15/9/46

Domingo 14.º después de Pentecostés

 

 

"pOR jESUCRISTO nUESTRO sEÑOR"

 

 


 

el cristiano encuentra su ayuda cuando se ve protegido cabe el Señor Eterno por su Hijo amado.

   He aquí por qué la liturgia usa la fórmula: Por Jesucristo Nuestro Señor. Todo el bien proviene de El, la Gran Víctima,... 

  Tú eres Piedra y sobre esta Piedra edificaré Mi Iglesia

   He aquí que se vio venir un gran dragón rojo... y con su cola arrastraba tras de sí a la tercera parte de las estrellas precipitándolas

   La parte selecta es el espíritu. Dad, pues, al espíritu la preeminencia, dadle la realeza. La carne es la esclava y el espíritu el rey.

    Dios es Bondad y todo cuanto hace es bueno. Si de verdad Satanás no pudiese ser vencido por los hombres, Dios no habría permitido este mal

    Quién de vosotros me puede convencer de pecado

    Y ahora veneremos a la Bendita del Corazón traspasado

 


 

Dice Azarías:

 

el cristiano encuentra su ayuda

cuando se ve protegido cabe el Señor Eterno por su Hijo amado.

 

"Bien como persona individualizada o como integrado en una sociedad formada por un solo organismo, el cristiano encuentra su ayuda cuando se ve protegido cabe el Señor Eterno por su Hijo amado.

Los mismo que sucede cuando una persona se dirige a otra para saludarla, hacerle algún favor, reprenderla o conocerla simplemente, que no le mira a las manos, a los pies, a la espalda ni al pecho, sino que se fija en su rostro, así también vuestro Padre, cuando se vuelve al escuchar vuestras súplicas o bien se indigna de vuestros pecados u os observa tal vez para conocer vuestras acciones y pensamientos, ¿qué mira ante todo? El Rostro de Aquel en quien tiene sus complacencias y que resplandece en el espíritu de los buenos pero que también queda sobre los miembros enfermos del gran cuerpo que es la Iglesia de todos los cristianos católicos.

Lo primero que encuentra es la mirada de su Cristo, con lo que su indignación se aplaca acrecentándose su misericordia por la justicia y el júbilo.

Por la justicia: al haber ya expiado Cristo por los pecados de todos los hombres que después tornan arrepentidos al Señor o por aquellos por los que otros cristiano ruega y sufre junto con Cristo.

Por el júbilo: porque en cada uno de los justos que imploran al Señor, parécele oír la voz de su Impetrador amado y se siente feliz de conceder lo que en su Nombre le piden.

 

He aquí por qué la liturgia usa la fórmula: "Por Jesucristo Nuestro Señor".

Todo el bien proviene de El, la Gran Víctima, ...

 

He aquí por qué la liturgia usa la fórmula: "Por Jesucristo Nuestro Señor". Todo el bien proviene de El, la Gran Víctima, que, con la efusión de su Sangre y la plenitud de su amor quebrantó los diques de la misericordia y del amor levantados para poner límites a los sentimientos divinos, violencia que a Sí mismo habíase hecho Dios presionado por el enojo de la Culpa Primera.

Dado que todo se obtiene a través de Cristo y que el Padre no acierta a mostrarse severo si quien le mira suplicante es Cristo, Cabeza de la Iglesia, he aquí, pues, que podéis rogar con plegaria segura por Ella que tan necesitada se encuentra de oraciones si ha de mostrarse fuerte, unida y santa. La hora de Satanás bate tempestuosamente las playas marcadas con la Cruz. Tan sólo una promesa se alza como escollera en defensa de la Iglesia Apostólica, la palabra de Jesús: "No prevalecerán".

 

"Tú eres Piedra y sobre esta Piedra edificaré Mi Iglesia".

 

Pero observad las palabras que acompañan a esta promesa. Ellas recuerdan una cualidad de la Iglesia y suscitan otro parangón evangélico. Dicen así: "Tú eres Piedra y sobre esta Piedra edificaré Mi Iglesia".

Construcción sólida, por tanto. De piedra, no de barro que el viento seca y dispersa o el agua diluye; ni de hormigón que el tiempo deteriora, ni de ladrillos a los que la piqueta puede desencajar introduciéndose entre  uno y otro o derrumbarlos al quebrarlos golpeando con  fuerza, sino de piedra. Una sola piedra, potente, inquebrantable, inalterable, sólida y segura. ¿Recordáis a Juan el Bautista? ¿Cuál es el elogio que Jesús hace de su Precursor? Es éste: "¿Qué habéis ido a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?".

Juan, el Precursor, no era una caña que el viento agita a diestro y siniestro o a la que la mano de un niño o el paso de un animal quiebra. El era un fuerte hasta la violencia, hasta esa violencia mediante la cual se defiende y se conquista el Reino de los Cielos. Juan, Precursor del Cristianismo, debía ser esta fuerza a la que nada quiebra ni abate. De otra suerte ¿cómo habría podido preparar los caminos del Señor de haber sido un débil al que cualquiera le inclina a su lado?

