29 mayo 1944
eL PROGRAMA DE TUS SUFRIMIENTOS
PARA LOS DÍAS DE LA SEMANA
Te parece no haber hecho nada porque nada sabes hacer sino sufrir
coge la Biblia y lee su primer capítulo ¿Qué dice? La creación
El miércoles se lo darás a tu Señor por tus pobres hermanos desesperados
El jueves sufrirás por la gran categoría de los idólatras.
el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, Yo, rogué por todos:
El viernes debe ser por los que viven su crucifixión espiritual en el Purgatorio
El sábado es el día de la Madre y Ella ya te pidió que sufrieras por los pecadores
Dice Jesús:
"Ven, mi pequeño Juan. ¡Tengo tántas cosas que decirte para calmar tus sufrimientos...!
Bueno, lo primero, ven y bebe. Eres más afortunada que Juan. El apoyó su cabeza sobre mi pecho cuando éste aún no había sido herido (Jn 13, 23-25). Tú, en cambio, te estrechas a mi pecho traspasado pudiendo beber el amor que brota del corazón herido. Estáte en paz y tranquila. Como tiene una madre entre sus brazos a su niño enfermo para consolarle cuando sufre, así te tengo Yo a ti.
porque nada sabes hacer sino sufrir
¡Oh, tú no sabes cuánto has hecho y haces con tus padecimientos! Te parece no haber hecho nada porque nada sabes hacer sino sufrir. Pues bien, haces mucho, mucho más que cuando enseñabas, rogabas y trabajabas para Mí. Entonces eras tú la que hacía y me daba lo que hacías o querías hacer, y Yo lo aceptaba porque soy bueno y nada rechazo. Lo aceptaba porque tus pobres cosas Yo las enriquecía con mis méritos.
Ahora, en cambio, soy Yo el que hago. Y lo hago todo, me hago cargo de todo y lo quiero todo. No te dejo ni una brizna de la riqueza de tu vida, de tu salud, de tu vigor, de tu tranquilidad ni de tu libertad. Vida, salud, vigor, tranquilidad y libertad humanos, se entiende. Lo anulo todo y lo suprimo todo. A ti, mujer, nada; pero a ti, alma, me doy a Mí: Todo.
voy a presentarte el programa de tus sufrimientos
para los días de la semana
las grandes categorías por las que se debe sufrir,
Oye a tu Maestro y, antes de decirte dos cosas que deseas saber, voy a presentarte el programa de tus sufrimientos para los días de la semana.
Ante todo, veamos las grandes categorías por las que se debe sufrir, esas categorías por las que también Yo lo hice en mi Pasión: Los sacerdotes, los desesperados, los pecadores, los idólatras y las almas que están esperando tornar a Dios, que para ti son las almas del Purgatorio y para Mí fueron un día los justos del Limbo.
Son siete los días de la semana. Ahora bien, por la necesidad de tres categorías deberían ser cuando menos siete veces siete; mas... tan sólo son siete y así, conforme a ese número, habrán de ser tus sufrimientos.
El domingo, lunes y martes deberá ser por los Sacerdotes. En los Sacerdotes incluyo a todos los consagrados de cualquier género y categoría. Y ¿por qué tres días para ellos solos? Porque, dada la necesidad que tienen, no bastaría la totalidad de los siete.
¿Qué son los sacerdotes para la masa de los fieles? ¿Con qué los compararemos? Con los elementos vitales. ¿La tierra ya podría haber vivido y conservado la vida sin luz, sin calor, sin agua y sin aire? No, imposible.
coge la Biblia y lee su primer capítulo ¿Qué dice?
La creación
Pues bien, coge la Biblia y lee su primer capítulo (Gn 1). ¿Qué dice? "En el principio creó Dios el cielo y la tierra... En el primer día hizo la luz" porque la tierra se halla cubierta de tinieblas y no puede darse vida donde reinan perpetuas tinieblas. En el segundo día dije: "Sea el firmamento y separé las aguas de las aguas" ya que era necesaria el agua para la vida terrestre. Ahora bien, el agua no debía hallarse en su totalidad ni en el globo ni en el cielo sino bajar de éste, recogerse y volver a subir cuando fuera preciso. De lo contrario vendría a convertirse en polvo o en un pantano.
