8 enero de 1944
No neguéis la existencia de Satanás
Entre las muchas cosas que el mundo niega es una de ellas el poder y la presencia del demonio
ha querido instaurar en aquellas profundidades una copia de la corte celestial
Satanás existe y es incansable en el obrar
Mas Satanás no tiene necesidad de palabras
Ahora Satanás da el asalto a las conciencias y ofrece la fruta antigua
Cómo podéis creer que Satanás os haya de servir
Vuestra vida es un signo de pertenencia tanto para Dios como para Satanás.
Mis discípulos pueden decir cuán sencilla, dulce, espontánea y total sea mi venida a ellos
Lo que Satanás no da ni puede dar
Dice Jesús:
Entre las muchas cosas que el mundo niega es una de ellas
el poder y la presencia del demonio
"Entre las muchas cosas que el mundo niega, hinchado como está hoy día de orgullo y de incredulidad, es una de ellas el poder y la presencia del demonio. El ateismo negador de Dios niega también, lógicamente, a Lucifer, el creado por Dios, el rebelde a Dios, el Adversario de Dios, el Tentador, el Envidioso, el Incansable y el Simulador de Dios.
ha querido instaurar en aquellas profundidades
una copia de la corte celestial
Ya os dije (los días 19 de junio y de agosto de 1943, en los "Cuadernos de 1943".) cómo Satanás, que llegó a ser tal por un pecado de soberbia, ha querido también ahora que ha sido precipitado desde los reinos del Altísimo, a los que intentó dar el asalto, a lo más profundo del abismo en donde sólo hay tinieblas y horror, ha querido instaurar en aquellas profundidades una copia de la corte celestial y tener sus ministros, sus ángeles, sus súbditos y sus hijos; y en sus manifestaciones se disfraza de espíritu de luz cubriendo su aspecto y su pensamiento bajísimos con ropajes engañosos copiados del Altísimo a fin de atraeros al error.
Mas aquellos que viven realmente con su espíritu vivificado por la gracia, advierten el sonido falso, ven lo que hay más allá de las apariencias y conocen mediante espiritual intuición al Seductor tras la forma en que se manifiesta. Naturalmente que esto ocurre con aquellos a quienes la triple virtud les protege con su santa defensa y les vivifica la Gracia. Los demás –y aquí no se cuentan sólo los ateos que niegan sino también los tibios que se adormecen, los indiferentes que no se aperciben, los distraídos que no reflexionan, los imprudentes que locamente se lanzan adelante– no pueden ver a Satanás tras inofensivas o hipócritas apariencias, llegando a ser juguetes del mismo.
No neguéis la existencia de Satanás, hijos que venía a perderos por negar siempre y negar todo. No es cuento de mujerzuelas ni superstición medieval. Es cruda realidad.
Satanás existe y es incansable en el obrar
Satanás existe y es incansable en el obrar. En lo alto, Dios es incansable en el bien. En el profundo, Satanás es incansable en el mal. La palabra del salmo no es una bella frase piadosa como tampoco es una bella frase oratoria la palabra del Apóstol. (Sl 109; I Pedro 5, 8.). Como león rugiente merodea Satanás en vuestro derredor y opera en las tinieblas para llevaros a sí, por más que, a la sazón, vuestra incredulidad, vuestra indiferencia y vuestro ateísmo le permitan operar abiertamente, a plena luz, puesto que le abrís de par en par las puertas de vuestra alma y con vuestros deseos inmoderados le decís: "Entra. Para que en esta hora de la tierra pueda tener yo lo que quiero, te hago señor de mi ser". Si así no fuese, no habrías podido llegar a esa forma de vivir a la que habéis llegado que causa horror a Dios, a sus santos, a sus siervos y a sus hijos.
Pero tened en cuenta que, bien metafórica, artificial o realmente, Satanás opera con astucia en las tinieblas. Os rodea con circunloquios y sutilezas propias de una serpiente puesta al acecho en el espesor de un matorral. Por más que os vea tan apartados ya de Dios aún no se atreve a presentarse ante vosotros a cara descubierta y deciros: "Soy yo. Seguidme", porque sabe lo viles que sois tanto en el mal como en el bien y así, aún son muy pocos los que, de entre vosotros, tendrían la suficiente audacia para atreverse a decirle en este explícito encuentro: "Voy". Sois hipócritas hasta en el mal y, deseando su ayuda, no osáis confesar este deseo.
Mas Satanás no tiene necesidad de palabras
Mas Satanás no tiene necesidad de palabras. Su mirada, lo mismo que la mía, penetra vuestro corazón. Yo veo vuestra libídine satánica. El la ve igualmente y obra.
Tras haber intentado destruir a Cristo tentándole (Mt 4, 1-11; Mc 1, 12-13; Lc 4, 1-13.), a la Iglesia procurándole épocas de oscuridad, al Cristianismo con los cismas y a la sociedad civil con las sectas, ahora, en vísperas de su manifestación preparatoria del final, intenta destruir vuestras conciencias después de haber destruido ya vuestra mente. Sí, destruido. Destruido, no como capacidad de pensar como hombres sino de pensar como hijos de Dios. El racionalismo y la ciencia apartada de Dios han destruido vuestra mente de dioses y ahora pensáis igual que lo haría el fango: a nivel del suelo. No advertís a Dios impreso con su sello en las cosas que vuestros ojos ven y así, para vosotros son: astros, montes, piedras, aguas, hierbas, animales. En cambio para el creyente son obras de Dios y, sin más, se adentra en la contemplación y en la alabanza del Creador a la vista de los innumerables testimonios de su poder que os rodean haciendo agradable vuestra existencia y siendo de utilidad para vuestra vida.
