2 marzo 1944
Mis mártires fueron divinamente sabios
"Por la Sabiduría", dice Salomón,
"se enderezaron los caminos de los hombres
y así saben ellos lo que es grato a Dios"
Mis mártires fueron divinamente sabios
Mis mártires, por el contrario, trastocaron la norma del mundo y siguieron únicamente la de Dios
una sola es la ciencia necesario: la que fluye de la Sabiduría eterna
Dice Jesús:
"Mis mártires y, con ellos, mis confesores, poseyeron la Sabiduría y la poseen asimismo todos aquellos que de verdad me aman haciendo de este amor el objetivo de su vida.
A los ojos del mundo esto no aparece antes, al contrario, es signo de debilidad y de algo pasado de moda. Como si con el correr de los siglos hubiesen cambiado las relaciones entre Dios y los fieles.
No. Si Yo mitigué el rigor de la ley mosaica y os proporcioné recursos de incalculable valor para ayudaros a practicar la Ley y alcanzar la Perfección, no ha cambiado, en cambio, la obligación que tenéis de respetar y obedecer a vuestro Señor Dios. Si El fue Bueno hasta el extremo de entregarse a Sí mismo para haceros buenos, vosotros debéis procurar serlo más y no decir: "Que El se encargue de salvarnos. Nosotros, a gozar". Esto no es sabiduría sino estulticia y blasfemia. Es sabiduría del mundo, o sea, sabiduría reprobable, no Sabiduría divina.
Mis mártires fueron divinamente sabios
Mis mártires fueron divinamente sabios. No se dijeron a sí mismos como en el ejemplo: "Gocemos del día de hoy que ya no vuelve pues con la muerte se acaba el gozar. Y para gozar, legalicemos la arbitrariedad y así, extorsionando a los débiles y a los buenos en aquello que no es lícito extorsionar, consigamos de tales extorsiones con qué llenar la bolsa y después el vientre, saciando la concupiscencia de la carne y de la mente". Ni tampoco se dijeron a sí mismos, como en el ejemplo: "Ser justos es un sacrificio y resulta fatigoso serlo. Como la vista de un justo resulta reproche, quitémosle de en medio ya que su justicia nos recuerda a Dios reprochándonos nuestra vida de bestias".
Mis mártires, por el contrario,
trastocaron la norma del mundo
y siguieron únicamente la de Dios
Mis mártires, por el contrario, trastocaron la norma del mundo y siguieron únicamente la de Dios. Y por eso el mundo les puso a prueba, les ultrajó, les atormentó y los mató con la esperanza de hacer fracasar su virtud sin percatarse, en su insensatez, de que los golpes dados para resquebrajar su alma venían a ser mazazos que les hacían penetrar en Mí y a Mí en ellos con un amor de fusión perfecto en tal medida que el estar en las cárceles o en los circos era para ellos hallarse ya en el Cielo viéndome a Mí tal como después del instante del dolor y de la muerte me habrían de ver durante la eternidad feliz.
Nada de quedar muertos, destruidos, torturados ni desesperados. Como tampoco el trabajo del parto es muerte, destrucción, tortura ni desesperación antes vida que genera otra vida, desdoblamiento de una carne que antes era una y se resuelve en dos, satisfacción y esperanza de ser madre y de recibir de la maternidad goces inefables para toda la vida, así aquel dolor era para ellos esperanza, seguridad y vida que les hacía dichosos.
El mundo no podía comprender a estos santos locos cuya locura consistía en amar a Dios con toda la perfección posible en una criatura, haciendo de sí mismas estériles voluntarias por cuanto sus únicas nupcias eran las que celebraban con mi Persona Divina; haciendo de sí mismos eunucos que, llevados de un espiritual amor, amputaban en sí la sensualidad humana y vivían castos como ángeles. No podía comprender a estos sublimes locos que, a pesar de conocer las dulzuras del tálamo y de la prole, sabían renunciar a aquel y a ésta y marchar a los tormentos después de haber quedado lacerado su corazón al dejar a sus hijos y a sus consortes por amarme a Mí, su amor.