 

"He aquí que se vio venir un gran dragón rojo... y con su cola arrastraba tras de sí

a la tercera parte de las estrellas precipitándolas"

 

Ahora bien, ¿no es acaso la Iglesia militante la que precede a la triunfante y eterna preparando el gran Triunfo del Cordero en la Jerusalén celestial? ¿Cómo, sin más llanto, habría de poder la Esposa vestirse de brillante viso para sus nupcias si de reina pasase a ser esclava, si ante los embates de Satanás se fuese despojando de sus miembros cual hojas aventadas por el huracán o se resquebrajase como casa que se cuartea? ¡Horror! ¡Horror que no tiene nombre! Mas el que vio el Cielo y el Tiempo Último lo dice: "He aquí que se vio venir un gran dragón rojo... y con su cola arrastraba tras de sí a la tercera parte de las estrellas precipitándolas".

Rogad, cristianos, rogad para que no más de la tercera parte caiga arrollada por Satanás, por sus siete malditas hidras, por sus décuples armas infernales y por su serpentino y diabólico trabajo.

Rogad, rogad para que el organismo de los creyentes, la Iglesia militante, continúe siendo "Piedra" y no llegue a hacerse de barro, hormigón ni ladrillo. Cercadla con las barreras de vuestra oración pues, de verdad, la hora es tremenda, más tremenda que la de las tinieblas en que fue inmolado Cristo. Porque entonces, contra el odio de un mundo ensatanado se erguía Cristo contra el que, al ser inconmensurables su poder y su Santidad, la prevalencía era relativa; mas en esta hora, prolongada y cada vez más tenebrosa, el mundo ensatando que se levanta contra vosotros, los cristianos, y contra la Iglesia, no tiene enfrente sino hombres, o sea, seres en los que, como dice la oración, no hay sino una naturaleza humana mortal, la cual, sin la ayuda de Dios, sucumbe. Y tanto más fácilmente sucumbe cuanto más infectada y enervada se encuentra por los vapores del mundo y de la ciencia mundana.

Rogad presentando al Padre el Cabeza místico de la Iglesia para que, al ver el Rostro de su Cristo, intervenga el Altísimo impidiendo las afrentas que ya sufrió el Viernes Santo, las cuales fueron figura de las que, a lo largo de los siglos, y cada vez más violentas, se habrían de desatar contra la Cabeza y el Cuerpo místico de Cristo. Y para que vuestra oración sea con mérito, rogad como justos, es decir, como dice el Bienaventurado Pablo, "caminad de conformidad con el espíritu" no dando satisfacción a los deseos de la carne.

 

La parte selecta es el espíritu. Dad, pues, al espíritu la preeminencia, dadle la realeza.

 La carne es la esclava y el espíritu el rey.

 

La parte selecta es el espíritu. Dad, pues, al espíritu la preeminencia, dadle la realeza. La carne es la esclava y el espíritu el rey. Si la esclava abusivamente llegara a ser reina, vuestra naturaleza –en la que aparece trazada la semejanza con el Creador haciendo del hombre el eslabón que une las perfecciones creadoras de los animales, vegetales y minerales con las supercreaciones angélicas y, aún más, dándoos una parte espiritual, cual somos nosotros, y otra carnal como la que asumió el propio Cristo para redimir esa naturaleza, os hace semejantes al Hermano Divino y Primogénito de los Vivientes– perdería la semejanza con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que le prestan la espiritual inmortalidad, la facultad de poder uniros a Cristo para completar en vuestra carne lo que falta a la Pasión de Cristo, y la mente inflamada por las Virtudes infusas y los Siete Dones, llegando a asemejaros a los animales inferiores que son únicamente carne y que, una vez cortada su respiración, nada son ya para la eternidad.

En ese perpetuo contraste entre la carne y el espíritu que constituye vuestro campo de batalla y de victoria, no dejéis de suministrar todas las armas al  espíritu para que sea el verdugo de la carne. ¡Ejecución santa de la justicia que hiere, doma y trocea para darle un día su misma gloria eterna a esa materia a la que ahora hiere para que sea santa! Combate santo que os libra de los rigores de la Ley, puesto que aquel a quien le guía el espíritu no peca de manera voluntaria y premeditada, y así, por más que llegue a ceder ante un asalto imprevisto de la materia, se levanta prontamente, no terminando en mal sino en bien su caída, toda vez que ésta se resuelve en una victoria sobre su pusilanimidad, su desconfianza y su soberbia. El Mal entonces a su despecho, coopera al Bien, porque, recordadlo siempre, el Mal es un "libre encadenado". Puede dañar incluso, si bien no más allá de un límite, y su presencia, su posible astucia y su incansable empeño  por herir sirven para manteneros vigilantes, haceros invocar la ayuda de Dios y proporcionaros coronas de victoria.

 

Dios es Bondad y todo cuanto hace "es bueno".

