22/9/46
Domingo 15.º después de Pentecostés
Ofrece todo tu dolor, tu desazón, tu sacrificio y tu perdón
para que la Gracia reanime a tantos espíritus
que languidecen en el Sacerdocio.
¡Vanagloria, vanagloria, vanagloria!
Si vivimos del espíritu, caminaremos según el espíritu sin provocaciones ni envidias mutuas
Si uno cometiere algún yerro... instrúyele con espíritu de dulzura
menos mal si tú mismo no llegas a ser tentado
Si uno se cree ser algo no siendo nada, ese tal se engaña a sí mismo
Dice Azarías:
"Alma mía, como le sucede a uno que, yendo de camino, da con un objeto repugnante pero, tras la primera vista involuntaria, al volver a pasar más veces por allí, no se para a considerar y deja atrás la repugnante vista procurando no recordarla siquiera, fijándose en cambio en las flores, en los árboles y en los buenos caminantes con los que se cruza, así haces también tú después de este nuevo doloroso conocimiento de lo que se oculta en algunos corazones y diriges tu mirada adelante, a las cosas buenas de Dios, a los buenos hermanos y a tu Señor en el que confías. Échate a la espalda hasta el recuerdo de las dobleces, de los intereses, de los egoísmos, de las codicias, de las soberbias y del desamor que se ocultan bajo un falso simulacro de amor.
Deja en el fango lo que es fango, camina, abre las alas, elévate y vela a donde el Amor te quiere; regocíjate en tu Señor y con la alegre y activa caridad de los hijos de Dios ruega por la Iglesia de Dios que tan necesitada se encuentra de la Gracia.
Ahora son mucho más necesarios a la Iglesia en sus miembros propuestos
para el cuidado de las almas el Amor y la Sabiduría que no la Ciencia.
Gracia y Salud, Sabiduría y Amor. Ahora son mucho más necesarios a la Iglesia en sus miembros propuestos para el cuidado de las almas el Amor y la Sabiduría que no la Ciencia. Mas abunda ésta con menoscabo de las demás cosas. Y la luz espiritual se apaga sustituyendo a la misma el resplandor rojizo de sus focos humanos. Ofrece todo tu dolor, tu desazón, tu sacrificio y tu perdón para que la Gracia reanime a tantos espíritus que languidecen en el Sacerdocio.
Con esto serás tú mucho más feliz que con cuanto te puede proporcionar tu misión de portavoz, ya que ésta es un don que tú recibes y, en cambio, tu amor, tu dolor, tu desazón, tu sacrificio y tu perdón son dones que tú entregas. Y tú ya le oíste decir al Santísimo Señor Jesús: "Dar es mucho más grande que recibir".
Recibir impone incluso un cúmulo de obligaciones. Dar, en cambio, es aligerar el espíritu, ponerle alas y encenderlo con fuegos celestiales. Da, pues, sin medida y, conforme a la promesa que no miente: "se te echará" aquí "en el seno una medida rebosante" y en la otra vida te cubrirá de luz beatífica.
¡Vanagloria, vanagloria, vanagloria!
¿Ya lo ves? Ellos se saben de memoria las palabras inspiradas lo mismo que las evangélicas. Saben de memoria la letra, mas sin hallarse poseídos de su espíritu. Y ¿por qué esto que les impide caminar por las vías reales de la justicia? Por la flaqueza de su voluntad –hablo de la espiritual– y porque obstaculizan la Gracia, cuando no la ponen en fuga con verdaderas y serias culpas y espíritu de vanagloria. Vanagloria por la reelección en el cargo, vanagloria por la facilidad de palabra en la predicación, vanagloria por la realidad de una virtud que en un principio existió y que después se relajó pero que le creó una fama de santidad aceptada por quienes la han llegado a conocer después de haber ésta decaído, y vanagloria, por último, derivada de la propia prestancia física y del saber adquirido. Vanagloria por los éxitos alcanzados, por las iglesias construidas y los conventos fundados. ¡Vanagloria, vanagloria, vanagloria!
"Si vivimos del espíritu, caminaremos según el espíritu sin provocaciones ni envidias mutuas"
"Si vivimos del espíritu, caminaremos según el espíritu sin provocaciones ni envidias mutuas", dice el Apóstol en la Epístola de hoy.
