9/6/46
Domingo de Pentecostés
Las diferentes Epifanías del Señor
la oración verdadera
Ver a Dios quiere decir fijarse en sus acciones aún en aquéllas que los pecados no advierten.
El Espíritu del Señor abarca todo el mundo
La oración... ¡oh!, te quiero traer un ejemplo de lo que es la oración verdadera
Volvamos a considerar esta manifestación del Espíritu Paráclito.
Dice Azarías:
"¡Gloria al Paráclito Divino! ¡Gloria! ¡Aleluya! Celebremos juntos sus alabanzas en esta su Epifanía de amor considerándola en su preparación, en su forma y en sus efectos.
Si el hombre supiese amar, entonces vería, comprendería y reflexionaría
conforme al grado de amor alcanzado por su alma
Generalmente la limitación humana considera una sola Epifanía del (...) (Aquí hay una palabra que en el manuscrito autógrafo resulta indescifrable) y una sola de Dios, que es la de Cristo. Verdaderamente el hombre no sabe ver, reflexionar ni comprender. Si el hombre supiese amar, entonces vería, comprendería y reflexionaría conforme al grado de amor alcanzado por su alma.
Cuanto más el hombre se da y abandona al amor para ser envuelto abrasado y destruido a fin de ser construido con nueva forma, encendido para arder y con ello honrar y santificar llevando entre los hermanos el ardor del horno inmenso en el que la criatura se transforma en serafín porque penetra verdaderamente en Dios, en el Tabernáculo ardiente que es Dios –el Operador del que todo procede, el incansable que realiza todo, el Perfecto, el Completo, el Santo, el Poder, la Sabiduría, la Luz, el Pensamiento, la Palabra, el Amor, la Vida, la Gracia, el Confirmador de la Gracia– y así el hombre tiene más capacidad de ver, de reflexionar y comprender porque posee la sabiduría. El amor es sabiduría. La sabiduría es fuente de virtud. Nunca el amor, esto es, la sabiduría, se halla separado de la santidad, antes, al contrario, es siempre promotor de la perfección porque mueve al hombre a realizar obras fecundas, y las obras fecundas y constructivas son siempre obras de amor. Como peldaños de una escalera áurea, tales obras lo elevan cada vez más hacia el Cielo y, cual alas que se robustecen con el vuelo, toda obra de amor es vuelo que tiende al Cielo, y dichas obras se hacen cada vez más amplias, santas y gozosas, superando a la propia complacencia que experimenta Dios al obrar.
El hombre, compenetrado con el Amor, se apropia, diré así los sentimientos del amor y, con el Amor Trino y Uno, vuelve a crearse a sí mismo, redime a los otros además de a sí mismo, gozándose en crear y redimir; y, aun siendo activo sobre toda medida su obrar en las dos formas de la caridad: adoración a Dios y amor al prójimo, adquiere, mediante el éxtasis dulce, continuo y continuamente percipiente, con las luces sapienciales de Dios en el que se halla inmerso, una majestad profunda, equilibrada, tranquila y solemne que se trasluce de la unión sobrehumana con lo Divino.
En una palabra: estando el hombre amando y viviendo con su espíritu en la Santísima Trinidad, toma del Lugar donde habita los modos y los afectos y, por tanto, el amor activo, contemplativo y gozoso, y asimismo: Luz y Sabiduría junto con la facultad de ver, recapacitar y comprender.
Ahora, por lo que te digo, por la Luz que te traigo, por el ardor que te infundo, quiero que te fijes conmigo en los conocimientos superiores que el hombre, de ordinario, no contempla y que tú veas cómo es Dios, el Multiforme e Igual, el que se completa en Sí mismo pero que no supera por prevalecer Una de sus partes sobre cualquiera de las otras porque el prevalecer y el deseo de prevalecer es ya egoísmo y Dios no conoce egoísmo porque en Dios hay Obediencia en el Hijo, adhesión en el Espíritu a brillar junto al Poder del Poder del Padre, mas nunca espíritu de querer aventajar Uno con ánimo de desvalorizar las acciones de los Otros Dos.
Ver a Dios quiere decir fijarse en sus acciones aún en aquéllas que los pecados no advierten.
