24/11/46

Domingo 24.º después de Pentecostés

 

 

la doctrina precisa para ser perfectos cristianos:

 

 negarse a sí mismos y amar la Cruz.

 

 


 

la doctrina precisa para ser perfectos cristianos: negarse a sí mismos y amar la Cruz.

  poco, o bien, menos que nada, y más aún: motivo de condena hubiera sido para San Juan de la Cruz el haber escrito tratados de mística, si a las palabras no hubiesen correspondido sus actos

   Si San Juan de la Cruz hubiera escrito aquellos tratados de mística únicamente para demostrar su capacidad de escritor y después hubiese sido un tibio, un tibio nada más, habría firmado de su mano la propia condena a una pena más o menos larga,

   cada uno de los cristianos puede llegar a ser santo: negándose a sí mismo, es decir, cambiando el yo humano a un yo espiritual perfecto y amando la Cruz. Sin la imitación del Divino Crucificado no es posible la reforma de uno mismo y sin el amor a la cruz 

  Tan sólo existe un camino para llegar al Cielo: el del vencimiento de sí mismos y el del amor a la cruz.

   Ten presente que las pequeñas voces, que son siempre almas víctimas, son al propio tiempo pequeños Moisés

 


 

Dice Azarías:

 

la doctrina precisa para ser perfectos cristianos: negarse a sí mismos y amar la Cruz.

 

"En la Oración de la Misa propia de San Juan de la Cruz aparece compendiada en pocas palabras la doctrina precisa para ser perfectos cristianos: negarse a sí mismos y amar la Cruz. El santo Doctor y Reformador del Carmelo es grande en el Cielo por haber sabido hacer estas dos cosas de un modo perfecto.

Bien poco hubiera sido el haber reformado las antiguas Constituciones. También los jefes de las Naciones reforman las Constituciones de sus Estados, mas pocos de ellos son santos. Como también los dueños' de una hacienda reforman los usos y costumbres del trabajo, pero pocos de ellos son santos.

 

poco, o bien, menos que nada, y más aún: motivo de condena hubiera sido para

San Juan de la Cruz el haber escrito tratados de mística,

si a las palabras no hubiesen correspondido sus actos

 

E igualmente poco, o bien, menos que nada, y más aún: motivo de condena hubiera sido para San Juan de la Cruz el haber escrito tratados de mística, si a las palabras no hubiesen correspondido sus actos. También los escritores llenan páginas morales para abrillantar la figura del personaje o personajes de sus libros, pero después, en su vida diaria, llevan una vida que es el polo opuesto de la tesis moral que mantuvieron en su libro. Y, con haber escrito páginas morales y hasta místicas, no son santos. No fue el suyo el perfume de su vida (2.ª Corintios 2, 14-17.) que exhala con palabras la convicción de la mente que se fija en el papel, sino tan sólo una pieza maestra escrita para obtener de ella aplauso y ganancia. Son, por lo tanto, histriones y nada más.

 

Si San Juan de la Cruz hubiera escrito aquellos tratados de mística únicamente

para demostrar su capacidad de escritor y después hubiese sido un tibio, un tibio nada más,

habría firmado de su mano la propia condena a una pena más o menos larga, ...

 

Si San Juan de la Cruz hubiera escrito aquellos tratados de mística únicamente para demostrar su capacidad de escritor y después hubiese sido un tibio, un tibio nada más, habría firmado de su mano la propia condena a una pena más o menos larga, ya que la Justicia habríale preguntado: "¿Por qué has sido hipócrita? A ti no te vale la excusa de falta de conocimiento que disculpa a los ignorantes. Has conocido el amor y lo has descrito, pero sin que después te hayas abrasado en él. Ve, por tanto, a aprender a amar y a ser sincero".

Pero San Juan de la Cruz se reformó heroicamente a sí mismo antes que a los demás y practicó la perfección que describía para legar un código de perfección a las almas. Por esto fue gran y por esto es santo.

 

cada uno de los cristianos puede llegar a ser santo: negándose a sí mismo, es decir,

cambiando el yo humano a un yo espiritual perfecto y amando la Cruz.

Sin la imitación del Divino Crucificado no es posible la reforma de uno mismo y sin el amor a la

cruz no se puede llegar a término la transformación del yo,

 

Y, por lo mismo, cada uno de los cristianos puede llegar a ser santo: negándose a sí mismo, es decir, cambiando el yo humano a un yo espiritual perfecto y amando la Cruz. Sin la imitación del Divino Crucificado no es posible la reforma de uno mismo y sin el amor a la cruz no se puede llegar a término la transformación del yo, por cuanto reformar el yo equivale a laborar la planta rebelde de la humanidad a base de cortes y cauterios, y no una sino cien y mil veces, ya que ella es planta rebelde que de los mismos puntos de las amputaciones echa nuevos retoños o rechaza los injertos que la fuerzan a cambiar su naturaleza y a estar sujeta al querer del más alto, esto es: del espíritu.