"En el tercer día, juntando las aguas, creó el mar". El mar: ese enorme recipiente que posibilita la evacuación de todas las aguas terrestres y alimenta las aguas del cielo que más tarde las nubes han de esparcir de nuevo sobre la tierra.
Tres días para preparar la tierra a fin de que pueda ser habitada; y en el día tercero la vestí de hierbas y plantas puesto que se hallaba a la sazón dispuesta para recibir semillas con las que formar una vegetación del todo útil. Y entonces sobre la tierra, en la que hay ya luz, agua y aire, se enciende la fuente del calor y así, con el sol, se perfecciona la luz y con las estrellas y la luna se regulan las mareas, las ondas de los vientos y las aguas del cielo. He aquí pues a la tierra dispuesta a recibir a los animales y, por último, en la tierra perfeccionada con todo bien, al hombre, su rey (Gn 2, 1-7).
los sacerdotes puesto que ellos
son necesarios para la vida del espíritu
en la medida que los cuatro elementos:
luz, agua, aire y fuego, son vitales para la tierra
Si la semana tuviera más días, te habría impuesto cuatro de penitencia por los sacerdotes puesto que ellos son necesarios para la vida del espíritu en la medida que los cuatro elementos: luz, agua, aire y fuego, son vitales para la tierra. Mas ¿cómo pueden ser ellos luz estando apagados y oscurecidos?; ¿cómo agua estando secos?; ¿cómo respiración estando asfícticos? y ¿cómo fuego siendo ellos hielo?
¡Oh, pobres almas mías! Mías porque os conquisté con mi muerte. Pobres, pobres almas mías que os vais debilitando día a día como tallos a los que llega a faltarles el aire, la luz, el calor y el agua, ¡qué pena me dais! Y ¡cuánto, cuánto no es el desdén de aquellos que no saben o no quieren, sí, no quieren absorber los cuatro elementos vitales para dároslos a vosotros!
¿Para qué están ellos entonces? ¿Qué misión es la que cumplen? ¿Acaso la que Yo confié a los Sacerdotes? (Mt 10, 16, 17-19; 18,18; 28, 16-20; Mc 3, 13-19; 6, 7-13; 16, 14-18; Lc 6, 12-16; 9, 1-5; 10, 1-20; 24, 45-49; Jn 10, 1-18; 20, 19-23; 21, 15-17). No, sino la de su utilidad y la de desbaratar cuanto Yo allegué. ¡Oh, estoy ya a punto de castigarles...!
Sí, en ese rayo tremola la Palabra de Dios que aún la puedo oír
en la medida suficiente que me baste para creer, para esperar,
para amar, para salvarme, en fin
Mira y tiembla, María, viendo mi rostro. Con él les reclamaré: "¿Qué hicisteis de mis hijos, de mis corderos? ¿Qué ha sido de estos mis rebaños? ¿Cómo es que se han cambiado a cabrones salvajes? ¿Por qué, han sido despedazados por los cuatro enemigos del hombre: la carne, la ciencia, el poder y el demonio? ¿Por qué, cegados, heridos, dispersos, hambrientos, desnudos, analfabetos del espíritu, acosados y abandonados, se han visto precisados a gritar: "Dios no existe porque no lo vemos, no lo sentimos ni reconocemos a través de las obras y de las palabras de quienes se dicen sacerdotes de Dios? ¿Por qué a los mejores –aquellos que, a vuestros ojos, tuvieron la desdicha, la imperdonable desdicha de ser mejores que vosotros en la fe, en la esperanza y en la caridad, en el sacrificio, en la castidad, en el desapego de cuanto no sea Yo y Yo crucificado, aquellos a quienes colmé de puras aguas y de selecta harina para atender a los hambrientos y a los que mueren de sed, en sustitución de las cisternas que se habían desecado y de los graneros que en su