Ahora Satanás da el asalto a las conciencias
y ofrece la fruta antigua
Ahora Satanás da el asalto a las conciencias y ofrece la fruta antigua (Gn 3, 1-5): placeres, avidez de saber, soberbia y sacrílega esperanza de llegar a ser dioses mordiendo en la carne y en la ciencia. Y el placer os transforma en animales devorados por la lujuria, repulsivos, enfermos, condenados en esta y en la otra vida a las dolencias de la carne y a la muerte del espíritu. Y la avidez de saber os pone en manos del Engañador porque con vuestra ilícita codicia de querer desentrañar lo que son misterios de Dios, tratando de imponer a Dios vuestro deseo de conocerlos, hacéis que Satanás pueda prenderos en las redes de sus errores.
Me dais compasión y me causáis horror. Compasión porque estáis locos y horror porque estáis empeñados en serlo y marcáis las carnes de vuestra alma con el signo de la Bestia rechazando la Verdad por la Mentira.
¿Cómo podéis creer que Satanás os haya de servir?
¿Cómo podéis creer que Satanás os haya de servir? En modo alguno. Es mucho más fácil que os conceda Dios lo que pedís, siendo cosa lícita, que no que os la dé Satanás. Este se hace servir y os aseguro que por una hora os exige toda la vida y por un triunfo toda la eternidad.
¿Podéis acaso creer que cuando decís: "Quiero", Dios quiera también? No. Dios tan sólo quiere lo que para vosotros es bien, no todo cuanto vosotros queréis.
¿Cómo podéis engañaros pensando que aun simple mandato vuestro, Dios y sus ministros vengan a vosotros? No. Tan sólo una vida casta y piadosa, una vida coronada por las tres antorchas de la fe, esperanza y la caridad, una vida protegida por las demás virtudes practicadas en contra de Satanás, del mundo y de la carne, una vida vivida en mi Ley y en esa doctrina contenida en mis cuatro Evangelios, doctrina que es la misma desde hace veinte siglos –y seguirá idéntica mientras existan la tierra y el hombre– sólo una vida "Cristiana", esto es, una vida semejante a la de Cristo, de obsequio, de obediencia y de fidelidad al Padre, de generosidad constante, pueden obtener a vuestro espíritu esa purificación y esa sensibilidad que os dispongan para poder recibir a Dios y a sus ministros de un modo tan sensible que os comuniquen el gozo de la visión y de la palabra sencillamente inspirada o realmente pronunciada.
Vuestra vida es un signo de pertenencia
tanto para Dios como para Satanás.
Dije Yo: "No se puede servir a un tiempo a Dios y a Satanás" (Mt 6, 24; Lc 16, 13.). No. Donde está el uno, el otro no está. Vuestra vida es un signo de pertenencia tanto para Dios como para Satanás.
Si sois capaces de reflexionar –dando por supuesto que aún tengáis un ápice de vuestra alma libre de la posesión letal– examinaos a vosotros mismos, examinad vuestras obras y las inspiraciones que recibís. Si las veis un tanto al menos humanamente honestas, decid: "Puede que esté aquí el poder de Dios". Mas si son contrarias a la moral sobrehumana, podéis decir sin lugar a dudas: "Aquí no puede estar Dios sino su Enemigo".
Y vosotros, extraviados como estáis ya hasta el punto de haber abrazado la nefasta religión que Yo llamo "satanismo" –esa parodia de la religión que es al propio tiempo sacrilegio y delito– recordad que Yo no tengo necesidad de tinieblas, de soledad ni de magnetismos para venir. Yo sé arrobar en medio de una muchedumbre y aparecer como Sol a pleno día.
cuán sencilla, dulce, espontánea y total sea mi venida a ellos
Mis discípulos pueden decir cuán sencilla, dulce, espontánea y total sea mi venida a ellos; cómo les consuela además de rodearles y abismarles en la luz y en esas armonías que son el Cielo venido a ellos.
Ellos pueden decir cómo tras de cada contacto, advierten que su materia va perdiendo peso y adquiere espiritualidad; cómo tras de cada fusión va muriendo la carne cada vez más y voy Yo viviendo en ellos con más y más intensidad. Yo, el Vencedor de la carne, instrumento de Satanás, y por ello vencedor de Satanás.
Ellos os pueden decir qué paz, qué serenidad y equilibrio haya en ellos; y, a la vez, qué inteligencia, qué amor y qué pureza, no humana sino más aún que sobrehumana: Mía, porque Yo vengo a ser ellos y ellos vienen a ser Yo. No existe ya la criatura. Únicamente existo Yo. Ellos son una gota de sangre en mi Corazón. El que vive y reina soy Yo. Yo les hago dioses porque los asimilo a Mí.
Lo que Satanás no da ni puede dar
Lo que Satanás no da ni puede dar: el llegar a ser semejantes a Dios, Yo lo doy a estos mis discípulos al fundirlos conmigo y deificarlos mediante tal fusión".
24-29
A. M. D. G.