 

Tan sólo existe un camino para llegar al Cielo:

el del vencimiento de sí mismos y el del amor a la cruz.

 

En cuanto acabo de decirte referente al Santo conmemorado hoy, ¿acaso no está ya tratado lo que dice la Epístola? (No se trata de la Epístola asignada a los santos doctores en general y aquí a San Juan de la Cruz en particular, sino a la Epístola del domingo 24.º de Pentecostés, Colosenses 1, 9-14, conforme al Misal de San Pío V.). Esa Epístola, escrita muchos siglos antes de la venida de San Juan de la Cruz, ilustra las virtudes del  cristiano e indica las vías a seguir para alcanzar las virtudes siempre conforme a una línea, puesto que la verdad no cambia. Ella es la que es hoy, como lo fue hace veinte siglos y lo será en el último día. Tan sólo existe un camino para llegar al Cielo: el del vencimiento de sí mismos y el del amor a la cruz. Camino que es, como dice Pablo: sabiduría e inteligencia espiritual junto con el conocimiento de la voluntad de Dios.

Conocimiento de esta divina Voluntad que os propone e, incluso, os impone todo a fin de poderos dar gloria y gozo, sabiduría e inteligencia espirituales que se desarrollan vigorosas con la renuncia de todo aquello que desagrada al espíritu y con la meditación amorosa del Modelo Divino que se negó a sí mismo hasta la muerte de cruz, y que os permite "conduciros de la manera digna de Dios" hasta el punto de agradarle en todo haciendo actos que tienen como fruto la vida eterna más allá de la vida y, como sello y sostén la virtud. ¡Oh vida gozosa y activa de quienes saben negarse a sí mismos y amar la cruz!

Es semejante a un fecundo día de primavera en el que todo contribuye a que se abran las flores en las plantas y a fecundarlas para que no resulte baldía la floración. Una acción da paso a otra y de un sacrificio deriva un perfeccionamiento. De un latido de amor nace amor al sacrificio. De un amor al sacrificio un acto de amor. De un acto de amor un impulso a la mayor renuncia y a una más grande imitación del Divino Crucificado. Es toda una cadena en la que los eslabones se sueldan unos con otros cada vez más robustos, cada vez más en la luz, en el alto, hacia Dios, hacia la Patria y hacia el gozo. Y el artífice de su perfección va dando gracias a Dios Padre por "haberle hecho digno de participar en la suerte de los santos" que aquí viven en la Luz y gozan de ella en el Cielo, libres de las seducciones de las Tinieblas, ya que Estas no encuentran dónde afianzarse para dañar en el corazón que amputó en sí todos los puntos de los que pudiera valerse el Gran Enemigo para penetrar y demoler.

¡Ánimo, María, hasta el aniquilamiento absoluto de la criatura (en el sentido de: Gálatas 2, 19-20.) a fin de que triunfe la causa de Dios y aumente su gloria con otros muchos espíritus sobre los que la Sangre de Cristo aguarda a caer para redimir y perdonar!

 

Ten presente que las pequeñas voces, que son siempre almas víctimas,

son al propio tiempo pequeños Moisés

 

Ten presente que las pequeñas voces, que son siempre almas víctimas, son al propio tiempo pequeños Moisés. Y el destino de los Moisés es orar sobre el monte al tiempo que los atletas de Dios combaten contra los enemigos del Señor por su gloria (Éxodo 17, 816)

La gloria de Dios deriva del conocimiento del mismo. Donde hay ignorancia de Dios no puede estar su gloria, ya que la ignorancia combate al Señor porque no le conoce y, al no conocerle, no le ama ni le importan sus palabras. Vive por tanto en el pecado más por ignorancia que por voluntad de pecar.

Ayuda con cuanto eres a los atletas que combaten a Satanás, a la ignorancia, las herejías y la tibieza. Jesús Santísimo, que es tu amor, está esperando de ti una ofrenda de almas.

Pequeña voz, pequeña hostia, sé también una pequeña misionera sosteniendo a los misioneros con tus sacrificios (Santa Teresa del Niño Jesús, monja carmelita de estrecha clausura, por su amor y sus sacrificios en favor de los misioneros, mereció el título de "Patrona de las misiones" que le otorgó el Papa Pío XI. María Valtorta, seglar, encerrada en su cuartito de enferma y clavada a su lecho desde el año 1933 al 1961, trató de imitarla en la oración, en el celo y en los sufrimientos, siendo escuchada. Y así por diversas cartas de obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas misioneros, hemos llegado a saber de un modo continuo que los escritos valtortianos van esparciendo abundante luz y provocando un gran fervor en las tierras de misión. Tanto es así que la primera traducción, parcial –Vida de Jesús extractada de los diez volúmenes de "Il Poema dell'Huomo-Dio"– fue hecha en japonés y publicada en Tokio en la Navidad de 1971 –381 páginas– a cargo del P. Juan Escobar O. F. M.). A gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

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A. M. D. G.