gran mayoría habían sido invadidos por el gorgojo, aquellos a quienes hice luz y calor para quienes en las tinieblas buscaban un guía que les condujese a Dios y en el hielo un fuego que no les dejase morir– por qué a éstos les habéis herido y crucificado sobre una cruz preparada por vosotros? Bastábales su sufrimiento, ¡oh siervos presuntuosos y holgazanes que jamás quisisteis sufrir nada: ni el cansancio físico, ni la humillación saludable de veros sobrepujados en heroísmo por estos siervos míos fieles a los que Yo estrecho contra mi corazón ya que por ellos se han conservado la Luz y la Palabra sobre la tierra, estrellas que, durante su periplo brillaron a lo largo de los siglos haciendo que el Cielo resplandeciera siempre sobre los hombres pudiéndolo así reconocer y decir: "¡Ahí está Dios! Sí, en ese rayo tremola la Palabra de Dios que aún la puedo oír en la medida suficiente que me baste para creer, para esperar, para amar, para salvarme, en fin". Bastábanles sus propios sufrimientos y vosotros os habéis asociado a Satanás para torturarles. Pero, ¿veis? Ellos se han visto medicinados de vuestras torturas con el bálsamo que fluye de mi corazón. Y estando así, como Yo los tengo estrechados a mi corazón, han bebido de él consuelo, santa embriaguez, paz y amor, el amor de un Dios".
Todo esto les diré Yo. Mas tú dame tres días de dolor por ellos. ¡Qué doloroso resulta para Mí, Pontífice eterno, ver que mi ejército sacerdotal se encuentra lleno de cobardes y desertores!
El miércoles se lo darás a tu Señor
por "tus pobres hermanos desesperados"
El miércoles se lo darás a tu Señor por "tus pobres hermanos desesperados" como tú los llamas (15 mayo).
Hermanos, sí. Nadie debe ser para ti tan hermano como el que, además de pobre, se ve solo y enfermo; pues los desesperados son pobres de la mayor de las pobrezas, ya que, al perder la esperanza en Dios, lo perdieron todo. Se encuentran solos. No hay soledad más real que ésta. Es la única soledad verdadera. Se encuentran sin Dios. Están aquejados de una enfermedad que proporciona la muerte. La verdadera muerte. Es preciso curarlos, volverlos a Dios y enriquecerlos de Dios.
Ahora bien, tu paternidad con ellos no es natural sino de amor. Tú no estás "desesperada". Crees, creíste hallarte en el infierno (a partir del 9 de abril), pero... estabas en el Paraíso porque a quien servías era a Mí. A mí me sirves, ya lo sabes. Estás en el Getsemaní y pasas de éste a la Cruz y de la Cruz a él. En cada elevación me pones sobre tu corazón, siendo Yo quien te elevo, y en cada postración te posas sobre el corazón de María y después tornas a tu Getsemaní y a tu cruz, si bien tornas a ellos saboreando mi amor y con el perfume del corazón inmaculado de la Madre.
por la gran categoría de los idólatras.
Idolatría no es sólo adorar a un ídolo. Idolatría, para Mí, es el culto de cuanto no es el verdadero Dios. Son idólatras, tanto los salvajes –que lo son menos aún que muchos civilizados, los cuales, no obstante saber que hay un Dios Uno y Trino, adoran a mil ídolos que van de su yo al yo de otro semejante a ellos y, a lo largo de esta vía, han levantado multitud de altares a falsos dioses que tienen por nombre: dinero, poder, sentido, ciencia racionalista, etc. etc.– Son para Mí tan idólatras los salvajes como los civilizados que rinden cultos nacionales o individuales que no son verdaderos.