Hagamos una confrontación de situaciones. Por un lado estás tú con tu desinteresado despojo de cuanto podía proporcionarte gloria, incluso humana. En esto te tentó Satanás una y otra vez. A ti, de mente y posición elevadas, no podía tentarte sino en esto y lo hizo. A ti, con apuros económicos y necesitada de cuidados, era fácil asaltarte suscitándote el miedo al día de mañana y haciéndote ver el provecho que te reportaría la publicación de una obra tuya (En efecto, la muerte de los padres, el aumento del coste de vida, su habitual enfermedad agravada cada día más y la falta o retraso en la publicación de los escritos, debida a dificultades de orden distinto, la redujeron a estrecheces económicas). He aquí cómo el Tentador, para hacerte caer, provocó tu parte moral y tu parte material: el orgullo de la mente y los apremios de la carne. De haber aceptado su malvado consejo mintiendo a Dios y a los hombres y robando a Dios, todo habría terminado. ¿No llegaste a advertir cómo el ordenamiento del verdadero Evangelio (Esto es, la Obra escrita por María Valtorta y titulada más tarde: "Il poema dell'Uomo-Di', publicada en 10 volúmenes: Ediciones Pisani, Isola del Liri) se inició después de que tú hubiste superado las tentaciones suscitadas en el sentido de apropiación indebida (Esto es, atribuyendo humildemente la Obra al Señor y no a sí misma) y de ánimo de lucro y de gloria? Primero hubiste de vencer para después poseer.
Observemos ahora el otro lado. Sin mérito alguno de su parte (Alusión a la Orden de los Siervos de María a la que pertenecía el P. Romualdo M. Migliorini), Dios le ofreció un don poniendo algunas cláusulas. Si hubieran meditado las palabras que acompañaban al don, habrían comprendido que no eran sino la prueba de su espíritu. Severa la alusión a la otra orden (El texto autógrafo del 15 de octubre de 1944, tal como aparece en los "Cuadernos de 1944", se expresa en los siguientes términos: "... La otra Orden, por ti escogida, no se halla dispuesta a acoger el don de Dios. Debería estarlo por haber contado entre sus filas con santos y santas que son campeones en manifestaciones sobrenaturales...". Mas, al presente, se halla en las mejores disposiciones gracias a muchos Padres franciscanos que son lectores asiduos y fervientes propagandistas de las obras de María Valtorta.) a la que tu espíritu tendía y tiende por una verdadera vocación que el pensamiento inescrutable de Dios ha contrarrestado. ¿Por qué, te pregunto yo, siendo franciscana en tu espíritu desde la infancia (María Valtorta, ya desde niña, tras esmerada preparación y subido fervor, entró en la Tercera Orden Franciscana, siguiendo aficionadísima a la misma. "Autobiografía", págs. 259 y siguientes), tan del todo franciscana, fielmente franciscana, por una deplorable falta de interés de tus hermanos religiosos que no se ocuparon de ti (Por tal motivo el P. Romualdo M. Migliorini, de la Orden de los Siervos de María, acudió a donde la enferma, de la que vino a ser su director espiritual y humilde mecanógrafo de las quince mil páginas autógrafas valtortianas. Algunos compañeros religiosos coadyuvaron con él y después le sustituyeron en la atención sacramental a la enferma y en el cuidado y difusión de sus escritos), hubiste de aceptar la imposición de otra Tercera Orden no solicitada por ti? (El P. Romualdo M. Migliorini O. S. M. y el P. Pedro M. Pennoni, O. S. M., viendo el abandono espiritual en que se encontraba la enferma, una vez conseguida la necesaria autorización, y sin consultárselo a ella, la inscribieron en la Tercera Orden de los Siervos de María a fin de asegurarle una adecuada asistencia sacerdotal y sacramental; asistencia que, pese a las numerosas peripecias surgidas, nunca le llegó a faltar). ¿Por qué no fuiste ni preguntada siquiera en asunto de tanta importancia? Es tu continuo porqué cuando besas los dos escapularios. Ese porqué lo sabrás en el Cielo. Dios, recuérdalo siempre, se vale de terceros para probar a los primeros. Y en esta frase tienes la explicación que por ahora se te puede dar.