Ver a Dios quiere decir fijarse en sus acciones aún en aquéllas que los pecados no advierten. Y ver quiere decir asimismo darse cuenta de que a las Epifanías de Cristo que el Santísimo Señor Jesús ya te explicó, se corresponden las precedentes Epifanías del Padre y las también subsiguientes del Espíritu.
La primera vez que el Padre se manifiesta es en la Creación. Epifanía inmensa del Poder que, de la nada, lo hizo todo porque el Todo puede hacer las cosas de la nada mientras que la nada, el no ser, no puede por sí formarse ni formar.
Respuesta para los soberbios negadores de Dios es lo que mis ojos ven, lo que innegablemente ven, así como la impotencia que su soberbia no puede menos de constatar, de no poder crear de la nada ni una hebra, ni una sola hebra de hierba. No es en modo alguno crear lo que ellos hacen con instrumentos, fármacos, nuevas cruces de metales, plantas y animales. Eso es trabajar sobre materias preexistentes. Crear es cuando de la nada se obtiene este todo que os circunda, este firmamento con sus planteas, estos mares con sus aguas, esta tierra con las plantas y los animales que la pueblan, estos hombres salidos primero del polvo transformado por Dios en hombre, este hombre creado que se halla vivificado por una vida limitada, mas también por otra vida eterna, con un espíritu provisto no sólo de instinto sino también de inteligencia. Esto es crear. Y el Creador se manifestó en el crear. Esta fue la primera Epifanía de Dios puesta como un radiante sol al inicio de los tiempos para no ofuscarse más, nunca más.
¿Qué organismo hay que, una vez formado, dure eternamente? ¿Qué cosa que no conozca dispersión, ofuscamiento, disgregación, descuido y muerte? Los astros, y hasta el supremo sol, día llegará en que ya no existirán. Los continentes no son ahora como lo eran cuando la Tierra fue creada por Dios. Las dinastías perecen. De los grandes que existieron, muchas veces se ignoran sus nombres al recubrirlos el paso de los siglos con el polvo olvidadizo del tiempo. En cambio la Epifanía del Creador y Padre es y será porque con los resucitados del Último Día quedará la parte superperfecta de la perfecta, esto es: los Vivientes, los Hombres, los eternos.
¿Te asombras, alma mía? ¿No te parece exacto llamar superperfectos a los condenados? Ellos serán la perfección del Mal y allá abajo, en el reino del Rebelde que no quiso doblegar su espíritu en adoración ante el Perfectísimo pretendiendo ser dios en el puesto de Dios, serán un testimonio del poder de Aquél a quien él quiso tratar como a un igual y de lo que puede como Creador y como Juez: hacer de la nada, no sólo vivientes sino eternos, no sólo animales sino dotados de espíritu y juzgarlos con todo lo que son, dando a este todo que fue rebelde lo que mereció y manteniéndolos vivos por los siglos de los siglos, mientras que todo lo que fue creado conocerá la muerte, y teniéndolos apartados en el reino que ellos libremente para sí eligieron.
la primera Epifanía del Creador y Padre permanecerá, aún más allá del tiempo,
en esos Dos Reinos que no conocerán término: El Paraíso y el Infierno,
Como tú misma vez, la primera Epifanía del Creador y Padre permanecerá, aún más allá del tiempo, en esos Dos Reinos que no conocerán término: El Paraíso y el Infierno, para recordar siempre a cada uno, según sea su condición que Dios existe y que se manifestó como tal desde el primer día creativo. Recuerdo luminoso y feliz para los ciudadanos del Cielo y recuerdo de castigo para los del Infierno; mas para ambos, incancelable aún después de que todo haya sido cancelado, a excepción de ambos reinos.
A las manifestación creadoras siguieron las otras manifestaciones de la Primera Persona a los patriarcas de los primeros tiempos hasta la segunda en potencia que fue la manifestación del Sinaí y hasta la tercera, la del Jordán, que fue completa al estar presentes en ella las Tres Personas y hasta otra más, destinada a conmover a los Gentiles y Judíos, mejores aquellos que éstos, para que tuviesen el ánimo dispuesto a creer en El, beneficiándose de sus méritos.