Incluye, por tanto, en las intenciones del jueves a todos aquellos que deben conocer el Nombre Santísimo de Dios y el mío, a todos cuantos aún no conocen la Cruz como flecha indicadora del Cielo, a los que profesan una religión revelada, pero que no es la Religión, a los que son "cristianos" mas no católicos, porque una es la Iglesia: la de Roma y ofrece y sufre por aquellos a quienes una ciencia equivocada hace idólatras de la mente y a quienes una pasión les hace idólatras del corazón. Haz que vuelvan a Mí. Yo soy el verdadero Dios y no hay otro superior ni fuera de Mí. A mí deben tributarme amor y culto las criaturas creadas por el Padre, redimidas por el hijo y amadas por el Espíritu. El jueves debe ser el día del dolor por todas ellas.
el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, Yo, rogué por todos:
En la ya lejana tarde de un jueves, con la herida, viva aún de la traición en el corazón, con el eco del adiós de mi Madre resonando en él y la presciencia del próximo complejo martirio en el mismo, el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, Yo, rogué por todos: por los que eran "míos" y habrían de serlo por la Palabra que pronuncié y dejé confiada a mis amigos y discípulos; rogué por aquellos que, debido a la herejía de un desgraciado, habrían de desgajarse del tronco vivo de la Iglesia romana, a fin de que volvieran a ser una sola cosa con ella y, por tanto, conmigo y con el Padre; rogué, en fin, por todos los hombres puesto que por todos iba Yo a morir (Jn 17).
Dios, mi Padre, habíame confiado toda la raza humana. Yo me hice Hombre para redimir y salvar a los hijos de Adán. Y Adán fue uno. No hubo tantos Adanes cuantas son las razas de la tierra, sino un solo Adán. Y Yo vine a salvar su descendencia, fuese cual fuese su color, su punto de latitud o de longitud y su grado de civilización. Y es mi voluntad que en donde Yo estoy, es decir, en el seno del Padre, lo estén ellos, todos los hombres. Esto sería mi gozo como viene a ser mi aspiración.
Ruega pues por éstos que no se hallan en Mí o que me dejaron, bien por errores de sus antepasados o por error de sus mentes orgullosas larvadas con la ciencia que poseen.
El viernes debe ser por los que viven su crucifixión espiritual
en el Purgatorio
El viernes debe ser por los que viven su crucifixión espiritual en el Purgatorio buscando a Dios al que todavía no pueden tener.
Tú sabes, lo mismo que Yo, lo que supone sentirse separado de Dios (para Jesús: Mt 27, 46; Mc 15, 34). Yo sé, pero tú no, el júbilo con que arrebaté en un torbellino de amor a los justos cuando, en un lejano viernes (El de la muerte y bajada a los infiernos de Jesús), me presenté a ellos y les dije: "Concluyó la espera. Venid a poseer a Dios".
Para que cada viernes puedan decir mis ángeles a muchos espíritus purgantes estas palabras, sufre y ofrece todos los viernes. Los bienaventurados son las perlas nacidas de la Sangre que, hasta la última gota, derramé el viernes de la Parasceve pascual. Abrir a un alma el Reino e introducirla en la bienaventuranza es devolverme lo que es mío. Es obra, por tanto, de justicia y de amor hacia Mí.
El sábado es el día de la Madre
y Ella ya te pidió que sufrieras por los pecadores
El sábado es el día de la Madre y Ella ya te pidió que sufrieras por los pecadores (20 de mayo). Sean pues tus sábados un manojo de espinas que estrechen tu corazón y florezcan en rosas con las que obsequiar a María. Cada pecador que vuelve a Dios es una rosa que tú depositas a los pies de la Madre, una rosa con la que se enjuga el llanto que vierten sus ojos desde que la constituí Madre de este género humano tan contrario a Mí.
Y ¿para ti? Terminó la semana sin que el pequeño Juan tuviese ni una sola hora libra para pensar en él.
En ti pienso Yo y, junto conmigo, la Madre. Y mientras haces tú lo que puedes y como puedes, bien que malamente a pesar de tu buena voluntad, Yo y la Madre hacemos por ti como Nosotros sabemos hacer. Si tú gastases la vista, los labios, las rodillas y el corazón pidiendo y procurando por ti, no conseguirías hacerte sino un desastre de vestido en comparación con la vestidura regia que María teje para ti y que tu Jesús la empurpura con su Sangre; y esto porque te amamos y vemos que nos amas.
Reposa porque ahora te encuentras cansada. Antes de que termine el tiempo de Pentecostés te diré lo que deseas saber. Mi paz sea contigo".
393-399
A. M. D. G.