una sola es la ciencia necesario:
la que fluye de la Sabiduría eterna
Con todo, el mundo se salvó por ellos. Pues si a pesar de semejantes ejemplos y de un lavado tan intenso con sangre purificadora, habéis llegado a convertiros en las fieras que sois, ¿qué habríais llegado a ser, y desde cuándo, sin la generación santa y bendita de mis mártires? Ellos os han detenido en vuestra precipitada marcha hacia Satanás desde mucho antes del momento en que vuestras libídines fomentaban. Ellos os están invitando todavía a deteneros y a reintegraros al camino ascendente, abandonando el que os precipita al profundo. Ellos os dirigen palabras de salvación. Os las dicen con sus heridas, con sus respuestas a los tiranos, con su caridad, con el cuidado de su pudor, con su paciencia, pureza, fe y constancia. Ellos os enseñan que una sola es la ciencia necesario: la que fluye de la Sabiduría eterna.
Con más sabiduría aún que Salomón, ellos prefirieron esta Sabiduría a todos los tronos y riquezas de la tierra y, para conseguirla, desafiaron persecuciones y tormentos y abrazaron la muerte a fin de no perderla. La amaron más que a la salud y la belleza e hicieron de ella su luz porque su esplendor procede directamente de Dios y poseerla quiere decir anticiparle al alma la Luz beatífica del eterno día. Con rectitud de corazón la aprehendieron y con caridad la comunicaron hasta a sus propios enemigos. No tuvieron miedo a quedar privados de ella por entregarla a quienes no la tenían, ya que Ella, que estaba viva en ellos, les enseñaba que "dar es recibir" (Lc 6, 38; Hechos 20, 35) y que, cuanto más distribuían de las aguas celestiales que la Fuente divina derramaba en ellos, tanto más crecían dichas aguas hasta llegar a colmarles como cálices de una Misa santa, consumada por el Sacerdote eterno para bien del mundo.
El rey sabio enumera las dotes de la Sabiduría cuyo espíritu es inteligente, santo, único, múltiple, sutil... Pues bien, todas estas cualidades ellos, mis mártires, las poseyeron. En ellos se encontraba lo que Salomón llama "efluvio de la virtud de Dios y emanación de la gloria del Omnipotente" (Sabiduría 7, 22-30). Ellos como ningún otro, reflejaban en sí a Dios ante el mundo, reflejándolo en sus cualidades, lo mismo que a Mí, Cristo-Salvador, en mi holocausto.
¡Oh, con qué propiedad pueden ponerse en boca de cada uno de los mártires las palabras de Salomón proclamando haber amado y buscado la Sabiduría desde la juventud, habiéndola querido por esposa, por maestra y por riqueza! (Sab 8). Y ¿cómo podéis pensar, sin temor a equivocaros, que no aflorase a sus labios aquella oración que afloró a los de Salomón para obtener la Sabiduría? (Sab 9).
¡cuánto debierais esforzaros...
en haceros amantes y deseosos de la Sabiduría
y en pedir que se os conceda como guía en vuestras empresas,
tanto individuales como colectivas...!
Y, sobre todo, ¡cuánto debierais esforzaros, vosotros a quienes el deseo de la carne ha hundido en tinieblas de paganismo mucho más profundas que aquellas a las que mis mártires llevaron la Luz, en haceros amantes y deseosos de la Sabiduría y en pedir que se os conceda como guía en vuestras empresas, tanto individuales como colectivas, y así dejéis de ser lo que sois: maníacos crueles que os atormentáis mutuamente con pérdida de vidas y haciendas, dos cosas por las que miráis, y, como salvación de vuestros espíritus, es cosa por la que tengo que mirar Yo que morí por su salvación.
"Por la Sabiduría", dice Salomón, "se enderezaron los caminos de los hombres y así saben ellos lo que es grato a Dios" (Sab 9, 18). Recordáoslo y sabed que lo único que a Dios agrada es vuestro bien. Por eso, si vosotros llegáis a conocer y a seguir este camino que a El le agrada, os procuraréis el bien para vosotros tanto en la Tierra como en el Cielo".
237-241
A. M. D. G.