"El Espíritu del Señor abarca todo el mundo"
Y a las Epifanías del Padre aparecen unidas las del Amor, el Amor siempre presente en todas las acciones del Padre y, por tanto, manifestándose con El y con la Palabra del "Fiat" desde la primera Epifanía de la Primera Persona, porque, como dice el Introito: "El Espíritu del Señor abarca todo el mundo", pero, particularmente, manifestándose en las lecciones sapienciales y en las operaciones redentoras.
¡Oh sublime manifestación del Amor en el recinto virginal de María! ¡El Amor que se manifiesta en la plenitud de su amor derramándose sobre la Amorosa para engendrar al Salvador! "Llenándolo todo sabe lo que os dice", expresa el Introito. Colmando el corazón de la Virgen era consciente de lo que hacía: hacía que la Virgen concibiese al Hombre para que así se cumpliesen las promesas y el hombre volviese a ser amigo e hijo de Dios a través de sucesivas operaciones de amor.
¡Contempla! ¡Medita! Aquel que presidió las acciones todas del Creador y, por tanto,
también el Pensamiento de crear a la Inmaculada, futura Madre del Redentor,...
¡Contempla! ¡Medita! Aquel que presidió las acciones todas del Creador y, por tanto, también el Pensamiento de crear a la Inmaculada, futura Madre del Redentor, he aquí que desciende ahora a desposarse con Ella, encontrándola más bella que el mismo Paraíso por ser su belleza de justicia por propia voluntad además de por voluntad del Señor del Paraíso
¿Qué Epifanía del Amor Divino más dulce que ésta? Y en virtud de esta dulce Epifanía he aquí que se forma en el seno de la Virgen la Carne del Verbo Santísimo y se inicia la formación del Corazón de Cristo, de ese Corazón que, desde su primer latido, no tuvo ni tendrá un solo movimiento que no sea de obediencia y de amor y que se os propone por modelo para llegar a la gloria del Cielo.
Mas a aquella Epifanía del marzo galileo y a la otra de las orillas del Jordán se une ahora la luminosa y coronante Epifanía Pentecostal, la prometida epifanía de que habló Cristo a sus Apóstoles para consolarles en la noche pascual y en la mañana de la Ascensión. Y ahora es cuando se cumple, yendo precedida por una preparación de obediencia y de oración para hacer de pobres apóstoles grandes Apóstoles, "para bautizarles con el fuego", como Jesús habíaselo predicho a fin de que fueran purificados de sus pesadeces y, más espíritu que carne, supieran sumergirse en el Fuego, esparciéndolo por doquier e incendiando con El a todo el mundo. Sabía muy bien el Espíritu lo que operaba en aquel momento. Operaba la transformación de los corazones, haciendo de corazones humanos "voces" de Dios.
He aquí cómo el Espíritu lleva a cabo estas operaciones: toma la nada que sabe amar, que es obediente y fiel, que habla con Dios en su confidente oración y la reviste de Sí, transformándola y haciéndola y haciéndola instrumento de Dios.
Está dicho: "Obrará una nueva creación". Sí. Opera la nueva creación del Hombre en instrumento, puesto que después la buena voluntad del instrumento, unida al Amor, supercrea al santo.
Y observa esto: surgió la Primera Persona y ordenó: "Sea la Luz". La Tercera dice: "Sea el Amor". La Primera dispuso: "Sea el hombre" y la Tercera: "Sea el santo". La Primera gritó a Lucifer: "Seas maldito" y la Tercera pone en fuga al Odio con el fulgor del Amor.
El Señor se levanta y dispersa a sus enemigos y los de sus hijos y los odiadores del Amor huyen de su presencia y de la proximidad de sus hijos.
Te he dicho antes que María era bella y amada porque su belleza era de justicia por voluntad propia además de por voluntad de Dios, habiendo sido por ellos merecedora del matrimonio divino. Y también te he dicho que los apóstoles merecieron el Crisma Pentecostal por su obediencia y por su oración preparatoria para el acontecimiento.
Las almas, si han de ser merecedoras del Amor, han de apetecerlo con voluntad propia y, con obediencia y oración incansables, mantenerse dignas de El. Si así no lo hacen, vana resultará en ellas la bajada del Espíritu Santo porque, al bajar, no podrá hacer su morada en ellas y volverá a subir rápidamente al Cielo, dejando aridez, hielo, tinieblas y silencio donde podría haber habido fecundidad, calor, luz y lecciones divinas.
