17 mayo 1944

 

 

¿Por qué, Jesús, me hiciste esto...?

 

 


 

 

¡He vuelto a ver a mi Jesús! ¡Oh, qué feliz soy! ¡Qué hermoso estaba! ¡Su rostro, sus manos, su voz...! ¡Qué sedienta estaba de El! Ayer, es verdad, le vi; mas era cual si estuviese en un cuadro, pues no hablaba ni se movía. Hoy, en cambio, no, hoy ha sido como otra vez. ¡Soy feliz, verdaderamente feliz!

¡Cuánto dolor durante estos 40 días en que no le he visto! Porque son 40 días justos. La última vez que el contemplé vivo y respirando fue el Viernes Santo, o sea, el 7 de abril, a esta misma hora precisamente, las 15,30 del sol. ¡Qué cuarenta días de tortura!

¡Qué bien comprendo el dolor de María cuando se le perdió Jesús! Perder su presencia, no ver su rostro no oír ya su voz equivale a conocer la locura, la muerte y el infierno.

¿Por qué, Jesús, me hiciste esto...?

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A. M. D. G.