15/12/46

Domingo 3.º de Adviento

 

 

Papa Pío XII:

"Publicad esta Obra tal cual está. El que lea la entenderá"

 

 

Sed modestos. no os afanéis por nada

 

 


 

"Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios". Allí se refería a un impuesto y aquí a una obra consejo del Papa Pío XII: "Publicad esta Obra tal cual está. El que lea la entenderá".

   Mas, dichosos siempre los pequeños que sirven al Señor con simplicidad y amor; y ¡ay siempre de aquellos que con su manera de obrar, opuesta a la bondad del Señor, acumulan sobre sus cabezas los rigores de la Justicia! 

  Vosotras, almas que tendéis a la perfección por amor de Dios, sed verdaderamente modestas en todo 

  Nunca habéis pensado que en el Pater se contienen los cuatro actos de fe, de esperanza, de caridad y de dolor...

 


 

Dice Azarías:

"Nuestro Señor Santísimo te ha anticipado el cuadro que hoy canta la liturgia. He venido a consolarte y a reafirmarte, pobre alma, que te sacuden sin piedad para forzarte a decir lo que no es verdad

 

"Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios".

 Allí se refería a un impuesto y aquí a una obra

 

consejo del Papa Pío XII: "Publicad esta Obra tal cual está. El que lea la entenderá".

 

Jamás lo digas. Te recuerdo las palabras del Maestro: "Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios". Allí se refería a un impuesto y aquí a una obra. Mas, tanto en un caso como en otro se ha de dar a Dios lo que es de Dios. Por más que, a fuerza de insistir en querer que se reconozca el origen sobrenatural de la obra, llegases a conseguir que ya nadie se ocupase de ella –me refiero a los sacerdotes– déjales hacer. De tres cosas habrán de responder ante Dios: de no haber reconocido la Palabra, de haber escandalizado a muchas almas y de haber faltado contigo a la caridad y faltado igualmente con los que tienen hambre de la Palabra para quienes, usando con ellos de misericordia, dictó la Obra Jesús Santísimo.(María Valtorta insistía en que se reconociese el origen sobrenatural de sus escritos. Por motivos obvios y comprensibles, encontró en ello enormes dificultades, y tan sólo cejó en su empeño cuanto tuvo conocimiento del consejo del Papa Pío XII: "Publicad esta Obra tal cual está. El que lea la entenderá".) Tú, por lo que a ti respecta, al querer hacer lo que Dios quiere, ya has cumplido por más que no se te haya dejado hacer. Has cumplido a los ojos de Dios, tanto como portavoz como ejecutora de las órdenes de Dios. Esto te debe bastar. Por lo demás y por lo que hace a otros, piensa en Dios. ¡Oh, cuántas palabras hay en el Evangelio aplicables a este caso! (Alude tal vez a algunas de las invectivas que figuran en: Mateo 23, 13-39: Lucas 11, 37-54.).

 

Mas, dichosos siempre los pequeños que sirven al Señor con simplicidad y amor;

 y ¡ay siempre de aquellos que con su manera de obrar, opuesta a la bondad del Señor,

acumulan sobre sus cabezas los rigores de la Justicia!

 

Mas, dichosos siempre los pequeños que sirven al Señor con simplicidad y amor; y ¡ay siempre de aquellos que con su manera de obrar, opuesta a la bondad del Señor, acumulan sobre sus cabezas los rigores de la Justicia! (Proverbios 25, 21-22 y Romanos 21, 14-21). Y roguemos ahora y siempre para que, con la gracia de la venida de Cristo, se disipen las tinieblas de la mente de muchos.

Y vosotras, almas fieles que, con simplicidad y amor servís y seguís a Dios y a su Voluntad, estad siempre alegres en el Señor. Que el gozo de este amor recíproco y la paz que comunica el decir: "Yo hago lo que Dios quiere", os acompañen siempre en medio de las cruces y de las pruebas. Cualquiera que sea el grado de justicia que alcancéis, sea cualquiera el reflejo que trasluzcan vuestros actos dando a conocer a los hombres las operaciones recíprocas de Dios en vosotros y de vosotros por amor de Dios, sean cualesquiera las gracias que la Bondad eterna os conceda, sed modestos, de suerte que los hombres, al veros, puedan decir: "Este es un verdadero hijo de Dios porque a sus méritos añade la modestia en todos sus actos, palabras y miradas".