Mas si esto es así para todos los fieles, para los instrumentos lo es mucho más. Los Apóstoles, de hombres fueron transformados en voces de Dios por obra del Paráclito y con la propia preparación en obediencia y oración. Los llamados a una especial misión –y toda llamada es prueba, que no elección segura e inmutable– son transformados en "voces" por obra del Amor y por la propia preparación en obediencia y oración. No apliquéis otros nombres que no sean estos dos a las "hados" que alcanzan a ser instrumentos. Es su obediencia, su conservación con Dios, su obediencia a los mandatos de Dios lo que le hace ser lo que son. Y no deis otro nombre que el de desobediencia y orgullo a las caídas de aquellos que aparentaban ser justos pero que de tales tan sólo tenían el barniz exterior.
virtudes necesarias a todos son:
una perfecta obediencia y una perfecta humildad, un espíritu de unión con Dios,
o sea, oración vivida
Nunca cesaré, alma mía, aún a costa de parecerte reiterativo, de exhortarte a esas virtudes –necesarias a todos, mas de un modo absolutamente indispensable y en medida plena, para quienes son elegidos a una vía extraordinaria– que son: una perfecta obediencia y una perfecta humildad, un espíritu de unión con Dios, o sea, oración vivida y no ya un murmurio maquinal de oraciones a determinadas horas.
El otro día, en un último amaestramiento, te expliqué cómo aún aquello que tu mente no comprende, porque no posee nociones de teología, opera en ti espirituales transformaciones porque el alma, sin saberlo tu propio entendimiento que no la puede seguir por carecer de conocimientos teológicos, absorbe el jugo de las lecciones recibidas y te nutres de ellas. Deja, pues, que, como tú dices, tu cerebro no perciba sino el sonido exterior e incomprensible de tan profundas lecciones. Es ésta una parte de ti, la mejor, la que de igual manera y verdaderamente se nutre de ellas. Y eso tiene un mayor valor que si tú, con tu inteligencia, estuvieses capacitada para analizar y entender cada una de las palabras; pero entonces este análisis vendría a ser un frío estudio de la mente y no pan y fuego del espíritu.
Muchos son los sabios, mas pocos los que a la sabiduría le asocian la justicia. Y esto ¿por qué? Porque saben quién es Dios pero no quieren hacer que baje este conocimiento del cerebro al corazón, al espíritu, y así son doctos pero no justos ni se cambian de criaturas humanas a espirituales. Son grandes en orgullo mas no en obediencia. Atrevidos en juzgar pero mezquinos en amar. Muchas son las palabras que fluyen de sus labios, mas éstas bajan en lugar de subir porque son palabras y no flechas de amor lanzadas hacia el Cielo. La oración... ¡oh!, te quiero traer un ejemplo de lo que es la oración verdadera
La oración... ¡oh!, te quiero traer un ejemplo de lo que es la oración verdadera
Imagínate una mujer que porta en el seno a su hijo. El corazón del que está por nacer no es uno con el de la madre; distantes, separados ambos por órganos y membranas, diríase que son independientes. Con todo, a cada latido del corazón de la madre se corresponde otro del corazón del hijo, ya que es una misma sangre la que circula por sus venas. Así pues, esto mismo acontece en la oración cuando ésta es "oración" de verdad. Es un acompasar los propios latidos de amor de la criatura con los latidos de amor de su Dios, cual si una misma sangre de amor imprimiera el movimiento a los dos corazones distantes sincronizándolos en sus latidos. Mas si el niño nace, toma entonces una pulsación independiente porque, a la sazón, se halla separado de la madre, fuera de ella.
Así, cuando el creyente se separa y sale de Dios, sus latidos ya no están sincronizados con los de Dios. El niño sale por ley natural que es buena. El creyente, en cambio, sale por elección voluntaria que no es buena. Nunca salgas tú del seno amoroso del Amor.
Volvamos a considerar esta manifestación del espíritu Paráclito.
Te dije al principio que habremos de considerar Pentecostés en su preparación, forma y efectos. La preparación se puede dividir en tres tiempos que son: los remotos, los próximos y los inmediatos.