Severa fue la alusión a la otra Orden que debió hacerles reflexionar, lo mismo que las cláusulas unidas al don condicionado a las mismas. No lo hicieron. La vanagloria les aprisionó con sus tentáculos destrozando la caridad, la justicia, el discernimiento y la obediencia. Hízoles crueles, envidiosos, provocadores y torturadores de una inocente.
"Si uno cometiere algún yerro... instrúyele con espíritu de dulzura"
¿Te habla a ti Pablo o les habla a ellos? A ellos les habla, como a quienes debieran ser maestros en el espíritu. Tú no puedes hablarles a ellos. Cada cual en el lugar que le corresponde. A ellos les hablan por ti la Sabiduría y tus actos, y esto en vano. Mas Pablo, el Apóstol de las Gentes, sí puede hablarles a ellos. Con caridad, pero con firmeza, él les dice: "Si uno cometiere algún yerro... instrúyele con espíritu de dulzura".
He aquí cómo yerran en su juicio equivocado que no es sincero. ¿Dicen que puedes estar engañada? Pues entonces, ¿por qué no te indican con amor en qué? ¿Por qué? Porque no es cierta su afirmación y carecen de base para probar sus aseveraciones. Y a este primer error de querer mortificarte, por no querer confesar que Dios te ha amado extraordinariamente, añaden este otro de tratarte sin dulzura.
"Y menos mal si tú mismo no llegas a ser tentado"
"Y menos mal si tú mismo no llegas a ser tentado". ¡Oh, cómo me hace callar la caridad en este punto! La desobediencia a las palabras de Dios, la arrogancia, el desorden hacia las reglas canónicas y hacia los prelados de las diócesis, la vanagloria de sentirse y aparecer como doctos de la sabiduría y de la espiritualidad que no poseen, ¿no han sido acaso las tentaciones consentidas por ellos hasta el punto de formar una segunda naturaleza?
"Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis con la Ley de Cristo". A ti, sobrecargada con tu misión, no quería Jesús Santísimo añadirte nuevos pesos y así había dispuesto consignar para ellos lo que tú no podías sobrellevar a fin de que fuesen tus buenos hermanos los que los llevasen. Ellos no los quisieron y, al echarlos por el contrario sobre tus espaldas, agravaron con sus actos la situación dando muerte con ello a la caridad.
"Si uno se cree ser algo no siendo nada, ese tal se engaña a sí mismo"
"Si uno se cree ser algo no siendo nada, ese tal se engaña a sí mismo". El Único que es, es Dios. Los hombres, todos los hombres, son lo que Dios y su voluntad quieren. Dios escoge sus instrumentos y a sus siervos. Y si ellos responden a sus llamadas y a sus órdenes, entonces vienen a ser lo que El quiere que sean. En cambio, aquellos que se glorían de ser algo, o son unos ilusos, entrando en tal caso en el grupo de "los que no saben lo que hacen", o, por el contrario, son conscientemente culpables al revestirse de unos méritos que no son suyos, siendo, por tanto, pertenencia de Satanás.
"Que cada uno examine sus propias obras y así habrá de gloriarse tan sólo en sí mismo
y no por los demás, puesto que cada cual debe llevar su propia carga"
A los ilusos les aconseja Pablo: "Que cada uno examine sus propias obras y así habrá de gloriarse tan sólo en sí mismo y no por los demás, puesto que cada cual debe llevar su propia carga". Gloriarse en sí mismo de la ayuda que Dios le prestó, de la misión que le encomendó eligiéndole con singular amor y de su propia correspondencia a la voluntad del Señor, no gloriándose de nada más; y humillarse reconociendo los propios yerros, causa de las propias desventuras y de las de los demás; y dolerse, no de las desventuras propias que son expiación de los yerros sino de haber causado daño al prójimo. A los avaros y envidiosos que adquieren con codicia y dan un destino injusto a lo que adquieren, Pablo les dice: "El que es catequizado... haga partícipe de sus bienes al que le catequiza".