Estad muy sobre aviso porque hay miradas que delatan una virtud imperfecta mejor que las palabras manifiestas. Verdaderamente algunos, que en todo lo demás son virtuosos, faltan en esta virtud de la perfecta humildad. La perfecta humildad, ni aun en el secreto del corazón favorece la complacencia de ser buenos y beneficiados por Dios. La perfecta humildad no se turba por las alabanzas ajenas ni adopta actitudes hipócritas de humildad que son refinada soberbia y subterfugio para conseguir más alabanzas. Hay miradas, sonrisas y actos que, sin palabras, dicen bien a las claras que os gozáis de las alabanzas. y esto ya no es verdadera humildad.

 

Vosotras, almas que tendéis a la perfección por amor de Dios,

sed verdaderamente modestas en todo

 

Vosotras, almas que tendéis a la perfección por amor de Dios, sed verdaderamente modestas en todo. El ojo de Dios está siempre sobre vosotras y ve la realidad de vuestros corazones. Recordad de continuo que el Señor puede estar muy cerca con su juicio, pues nadie sabe cuándo vendrá la muerte a liberar vuestras almas conduciéndolas al juicio de Dios. Vivid siempre cual si el Señor se os hubiese de hacer presente en cualquier momento para llamaros a la otra vida.

No os afanéis por nada acordándoos de las palabras de Cristo: "Vuestro Padre sabe lo que necesitáis. Bástale a cada día su afán" (Mateo 6, 25-34: Lucas 12, 22-32.). ¿A qué llenaros de tedio y de tristeza por cosas futuras que tal vez no hayáis de ver sino por sugestión u obra demoníaca tendente a llenaros de pavor y haceros dudar de la Providencia? El afán por el día de mañana es como el agua lanzada al fuego dulce de la esperanza en la bondad divina y como la arena echada para destruir las tiernas plantitas de vuestra diaria confianza en Dios.

 

¿Nunca habéis pensado que en el "Pater" se contienen

los cuatro actos de fe, de esperanza, de caridad y de dolor...?

 

Jesús Santísimo, al enseñaros la oración dominical, os indicó que digáis: "Danos hoy" (Mateo 6, 9-13; Lucas 11, 1-4), no "Danos para todo el año o para toda la vida".  Porque el "Pater" es, debe ser, un acto diario de caridad, de fe, de esperanza y de dolor que pide perdón. ¿Nunca habéis pensado que en el "Pater" se contienen los cuatro actos de fe, de esperanza, de caridad y de dolor (Probablemente distribuidas de la forma siguiente: 1.ª acto de fe: "Padre nuestro que estás en los Cielos"; 2.ª acto de esperanza: "venga tu reino"; 3.ª acto de caridad: "hágase tu voluntad... "; 4.ª acto de dolor: "y perdónanos nuestras deudas así como nosotros se las perdonamos a nuestros deudores...".) que la Iglesia pone entre las partes de la oración que un buen cristiano debe hacer diariamente para ayudarse a conseguir estas virtudes, para hacerlas crecer en la propia alma, profesarlas heroicamente frente al respeto humano y al desprecio del mundo, mientras que el acto de dolor es útil reparación y medio de acceder a mayor virtud en lo sucesivo, ya que se presupone que quien reza presta atención a lo que dice, pues, de otra suerte, no sería rezo sino balbuceo de sonidos sin valor alguno, y por eso el acto de dolor debe ser el final de un diario y utilísimo examen de conciencia durante el cual el hombre reconoce humildemente los pecados y omisiones cometidos durante el día, acusándose de ellos con sincero dolor de haber ofendido a Dios?

Meditad y ved cómo en el "Pater" aparecen insertos estos cuatro actos que son debidos a Dios y necesarios para vuestro crecimiento en sabiduría y en gracia. No os afanéis, por tanto, del día de mañana para no caer en tristeza y en miedo. Las vanas preocupaciones alejan de Dios. Son como pantallas opacas y tétricas interpuestas entre vosotros y vuestro eterno sol. Son como cadenas que os mantienen prisioneros aquí abajo, mientras que, sin ellas y con la hermosa confianza en Dios, volaríais con el espíritu a El. Son saetas abiertas a Lucifer por las que puede penetrar para heriros y emponzoñaros.

No os afanéis, antes, en cualquier contingencia, volveos a Dios con plegarias y súplicas unidas a vuestra acción de gracias. Y permaneced en la paz. La caridad, la fe, la esperanza, la humildad, la confianza en Dios y para Dios y la obediencia a sus quereres otorgan esta paz que sobrepuja toda inteligencia. Esté ella en vosotros. Y, con ella en el corazón, gustaréis del Paraíso por anticipado, ya que tener paz es tener a Jesucristo y hallarse establecidos en El.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

182-184

A. M. D. G.