Si de verdad Satanás no pudiese ser vencido por los hombres,

Dios no habría permitido "este mal"

 

Dios es Bondad y todo cuanto hace "es bueno". Si de verdad Satanás no pudiese ser vencido por los hombres, Dios no habría permitido "este mal". Mas con su refinado mal Satanás coopera a la glorificación de los héroes del espíritu, de los verdaderos fieles del Señor.

Y para estos héroes del espíritu no existe ya la Ley del rigor. En la medida que su voluntad repugna cuanto se relaciona con la carne, la Voluntad y la Justicia Divinas anulan las involuntarias debilidades prontamente reparadas con su deseo de amar, abriéndoles las puertas del Reino a los hijos fieles. Y se las abren ya desde este día terreno prodigándoles sus dones que son: la caridad, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la longanimidad, la mansedumbre, la fidelidad, la modestia, la continencia y la castidad. Virtudes todas ellas que estaban en el Hombre perfecto, en Nuestro Señor Jesucristo, el cual, con ser Dios, cuando se revistió de carne haciéndose semejante a vosotros, quiso dotar a su espíritu de los dones y de las virtudes a fin de poder resistir a Satanás y al mundo, conservándose perfecto a los ojos del Padre y de los hombres.

 

"¿Quién de vosotros me puede convencer de pecado?"

 

"¿Quién de vosotros me puede convencer de pecado?". ¡Oh, qué paz confiere poder decir esta frase ante los acusadores, ante los jueces, ante la muerte y ante Dios! Y esta  frase puede florecer luminosa y dulce e infundir respeto al que la oye y calma y serenidad al que la dice y a cuantos caminaron de acuerdo con su espíritu, crucificando como Cristo al que pertenecen, su carne en los vicios y en las concupiscencias. Entonces, sirviendo con el espíritu-rey al Espíritu Santísimo, os mereceréis el concurso del Ángel del Señor que os salvará cuando, furiosos hasta el extremo por vuestra capacidad de resistencia, sufráis el asalto de Satanás y de sus servidores.

¡No temáis! no temáis, dulces almas que amáis al Señor hasta el sacrificio vuestro y de sus mismos goces con tal de que el mundo se salve y venga el Reino de Dios.

¡No temáis! Vosotras habéis comprendido a la Verdad que ha hablado y lo que ante todo habéis buscado ha sido el Reino de Dios; mas no para vosotras únicamente sino para todos. El esta en vosotras, está ya en vosotras. Sólo esto es lo que tiene valor. Las demás cosas se os darán por añadidura. Mas, aun en el caso de que no se os llegasen a dar por haberlas destruido la guerra promovida por Satanás y por los hombres al tiempo que descendían del Cielo, no temáis, pues es como si vosotras todo lo hubieseis cumplido, dado y recibido. Quienes no tendrán las cosas dadas por añadidura no sois vosotras sino los otros.

Al que no quiere recibir no se le da, como tampoco se le da a quien querría recibir, mas no para el espíritu sino para las concupiscencias y las obras de la carne. Ahora bien, nada ni nadie podrá arrebatar los dones del Espíritu a aquellos que le aman con todo lo que son hasta el sacrificio.

 

Y ahora veneremos a la Bendita del Corazón traspasado

 

Y ahora veneremos a la Bendita del Corazón traspasado. María, el verla tal como la vio Juan al pie de la Cruz, ¿no es acaso un don?

Pequeño Juan, toma tu puesto y consuela a tu Madre. También el Apóstol se hallaba afligido y, con todo, consoló a la Afligidísima. El tenia tan sólo su propio dolor, mas Ella, como Corredentora, todos los dolores presentes y futuros, incluso los que tú sabes... Imita a Juan tú pequeño Juan, destrozada por tu dolor que es bien grande, pero que es nada comparado con el dolor de la Madre Dolorosa. Rosa Mística, todas las espinas del inmenso rosal que es el mundo, sin dejar una, se clavaron en su candidísimo corazón haciéndolo enrojecer... Bebe de su llanto y sigue cobijada bajo su manto. Es tu Madre En el Cielo sabrás cuánto...".

Veo la Dolorosa... y veo cómo una mano le arroja al corazón un haz de espinas... Y la Dolorosa vuelve la cabeza en dirección opuesta a la de aquella mano masculina, fuerte, torva... y llora sin sollozos... Una lluvia de lágrimas cae por su derecha hasta empapar la tierra... El desconsuelo de María Santísima... ¡Oh, me es imposible expresar todo lo que veo...! Ante el suyo, me olvido de mi dolor y la llamo con todo el amor de que soy capaz...

Soy una pobre miserable criatura... Pero, ¡Madre, aumente mi capacidad de consolarte en la medida de los muchos que son a herirte... a herirnos de esta suerte...!

¡Madre!, ¿no basta con haber pedido que se me prive por ellos de toda dulzura y de todos los éxtasis de amor? ¿Cuándo entonces podré conseguir que torne en ellos su espíritu como Tú lo quieres? ¿Cuándo moriré?

Que se haga la Voluntad de Dios... Pero, ¡Madre, Madre, Madre Dolorosa, ámame y consuélate con mi amor...!

138-141

A. M. D. G.