22/12/46

Domingo 4.º de Adviento

 

 

Cantemos por los nuevos nacidos al Señor

 

que cada cual se considere como servidor de Cristo

 

 y dispensador de los misterios de Dios

 

 

 


 

Cantemos por quienes en tal día harán que nazca en ellos el Mesías 

  Así pues, que cada cual se considere como servidor de Cristo y dispensador de los misterios de Dios

   El que escucha mi Palabra no morirá eternamente

  Qué se requiere en quienes son voces, al igual que en los sacerdotes, maestros para la explicación de la Palabra, al tiempo que las voces son los canales de la misma 

  Me importa muy poco que me juzguéis vosotros o un tribunal humano, pues ni aún yo mismo me juzgo, puesto que, si bien yo no me siento culpable de cosa alguna, no por ello estoy justificado, ya que mi juez es el Señor

   No les juzguéis prematuramente antes de que venga el Señor, puesto que El pondrá al descubierto lo que permanece oculto en las tinieblas y hará manifiestos los consejos de los corazones y entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponde

 


 

Dice Azarías:

 

Cantemos por quienes en tal día harán que nazca en ellos el Mesías

 

"¡Aleluya, aleluya, aleluya! El gozo de la Navidad ya está a las puertas. Cantemos por quienes en tal día harán que nazca en ellos el Mesías. Toda Navidad produce resurrecciones de almas. Aleluya para éstas que vienen al Señor que les era desconocido y que, doblando sus rodillas, adoran al Dios Niño. Cobran para ellas realidad las palabras del Bautista: Han preparado el camino al Señor enderezando su yo, colmando las lagunas, abatiendo todo orgullo, abrazando la Verdad que es recta y la humildad que es dulce. Cantemos por los nuevos nacidos al Señor. ¡Aleluya!

Y, a continuación, demos lectura a la epístola paulina. Mucho es lo que Jesús Santísimo te hace sufrir y mucho lo que estás sufriendo. Ofrece tu sufrimiento como la mejor ayuda para quienes en estos días nacen en Dios, y obedece a tu Maestro. Yo escucho y gozo contigo. Por tal motivo poco es lo que habré de decirte de comentario. Con todo, te digo que la epístola de hoy es propiamente para ti y para todos aquellos que tienen un cometido extraordinario en el servicio de todos los fieles a Dios.

 

"Así pues, que cada cual se considere como servidor de Cristo

y dispensador de los misterios de Dios".

 

"Así pues, que cada cual se considere como servidor de Cristo y dispensador de los misterios de Dios".

Palabra sacerdotal dirigida a los sacerdotes. Mas hay otros  sacerdocios además del servicio público al altar manifiesto a todos. Hay consagraciones secretas, secretos ministerios en los que los llamados a los mismos no sirven en éste o en aquel altar sino que sirven en el inmenso Templo de Dios y ofician directamente en su inmenso altar, entregados todos a su servicio con una dedicación absoluta.

Son siervos de Dios y de sus hermanos, dispensadores de la Palabra, de la Luz, de la Sabiduría y de la Misericordia de Dios, de esta Palabra que es como un Sacramente inmaterial que no necesita de medios, de especies ni de fórmulas para ser administrado y comunicado sino que tiene en sí la suma de la Gracia y de la Vida, aquella que aumenta la luz en las almas a las que la Gracia hizo ya luminosas y que acrecienta la vida en las vivificadas por la Gracia y que, por sí sola, puede proporcionar anhelos de Luz y de Vida y conducir a la Gracia a través de la fuente de siete canales de los Sacramentos hasta entonces olvidados y despreciados.

 

"El que escucha mi Palabra no morirá eternamente"

 

"El que escucha mi Palabra no morirá eternamente" (Juan 8, 52-53.), dijo el Señor Jesús. Porque, efectivamente, si uno no escucha su Palabra y no la escucha a pesar de creerla divina, lo mismo que al que la dice que es Dios, Hijo de Dios, ¿qué valor puede tener para ese tal la fuente sacramental de siete canales? La Gracia infundida por el bautismo muere porque quien no secunda la Palabra peca y, quien peca, pierde la Gracia y, con la Gracia, la Luz y la Vida; y ya no cree en Cristo ni en sus méritos, como tampoco en los Sacramentos ni en las sagradas Jerarquías de la Iglesia y, cual embrión de hombre que se desprende de la matriz, muere al no alimentarse ya con los jugos vitales.

 

¿Qué se requiere en quienes son "voces", al igual que en los sacerdotes,

 maestros para la explicación de la Palabra,

al tiempo que las "voces" son los canales de la misma?

 

Las "voces" son los dispensadores extraordinarios de la Palabra, nunca suficientemente suministrada, dada la labor continua de las fuerzas adversas contre Ella y contra el espíritu del hombre; y nunca tampoco suficientemente conservada, asimilada, hecha vida del individuo para hacer de éste el ciudadano eterno. ¿Qué se requiere en quienes son "voces", al igual que en los sacerdotes, maestros para la explicación de la Palabra, al tiempo que las "voces" son los canales de la misma? He aquí lo que dice San Pablo: "Lo que se requiere en los dispensadores es que todos ellos sean hallados fieles".