Preparación remota de Pentecostés es la que estaba en la Mente de Dios desde que decretó la venida del Verbo a la Tierra para redimir y dar la Religión santa y perfecta que toma su nombre de Cristo. Muy remota preparación, mas siempre presente y cada vez más viva conforme iban transcurriendo los tiempos acercándose al límite del tiempo del perdón. Informando el Amor los actos todos de Dios, no resulta errado asegurar que la preparación se inició en el principio de los tiempos.
Preparación próxima es aquélla que abarca el tiempo que va de la Anunciación a la Inmolación. E inmediata, la comprendida entre la Resurrección y Pentecostés.
Este es el motivo, pequeño Juan, de que Nuestro Señor Jesús, tan pronto finalizó el día de Pascua, te haya transportado inmediatamente al tiempo pre-pentecostal. Te trata, alma mía, como a uno de sus bienamados discípulos. A ellos, una vez resucitado de la muerte, continuó dándoles enseñanzas y se las dio, diría yo, casi como en un aparte de amor. El y ellos, ellos y el Señor, sin más predicación a las turbas ni milagros ruidosos a fin de no tener distracción de multitudes en torno a su postrer amaestramiento. Y así los condujo hasta el momento de su Ascensión, dejándoles con la orden de permanecer recogidos en oración a la espera del Paráclito y bajo la dirección de María Santísima.
También contigo hace lo propio y te lleva en el aura de Pentecostés tan pronto se apaga el último tañido de las campanas de Pascua. Ni son excesivos cincuenta días para prepararse a recibir al Espíritu, ese Fuego que no consume sino lo que es inútil, pero que, si ha de ser acogido como santificador y operador, necesita contar con un espíritu preparado como un cenáculo, silencioso, aislado y perfumado de obediencia y oración.
Entonces Pentecostés abre sus siete ríos y presta luz y virilidad espiritual, alimenta al alma con sus dones y la vuelve apta para acoger los frutos septiformes de los que el Espíritu echa la semilla que la buena voluntad del alma lleva a su madurez. No puede ciertamente ser acogido donde no hay sitio para su abundancia, dignidad para su Naturaleza y donde le resultaría inútil amaestrar porque el ruido del mundo conturba y prevalece, donde la obediencia está en decadencia y la oración es muy poca, donde hay otros sabores que no son los de la flor de harina ni de la miel de roca –como dice la Misa de mañana, o sea, las cosas simples y suaves, verdaderamente nutritivas, como son las cosas que vienen de Dios y que El, por su bondad, regala a sus hijos– sino lo que hay son los sabores picantes y pervertidos del mundo, de la carne y del demonio.
María, alma mía, hasta ahora la mortificación que te ha oprimido te ha mantenido en condiciones de humildad y de adhesión a Dios, por cuyo motivo el Espíritu te amó y se comunicó a ti con gracia grande. Fortifica ahora tu corazón para que el humo de las alabanzas no lo extravíe y haga de ti un címbalo que tañe pero sin luminosas palabras de Sabiduría.
Fortifica tu corazón. "Fortifica" te digo. Te dije: "No temas" cuando los hombres te presenten batalla y te encuentres sola con tu Dios y con tu ángel. Ahora te digo: "Fortifícate a ti misma". Hazte inasequible a las alabanzas como lo fuiste a los reproches. No tú sino El es el digno de alabanza.
Levanta y fija tu corazón en El y cualquier homenaje que s te tribute transfiéreselo a Aquel que es digno de él. Fuiste y eres el conducto que lleva la Palabra de Dios a los hombres. Sé igualmente el conducto que lleva las alabanzas de los hombres al Autor del prodigio. Conducto que, si ha de ser útil, tiene que ser humilde. Conducto que, para ser santo, tiene que ser justo. Superaste siempre las batallas del dolor y los dolores te han hecho ser cada vez más de Dios. Aprende a superar las batallas de la propia satisfacción. Sé justa, humilde y fiel.
A Dios las gracias, María mía; démoselas a Dios al término de esa singular explicación que es lo que el Señor quería que yo te dijese. ¡A Dios las gracias! ¡Aleluya!".
80-85
A. M. D. G.