El primero a quien ellos tienen obligación de hacerle partícipe es aquel que, desinteresadamente, sintiéndose jerárquicamente inferior, les dio. Y si bien él no tenga necesidad de la Palabra por recibirla directamente, tiene, en cambio, necesidad de recibir muchas otras cosas de quien es superior suyo jerárquico. Y, a los ojos de Dios, no es válida su inútil justificación: "El ya tiene a Dios que le dirige". ¿Cuándo dijo Dios jamás: "Este no necesita del sacerdote porque soy Yo el que le instruyo y cuido de él?"
¿Cuando jamás dijo Cristo a sus leprosos curados: "No tenéis necesidad de presentaros al Sacerdote porque Yo, directamente, he comprobado que estáis limpios?" Y ¿cuándo jamás dijo Cristo: "no marcho al Templo porque Yo no necesito de eso para estar en la Ley y con Dios?". Cristo siempre indicó el Templo y el Sacerdocio como trámite obligado entre los hombres y Dios. El que se niega a tutelar un alma porque Dios hace uno de ella es un desertor de su propia milicia.
"¡No queráis engañaros!". ¡Oh!, ¿qué vale decir: "Somos al presente nosotros los que decíamos estas cosas?". También algunos aparatos y animales repiten las palabras que se les enseña o transmite. Mas ¿son acaso los aparatos y los animales los que formaron esas palabras con su propio pensamiento? El mecanismo o el habla del papagayo ¿pueden tal vez decir: "Lo que digo es mío?". ¿De qué sirve engañarse a sí mismos y a los hombres cuando hay quien os mira desde el Cielo y penetra hasta el más pequeño de vuestros pensamientos? ¿Queréis burlaros de Dios? ¿Pensáis que podéis falsificar sus palabras y estar convencidos de que El no las reconozca? ¿Queréis burlaros de El?
¡De Dios nadie se ríe! No os apoyéis en la peligrosa y presuntuosa base de este pensamiento: "Hasta ahora he hecho cuanto me ha venido en gana, aun en contra de lo que se tenía por querer de Dios, sin que nada malo me haya sucedido, antes, al contrario, una mayor prosperidad". No sabéis lo que os puede traer el instante que sigue. Y, tras los muchos instantes terrenos, hay una eternidad para descontar las burlas hechas a Dios y las durezas a los hermanos. En la eternidad se cosecha lo que aquí se sembró. Por esto se deben realizar sin descanso obras de espíritu y hacer, por tanto, el bien si no se quiere después cosechar abrojos para el fuego purgativo o, lo que Dios no quiera, para los braseros infernales. Haced el bien mientras disponéis de tiempo para ello. Hacedlo todos y, en particular, aquellos que se cubren con vestimenta que hace que el mundo se fije en ellos, este mundo que perece más porque van apagándose las luces puestas para iluminar que no por las doctrinas perversas suscitadas por Satanás.
Esto dice Pablo a los maestros de espíritu, sucesores suyos. Mas a ellos resulta inútil decírselo. A ti te lo he dicho para que comprendas que debes intensificar cada vez más la oración y el sacrificio por ellos y puedas dirigir palabras oportunas –que te las he indicado a quien se ha de hacer cargo de tu caso.
Confía en tu compañero angélico. Yo te tengo de la mano, te protejo bajo mis alas y te purifico el aire que tu espíritu respira y al que las acciones de los demás vuelven agrio y malsano. Cantemos juntos, contentos tú y yo de cumplir con nuestro Deber: "¡Cuán bello es alabar al Señor y cantar himnos a su Nombre para proclamar por la mañana su misericordia y su fidelidad durante la noche! ¡Cuán bello tributar alabanzas a Aquel que nos escucha, nos asienta sobre la roca y nos guía por caminos seguros!".
Este es, alma mía, el cántico nuevo que Dios pone en tus labios con la liturgia de hoy.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo".
Sentido, no escrito (por orden de Jesús), sobre lo que es la Obra en la intención de su Divino Donador (recibido hoy 25/9/46).
28/9/46.- Jesús Santísimo me explica por qué Satanás trata de impedir el que yo pueda escribir los dictados sobre el Evangelio de San Juan. Sentido secreto.
141-145
A. M. D. G.