Muchos son los llamados, mas pocos los que saben mantenerse fieles a su misión. Este precisamente es un año en el que un alma, a la que tú y el que entonces te dirigía conocisteis (El director espiritual aquí aludido es el P. Romualdo M. Migiliorini, O. S. M. La otra persona aparecerá probablemente determinada a través del Epistolario y de otros escritos autobiográficos valtortianos todavía inéditos), él personalmente y tú de referencias, ha cometido su primera infidelidad a la gracia que Dios habíale otorgado y, por consiguiente, se ha dejado influir más poderosamente por las fuerzas tenebrosas. Podía escapar y librarse de las cadenas que le tendía Lucifer, siempre furioso contra todos y, en particular, contra aquellos a los que ve mayormente caminando por las vías de Dios. ¡Contaba con tantas ayudas de lo alto y hasta de la Tierra...! Con muchas más que tú que de las criaturas no has recibido sino oposición y que has tenido que hacerte madura personalmente por tu cuenta, permaneciendo de continuo bajo los rayos de Dios, firme y fiel, por más que de todas partes te hiriese el dolor y quedase justificado este pensamiento: "Dios no me ama". Mas tú te dabas cuenta de que te amaba y de que las tempestades eran predilecciones, ya que te daban a conocer la gran verdad de que únicamente Dios merece todo el amor de sus criaturas y de que tan sólo El sabe amar.

Pues bien, no obstante las grandes ayudas, aquella alma no ha sabido mantenerse fiel. Por el contrario, las mismas ayudas y ciertas ayudas particularmente le han resultado nocivas al unir su imperfecta espiritualidad a la suya igualmente imperfecta. y así lo espiritual verdaderamente santo se ha ido alejando de la misma. Ruega por ella.

 

"Me importa muy poco que me juzguéis vosotros o un tribunal humano,

pues ni aún yo mismo me juzgo, puesto que, si bien yo no me siento culpable

de cosa alguna, no por ello estoy justificado, ya que mi juez es el Señor".

 

Y este ejemplo –uno, si bien te podría aducir mil de ellos; pero éste te lo aclaro en el fondo del corazón sin nombrarlo aquí por respeto al indeleble carácter sagrado que tiene la persona presentada como ejemplo de una infidelidad que hace obtusos y tenebrosos a quienes la provocan privándoles al propio  tiempo de las luces espirituales– te sirva para que seas cada vez más fiel  no te llegue a suceder lo que a otros. Y cuando aciertes a mantenerte fiel e, incluso, sepas que Dios te puede considerar por tal, a quienes te querrían juzgar y aún manifiestan sus juicios –juicios que, en gran parte, ni los mismos que los formulan los creen buenos sino que si los hacen es por razones en parte excusables y en parte inexcusables–, diles las palabras de Pablo, y decídselas asimismo vosotros, dispensadores de la Voz de Dios: "Me importa muy poco que me juzguéis vosotros o un tribunal humano, pues ni aún yo mismo me juzgo, puesto que, si bien yo no me siento culpable de cosa alguna, no por ello estoy justificado, ya que mi juez es el Señor".

 

"No les juzguéis prematuramente antes de que venga el Señor, puesto que

El pondrá al descubierto lo que permanece oculto en las tinieblas

y hará manifiestos los consejos de los corazones y entonces cada uno

recibirá de Dios la alabanza que le corresponde".

 

Y si habéis de alcanzar la perfecta justicia, vosotras, almas extraordinarias recluidas en criaturas de las que no han desaparecido las reacciones morales propias de la criatura, –a la que debéis tener domada con una heroica, y tenaz lucha del espíritu contra la humanidad a fin de conseguir la victoria final del espíritu sobre la humanidad– no juzguéis a vuestros quilatadores. Este es su verdadero nombre. Ellos son el ácido que prueba el metal de vuestro corazón. Corroen, mas el metal noble destella con más vivo esplendor tras la corrosión dolorosa, apareciendo en todas su real nobleza. Si tan sólo fuese un baño hipócrita de áurea virtud, presto la corrosión de los quilatadores pondría al descubierto el plomo de vuestro interior. No les "juzguéis prematuramente antes de que venga el Señor, puesto que El pondrá al descubierto lo que permanece oculto en las tinieblas y hará manifiestos los consejos de los corazones y entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponde".

¡Efectivamente! Entonces no habrá vestimenta, calculada manera de hablar, de moverse ni de obrar que impida a la Luz descubrir los más secretos repliegues de los espíritus. No habrá entonces calumnia, insinuación, negación ni nada que pueda mancillar el espíritu heroico del dispensador fiel. Las sombras esparcidas por las malas voluntades ajenas sobre las páginas inmaculadas de los espíritus fieles en las que Dios escribió su Palabra para que ellos la distribuyesen a los hombres, quedarán reducidas a nada, porque Dios las disipará y aparecerá la entereza sin manchas de los espíritus fieles a su misión, aceptada, cumplida y sobrellevada, puesto que, si bien es elección, es también fatiga y dolor para gloria únicamente de Dios. Aceptada, cumplida y sobrellevada en medio de los obstáculos interpuestos de continuo a las "voces" para hacerles más penoso su servicio. Servicio que si lo pueden soportar es porque, si bien en torno a las "voces" se apiña la turba de los atormentadores, como sucedió con Cristo durante los tres años de su misión y muy especialmente por el camino de la Cruz, al lado de las voces está el Cirineo divino, el mismo Cristo, porque el Señor está junto a quienes le invocan con sinceridad.

¡Sea dada gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!".

184-186

A. M. D. G.