a ser extraordinarias, sobrepujando las facultades ordinarias del hombre y del creyente para conseguir poderes por cima de lo corriente. Mas el hombre no debe envanecerse de ellos, antes recibirlos con un alma humilde, obediente y adorante, no exigiéndolos ni echándolos a perder con el deseo de aumentar su magnitud con los harapos que ofrece el padre de la mentira y de la Soberbia, el cual los presenta con arte sutil y sonrisa tentadora. ¡Oh, nunca jamás coloque el instrumento extraordinario sobre el metal precioso que Dios le proporcionó, viles y pobres guiñapos para hacerlo aparecer más grandioso! ¿Os podéis imaginar un diamante, diminuto, pero de luz purísima, recubierto de capas de simple cristal? Parecerá y será más abultado, pero el cristal verdoso colocado en capas superpuestas sobre la perla, hará que disminuya la luz haciendo que aparezca ésta como la de un cristal cualquiera.

 

Es necesaria la sinceridad. Ser lo que se es y nada más.

 

Es necesaria la sinceridad. Ser lo que se es y nada más. Tú alma que me has sido confiada, sabes muy bien cuántas veces seduce el Tentador proponiendo hacer comedias, revestirse de oropeles para provocar la admiración y aparentar aún más todavía. ¡Este es el gran peligro! Sólo quien sabe resistir y ser lo que Dios le hizo, y nada más, conserva el don y continúa siendo instrumento. ¡Con qué temblor te he visto tentada muchas veces! ¡Y con qué alabanzas de gloria he bendecido al Señor y dado gracias a la Corte celestial por haberte ayudado a resistir cuantas veces te vi salir de la prueba, agotada y doliente, si bien más madura y vencedora!

El ángel del Señor es como un jardinero que cuida de una planta preciosa. Desde que ésta nace hasta que madura... siempre vigilante y temblando por los vientos, los hielos, las tempestades, los parásitos y roedores. Su completa paz angélica la llega a reencontrar el ángel cuando retorna al Cielo tras haber recolectado el fruto de la planta arrancándola de la Tierra, yendo acompañado del alma que logró llegar salva hasta el final. Entonces, con una explosión de júbilo, va al encuentro de sus hermanos para decirles. "¡Mi alma se ha salvado! ¡Ya está en la paz con nosotros! ¡Gloria, gloria, gloria al Señor!".

Así pues, reconocimiento humilde e ininterrumpido de vuestra "nada" y súplica constante a los bienaventurados ciudadanos del Cielo en demanda de su auxilio, lo mismo que la Comunión de los Santos invocada como ayuda por los militantes y, en especial, por aquéllos que, debido a su particular condición, se encuentran, es cierto, más expuestos al Sol Eterno, pero, al mismo tiempo, más expuestos también a las tempestades que desencadenan Satanás y el mundo. Las tempestades descargan sobre las cumbres solitarias...

 

arrebatado hasta el tercer cielo...

oyó palabras arcanas que no le es lícito al hombre pronunciar

 

La segunda enseñanza de la Liturgia de hoy, especialmente dirigida a vosotros, instrumentos extraordinarios, aparece comprendida en las palabras de Pablo, Doctor de las Gentes, el cual "arrebatado hasta el tercer cielo... oyó palabras arcanas que no le es lícito al hombre pronunciar".

Vosotros no habéis sido arrebatados al tercer cielo y, con todo, oís palabras arcanas que, si se os dan, es para que vosotros, a vuestra vez, las deis. Estáis, por tanto, muy por debajo de Pablo y, a pesar de ello, oís las palabras de aquél que mereció ser arrebatado a una altura en la que se le comunicaron los secretos y misterios de Dios. El confiesa haber sido abofeteado por un ángel de Satanás y, justificando al Señor de haberlo permitido, aduce las razones de bondad que le movieron a permitir el asalto satánico. "A fin de que la grandeza de las revelaciones no fuesen en mí motivo de soberbia, me fue dado el estímulo de la carne, un ángel de Satanás que me abofetee". Reconoce ser todavía hombre, esto es, sujeto a tentaciones satánicas. No dice: "Yo, que estuve en el tercer cielo, soy un serafín intangible". No, sino que con humildad confiesa ser un hombre asediado por Satanás y comprende que, a despecho de cuanto él recibió, esto sirve para mantenerle en humildad. Y os indica la medicina con la que podéis veros libres: "Tres veces pedí al Señor que lo alejase de mí".

 

Es bueno decir humildemente:

"no me induzcas en tentación, sino, antes bien, sálvame del Maligno"

 

Es bueno decir humildemente: "no me induzcas en tentación, sino, antes bien, sálvame del Maligno". Lo dijo el Santísimo Señor Jesús, el Inocente, el Hijo de Dios. Deben decirlo todas las criaturas que creen en el Dios Uno y Trino, Santo, Bueno, Padre de los hombres. No es nada bueno querer hacerlo todo por sí para rechazar a Satanás, pues ello entraña presunción. La presunción es soberbia y la soberbia la maldice Dios.

Invocad, invocad al Señor Bendito, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; invocad a los celestiales coros de los santos y de los ángeles. No hay defensas que valgan contra el odio de Satanás. Y ellos, la Trinidad Bendita y todos los habitantes del Cielo, no pretenden sino ayudaros en esta lucha contra las potencias infernales en la que están enfrentadas: la parte inferior por un lado y la parte superior y las Potencias celestiales por el otro.

Y para consuelo de la comprobación penosa de vuestra impotencia a ser intocables por Satanás que, movido por la ira, os abofetea y lo hace precisamente porque no puede arrastraros a donde él quiere, oíd la respuesta que da el Señor al apóstol desconsolado por las bofetadas del Mal: "Te basta mi gracia, ya que mi poder se deja sentir mejor en la debilidad".

 

mas vosotras, ya lo sabéis: el motivo es porque no os ensoberbecéis.

 

No tenéis que pretenderlo todo, almas elegidas para lo extraordinario. Tenéis el cielo y debéis soportar el Infierno que, si se os presenta, es para aterrorizaros; mas vosotras, ya lo sabéis: el motivo es porque no os ensoberbecéis.

Así pues, conociendo que nada sois; sabedor el mundo de la nada que sois y viendo que cumplís altos ministerios y que, según la doctrina de que lo que oís es para da, os remodeláis en perfección y "mejor se hace sentir (mejor se manifiesta) el poder de Dios que acude en socorro de vuestra debilidad".

¡Arriba, pues, almas carísimas que sabéis convertir en gracia y santificación los dones extraordinarios! Cantad con el apóstol: "Gustoso, pues, me gloriaré de mis enfermedades a fin de que habite en mí la virtud de Cristo".

¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo! ¡Gloria a Jesús por quien todo fue hecho! ¡Gloria eterna por las obras maravillosas de Dios!".

Y mi Azarías, que me ha hablado con una dulzura excepcional, me saluda sonriente y calla...

 

25/2/46

Al despertar a las 7,25, pues únicamente de mañana he podido dormir, tengo ya presente a San Rafael. A diferencia de ayer, que en el momento de la Comunión estaba junto con Nuestro Señor, esta mañana está solo. Así pues, el primer acto de los sentidos y del pensamiento, al salir del sueño, es la visión y contemplación y saludo al ángel querido que me sonríe e invita a dar comienzo a mi labor sin atender al cansancio que me abate. Y, tras saludar, se ausenta...

11-13

A. M. D. G.