1.º diciembre (1946)

Domingo 1.º de Adviento

 

 

El precepto del amor fraterno

 

es el más hollado POR LOS HOMBRES

 

 


 

Los hombres son crueles. El precepto del amor fraterno es el más hollado por ellos.  

 no hay quien pueda sanar las heridas ocasionadas por los hombres al espíritu si no es el Médico, el Confortador de los espíritus: Dios, el Padre bueno 

  Alma mía, nunca te vuelvas a los hombres.

 


 

Dice Azarías:

 

Los hombres son crueles. El precepto del amor fraterno es el más hollado por ellos.

 

"Cuando los hombres tienen molestas o heridas sus alas, les resulta penoso elevarse con el espíritu a Dios. Los hombres son crueles. El precepto del amor fraterno es el más hollado por ellos. Con el encarnizamiento de una turba sanguinaria o de un niño contra un juguete, según sea el caso o el individuo de que se trate, desatan su furor contra los hermanos y, en particular, podría decir: contra aquellos hermanos únicamente de los que, por su formación espiritual, tienen la seguridad deque no han de reaccionar devolviéndoles mal por mal (Mateo 5, 38-48; Lucas 6, 27-35; Romanos 12, 14-21; Colosenses 3, 12-15; 1.Tesalonicenses 5, 12-15.).

 

no hay quien pueda sanar las heridas ocasionadas por los hombres al espíritu si no es el

 Médico, el Confortador de los espíritus: Dios, el Padre bueno

 

Pero, alma mía, por penoso que sea, es preciso hacerlo y hacerlo cuanto más penoso sea, por cuanto no hay quien pueda sanar las heridas ocasionadas por los hombres al espíritu si no es el Médico, el Confortador de los espíritus: Dios, el Padre bueno que no defrauda a quien en El confía.

¿Tan herida te encuentras que no puedes volar? Como paloma a la que el cazador hirió al tiempo que ella marchaba segura hacia su buen dueño y que, no pudiendo ya volar alta y veloz, avanza con vuelos cortos, con pasos rápidos, sofocándose por el ansia de correr hacia su dueño que la ama y, con el grito de su carne que sufre, implora que no se la someta a más esfuerzos y dolores, así tú, pobrecita herida, vas y, cuando menos, vas bajo los rayos de tu Sol y allí te pones a mirarle, amándole y extendiendo tus alas heridas para que El vea el desgarro que los hombres te han ocasionado y te medicine con los bálsamos de su amor.

 

Alma mía, nunca te vuelvas a los hombres.

 

Alma mía, nunca te vuelvas a los hombres. Sus consejos son: unos, malvados; otros, de burla e inútiles, y los mejores, como los que un tuerto puede dar a quienes en un crepúsculo le preguntan por el camino a seguir. Sólo Dios ve, sólo Dos sabe y sólo Dios ama con perfección.

Alma mía, ¿no eres tú acaso la pequeña voz? ¿No es El tu Maestro? ¿Cómo puedes dudar de que sea El quien te habla y te conduce como a su más cara ovejita? Sigue sus voces y sus senderos, pues jamás permitió que te extraviases. Te tomó desde el seno de tu madre, te veló en la infancia, en la niñez, en la pubertad, en la juventud y en la edad madura. Te ha instruido, protegido, alejado de ti a quienes, de un modo u otro, podían dañarte realmente (Se alude aquí a algunas mujeres religiosas y seglares, repetidamente recordadas en su epistolario todavía inédito.), y te ha acercado a personas o cosas que podían ayudarte (Se refiere al P. Luis María de Jesús Crucificado, de la Congregación de los Pasionistas, y al P. Conrado M. Berti, de la Orden de los Siervos de María: el primero se relacionó con la Enferma en julio de 1946 y el segundo en septiembre de ese mismo año.). Ha sido para ti como un Padre y un Amante. Nunca esperó a tu plegaria para manifestar su poder y acudir, pues, aun antes de que tú supieses lo que es amar, El te tendió sus brazos. Sólo yo, tu Ángel custodio, sé cuánto te ha amado el Señor y cuánto te ama.

Y ahora te digo yo lo que Pablo decía a los romanos, bien que dándoles a las palabras otro sentido del que Pablo daba a las suyas. Te digo: tu salvación está ahora mucho más cerca de lo que tú puedes imaginar. Pasó ya la noche. La mayor parte del período triste y tenebroso ha pasado y se acerca el día. ¿Me entiendes? Se acerca el día, el día de Dios, los convidados se aprestan a la fiesta. Se despojan de sus vestidos de luto y de dolor, se cubren con vestiduras blancas y relucientes y observan atentamente si aún queda algo de impuro sobre ellos. Alma mía, la hora que precede al alba es la más oscura de la noche; mas, a seguido, despunta el sol. Alma mía, la amante que espera al esposo anticipa la hora de la mañana a fin de hallarse dispuesta para su llegada.

Yo nunca te hablo sobre el Evangelio por cuanto el Señor Santísimo es tu Maestro en ese punto. Pero hoy te digo: Cuando veas que todo, como en un particular y pequeño apocalipsis, se te vuelve en contra para causarte dolor y perturbarte; cuando te sientas desfallecer de espanto por tanto encarnizamiento de fuerzas que se desatan contra ti; cuando te parezca que hasta el Cielo se hace sordo a tus sufrimientos, alza entonces la cabezal porque tu gozo está próximo.

No me detengo a explicarte las palabras de Pablo ya que la Epístola es harto clara. Mas termino con las palabras de la Comunión: "El Señor se mostrará benigno".

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

172-173

A. M. D. G.