EL MISMO DÍA, 2 ENERO, A LAS 23 HORAS

 

 

 

HABLA DE LOS APÓSTOLES

 

 


 

Es caridad incluso el soportar a los estorbadores y no debes rehusar esta caridad ni perder los nervios  

te hablaré de los que  escogí para apóstoles míos. Y de la oveja extraviada

   Juan

   Judas Iscariote. la impureza impide, cual ninguna otra pasión, la obra de Dios en los corazones y favorece la de Satanás.  

Técnica de Satanás para hacerse con alguien. 

Aguanté a esta sierpe en el grupo a fin de enseñar a los hombres a soportar y a insistir para salvar

   Ve al Colegio Apostólico

 


 

Dice Jesús:

"Y ahora que, por fin, puedes dedicarte toda a Mí, te hablo.

 

Es caridad incluso el soportar a los estorbadores

y no debes rehusar esta caridad ni perder los nervios

 

Es caridad incluso el soportar a los estorbadores y no debes rehusar esta caridad ni perder los nervios. Mira a tu Maestro. Yo te doy una gran lección de tolerancia. No queriendo redoblar tu fatiga hablándote mientras otros te hablan o arman bulla en torno tuyo, y, no queriendo tampoco que se trasluzcan las instrucciones que te doy, aguardo con incansable paciencia a que tú puedas dedicarte por entero a Mí. Ya ves con cuánta tranquilidad espero y con cuánta benevolencia, llegado el momento, vuelvo a hablarte. Aprende tú a hacer lo mismo sin miedo a perder nada, sin irritarte, sin turbación de ningún género. Nada pierdes, estáte tranquila. Lo que consigues es el mérito de un acto virtuoso.

 

te hablaré de los que  escogí para apóstoles míos.

Y de la oveja extraviada

 

Esa tarde te hablaré de aquellos a quienes, por haber creído a mi Precursor y haberme seguido, los escogí para apóstoles míos. Y te hablaré también de la oveja extraviada del pequeño rebaño que dio origen al rebaño inmenso esparcido actualmente por la Tierra y que es el que está bautizado en mi Nombre.

Las semejanzas físicas, María carecen de importancia. Son coincidencias fortuitas. Hay parientes que no se parecen físicamente lo que otros que no lo son y viceversa. Se dan también atracciones físicas por las que dos que se asemejan, se aman más que otros dos que sean distintos, cual si uno viese en el otro su propio yo adornado de aquellos perfiles que el amor hácele ver al que ama, presentándole el objeto de su amor como algo acabado. Pero esto carece de importancia.

 

Juan

 

Se ha de tener en cuenta que Galilea no era un mundo grande y que los Galileos eran relativamente pocos, que casi siempre se unían en matrimonio entre ellos y por eso se repetían los rasgos somáticos en dos o tres ejemplares que desde siglo íbanse reencontrando en aquellos rostros. No sería errado asegurar que hurgando en los orígenes de todas las pequeñas aldeas, apareciesen dos o tres núcleos familiares originarios que, desposándose y vueltos a desposar entre sí, habrían prestado unos rasgos físicos definidos a toda la raza galilea.

No debe sorprender, por tanto, que llegase a tener Juan cierta semejanza física conmigo. Era un galileo rubio, particularidad más a destacar que la de un galileo moreno; pero que se daba ciertamente. Con todo, su semejanza aún era mayor en lo tocante al espíritu.

Llegado a Mí virgen todavía, joven e inocente, pudo asemejarse a Mí como ningún otro. Era una réplica exacta del Maestro. El amor habíale llevado a asimilar, no sólo mi pensamiento sino hasta mi modo de hablar, de gesticular y de moverme, llegando, incluso, a hacerle el más semejante a Mí en el rostro, fenómeno que no es único entre dos que de verdad se aman. Y Juan me amó con un amor perfecto. ¿Ves cómo le brillan los ojos de alegría al oír lo que de él se dice? Ninguno, fuera de la Benditísima, me amó como él con un amor que no conoció titubeos ni desviaciones. Y nadie, fuera de mi Madre y de los niños que venían en busca de mis caricias, me hizo el regalo de un corazón puro como el suyo.

Juan murió anciano; mas el peso de los años no nubló en él aquel candor angelical que no conoció otra llama que la del amor divino ni otras caricias que las de mi Madre.

 

Judas Iscariote.

la impureza impide, cual ninguna otra pasión,

la obra de Dios en los corazones y favorece la de Satanás.

 

Era el más joven del grupo apostólico. Detrás de él, en edad, venía el Iscariote que, por la edad, podía haber sido también como Juan. Mas no lo fue. Y si no fue virgen tampoco llego a ser casto tras haberme conocido. Era un impuro. Y la impureza impide, cual ninguna otra pasión, la obra de Dios en los corazones y favorece la de Satanás.

