14 enero 1944
Hechos de los Apóstoles, cap. 10.º, v. 15.
No tengáis por profano lo que Dios purificó
y tened entrañas de caridad fraterna
con todos
Dice Jesús:
"Aquel a quien Dios purificó, por más que pueda ser aparentemente impuro, es un espíritu que busca a Dios con pureza de intención.
Cuando, desde lo alto de mi trono, veo a un espíritu recto
que va tras de su anhelo y busca a Dios por todos los medios
tratando de servir y amar a este Dios con todas sus fuerzas,
Yo lo justifico y lo hago puro y agradable a mis ojos
como a un hijo mío
Ya te dije y, a través de ti a tantos todavía menos evangelizados que tú en mi doctrina, que nunca debéis juzgar. Dios sólo es el juez. Cuando, desde lo alto de mi trono, veo a un espíritu recto que va tras de su anhelo y busca a Dios por todos los medios tratando de servir y amar a este Dios con todas sus fuerzas, Yo lo justifico y lo hago puro y agradable a mis ojos como a un hijo mío, y donde los hombres encuentran falta, Yo suplo dando luces de espíritu.
¡Cuántas veces, cristianos-católicos, brilla mi Palabra y llega a iluminar el corazón de alguno que no es hermano vuestro de catolicismo y, sin embargo, os supera en el amor a Cristo, por más que no lo conozca, al amar al Dios verdadero –para él ignorado– al que reconoce como viviente eterno en su Creación! En verdad os digo que el Espíritu de Dios no sabe de limitaciones y hácese Maestro de la Verdad para muchos a quienes vosotros tenéis por contrarios a Dios.
Como marea que cubre esta playa dejando al descubierto la opuesta que, por su excesiva acumulación de arena no hace posible que suba el oleaje a limpiarla y regarla, así el Espíritu Santo, al que muchos de vosotros, católicos, le impedís venir por vuestra forma de vida, derrama sus luces entre otros más merecedores que vosotros de recibirlas y los purifica para Dios puesto que El es el Purificador, el Preparador y el Perfeccionador de la obra del Verbo.
la tercera divina Persona, me prepara siempre
el camino en los corazones que todavía
no me han recibido como Verdad y me los riega ...
Lo mismo que hizo el Espíritu en la historia de la humanidad que, por boca de los profetas, preparó a los hombres para mi venida y, después de mi retorno a Dios, perfeccionó en vosotros la capacidad de comprender mi Palabra, así también es cómo El, la tercera divina Persona, me prepara siempre el camino en los corazones que todavía no me han recibido como Verdad y me los riega para que mi Verdad, depositada como semilla transportada por el viento divino, llegue a hacerse en ellos árbol frondoso sobre el que aniden todas las virtudes. El bautiza de Mí, antes que nada, a los paganos de ahora (y por paganos entiendo a todos los no católicos); y ¡ojalá! que vuestra buena voluntad le permitiera rebautizaros igualmente a vosotros que os estáis volviendo, si ya no lo sois, paganos. El bautiza con el fuego del amor verdadero.
Así pues, vuelvo a deciros: No tengáis por profano lo que Dios purificó y tened entrañas de caridad fraterna con todos".
Le obedezco transcribiéndole la advertencia de Jesús en relación con el epitafio de Antonio... (Antonia Dal Bo Terruzzi, nacida en Como el año 1907 y muerta en Viareggio el 4 de enero de 1944. Durante los nueve últimos meses de su vida estuvo gravemente enferma y se ofreció a Dios por la salvación de Italia. Su agonía, durante los tres días que precedieron a la muerte, estuvo acompañada de manifestaciones que llenaron de turbación a sus familiares, los cuales se vieron al fin confortados, mediante la intervención del P. Migliorini, con el consolador epitafio escrito por María Valtorta y estampado después en sus recordatorios: "Al tomar posesión de ella la caridad, se ofreció a sí misma como flor sobre el altar y, a la vez, como hostia por las desventuras nacionales. Probó la noche de Cristo en Getsemaní y la amargura de la hora nona sobre la Cruz. Mas, aun antes de la resurrección en Jesús-Vida, se le descorrieron los velos de la beatitud de los elegidos y, con una posesión anticipada del Amor, exhaló el espíritu santificado por su heroísmo con la mirada puesta en María, Estrella de su amanecer eterno". )
Díjome después Jesús que le diera la hojita y usted se la llevara: "Ten en cuenta de advertirle al Padre que te has olvidado de poner el acento sobre el "é" que precede a la palabra "beatitudine", ello hace cambiar el sentido de la frase y la deja sin sentido. Acuérdate de decírselo y de hacerle colocar este acento". Queda cumplido con esto.
Nada especial he tenido durante esta mañana y nada tampoco hasta el momento presenten en que son las 23 horas.
65-67
A. M. D. G.