21 mayo 1944
La persecución de los "portavoces"
¡Oh, mis predilectos, si supieseis cómo os odia el mundo!
Dice Jesús:
porque las palabras que decís son de tal naturaleza que chocan
con las preeminencias... haciéndoos objeto de odio para ellas
"No sólo os echarán de las sinagogas Jn 16, 2) –y por ellas entiendo las posiciones sociales que os podrían reportar honores y ventajas económicas– sino que seréis perseguidos por mi Nombre y por vuestra fidelidad al mismo hasta en vuestros espíritus; y esto no porque quien os persigue lo haga con celo sincero de Mí y de mi culto, antes –me dirijo especialmente a vosotros, mis portavoces– porque las palabras que decís son de tal naturaleza que chocan con las preeminencias –y de éstas, contra la parte de las mismas que debiera ser la mejor– haciéndoos objeto de odio para ellas.
No hablo aquí para todos los creyentes, a los que, ciertamente, les sobrevendrán persecuciones periódicas del poder humano aquejado de fiebre satánica, sino para mis predilectos, objeto de persecuciones especiales, a los que, por encima de la dulce cruz de mi amor y de mi querer, se les impone la cruz acerbísima del odio y del malquerer de los hombres.
¡Oh, mis predilectos, si supieseis cómo os odia el mundo!
¡Oh, mis predilectos, si supieseis cómo os odia el mundo! Os odia como me odió a Mí. Y en el mundo están también, con una doble culpa, los descendientes de los antiguos sacerdotes de los que son sucesores. Pocos de entre ellos tienen verdadera fe. El racionalismo les esteriliza con su doctrina y el egoísmo les ciega hasta llevarles a odiarnos. Por eso os acusarán de ser herejes. Mas no perdáis el ánimo. El mundo termina el mismo día de vuestros nacimiento. Entonces se abrirán para vosotros las puertas del verdadero Mundo, del Mundo eterno y feliz por ser el Mundo de Dios.
Yo os amo, queridos míos; os doy las gracias, os bendigo
y, conmigo, os bendicen también el Padre y el Espíritu
Yo os amo, queridos míos; os doy las gracias, os bendigo y, conmigo, os bendicen también el Padre y el Espíritu, ya que vosotros, al servirme a Mí, servís a la eterna Trinidad que os besa con sus rayos amorosos y os rodea de Sí para compensaros de manera inefable de todo el dolor que los desconocedores de Dios os ocasionan.
Vete en paz, María, y entrégame tu tribulación y tu desolación, No es que te encuentres sola, es que Yo tengo necesidad de esta tu pena y de un poco de Getsemaní por mi amor".
373-374
A. M. D. G.