Su rostro ya lo conoces. Es ése. Se te apareció como el Seductor, porque, en efecto, por su belleza se asemejaba al Bellísimo, que se rebelara contra Dios y que es padre de todos los enemigos de Dios.

 

Técnica de Satanás para hacerse con alguien.

 

También la hermosura es un arma en manos de Satanás que no deja de imprimir en sus instrumentos su carácter de seducción atrayéndolos de este modo hacia el abismo en que se encuentra y así morderles en el corazón inoculándoles el triple pecado. Y Judas tenía en el corazón la concupiscencia del dinero, de la carne y del poder. Y por estas tres Némesis que le perseguían y a las que él no quiso vencer, llegó a ser el deicida. Cuando Satanás quiere hacerse con alguien, le ofrece mujer para cuya conquista ha de disponer de dinero y de honores. Mas, una vez que se hace con él, le niega dineros, honores y mujer, dándole únicamente desesperación y muerte.

Juan era el sol del grupo apostólico. Judas, las tinieblas. Era el hijo de la Mentira. Mi Luz y mi Verdad no pudieron penetrar en él. Y si, no obstante sus prevenciones, pude hacer de Natanael un convencido y de Leví un convertido porque en el primero no había engaño y en el segundo resistencia a la gracia, nada, en cambio, pude hace con Judas ya que su alma estaba poseída y Yo no podía penetrar en ella porque él me cerraba la entrada. Si me siguió fue por esperanza humana y por avaricia humana me traicionó. Vendió a Cristo a sus crucifixores y su alma a Satanás que desde hacía años era su instigador, porque Satanás no es como Dios que da por más que nada le deis vosotros para que os conquiste para Sí. Satanás quiere el ciento por uno. Os quiere a vosotros para siempre a cambio de una hora de triunfo efímero. Recordadlo.

 

Aguanté a esta sierpe en el grupo a fin de enseñar a los hombres

a soportar y a insistir para salvar

 

Aguanté a esta sierpe en el grupo a fin de enseñar a los hombres a soportar y a insistir para salvar. Ni uno solo de los pensamientos de Judas me era desconocido y fue para Mí una pasión anticipada el tenerle a mi lado. Un tormento que vosotros no contempláis pero que no fue menos amargo que los otros. Os enseñé a soportar las cosas y a las personas molestas, porque ¿qué persona puede haber más repulsiva que un traidor?

María: la vida de Cristo constituye una enseñanza hasta en los detalles más nimios y te doy instrucciones sobre ellos porque quiero que me conozcas y me imites, incluso en las cosas más pequeñas.

Te bendigo".

 

Durante todo el día he estado viendo al colegio apostólico y no se me hacía hora de que fuese de noche para que Jesús me diera alguna explicación sobre ellos. Hoy he tenido un día... como para ejercitar la paciencia. Ni un solo instante me he visto libre para escuchar a Jesús.

 

Ve al Colegio Apostólico

 

Le voy a decir lo que he visto.

Juan está perfectamente descrito y así no me repito. Es el más joven de todos y, a mi parecer, el más guapo.

Le sigue en edad Judas Iscariote, en el que vuelvo a encontrar el rostro que vi en aquel sueño de hace tantos años y que lo describí en mis notas personales. Es un hombre hermoso, pero que si se repara bien, repugna y da pavor, puesto que se advierte su maldad y felonía. Su hermosura es satánica.

Veo así mismo al otro Judas, pariente de Jesús, al que en nada se parece, pues es moreno y musculoso, más bajo que Jesús aparenta unos treinta años y tiene barba negra y cuadrada. Judas Iscariote no tiene barba, como tampoco la tiene Juan; tiene rizados los cabellos y más cortos que los de Juan. Parece que hayan sido cortados recientemente alrededor puesto que sobresale la cabeza.

Igualmente con cabellos cortos está Pedro, mas de un color salpimentado, puesto que, de entre el negro, destacan algunas hebras blancas. Parece su edad de algo más de 45 años. Es bajo y musculoso.

Viene después un grupo de hombres de unos 40 años, entre los que, seguramente, estarán Andrés, Tomás Mateo y los dos Santiagos. A continuación dos de mucha más edad con sus cabellos y barba más blancos que negros. No sé por qué pienso que sean Felipe y Bartolomé. Mas el Maestro no me lo aclara y yo me quedo polarizada sobre Juan, Pedro, el Iscariote y Judas Tadeo que, como única semejanza con Jesús, tiene los ojos de color azul oscuro, pero sin la luminosidad de los de Jesús.

Y me acuesto con esta visión en el corazón. Mañana le contaré la alegría de Paula (Hija de José Belfanti, primo de la madre de María Valtorta, de la que hará mención frecuentemente en el curso de esta obra.) por un sueño habido y mi alegría también porque ese sueño tuvo lugar al pedir a la "Madre de los huérfanos" que se ocupara de Paula.

8-12

A. M. D. G.