31 mayo 1944

 

 

Teniendo un mismo Origen,

¿cómo pueden darse tales diferencias?

 

 


 

Dios Creador carece de límites en su poder

  No circunscribió su acción únicamente a la hierba... en los apacibles rumiantes...

   qué acaecería si la tierra se plantara negándose a surcar, bólido inmenso, su trayectoria en los cielos

   lo mismo que provee a esto, provee también a cuanto atañe al orden en que ha de desenvolverse la humanidad 

  Y el primero está en vuestra rebeldía contra la Ley divina 

 Desatended, por tanto, las voces de cuanto es concupiscencia y tornad, tornada, tornad a la obediencia

 


 

Dice Jesús:

"Cuando contemplaste el eterno Paraíso te preguntabas a ti misma por qué en las almas recién formadas se daban grados de colores diversos (25 mayo).

En realidad, no es que estas espirituales chispas animadoras gocen de color sino que te fueron mostradas de forma sensible con esta variedad de colores para que tus sentidos pudiesen captarlas y tu atención advertirlas preguntándose por la razón de tal variedad. Ahora bien, ello debía servir únicamente para que te hicieses esta pregunta: "Teniendo un mismo Origen, ¿cómo pueden darse tales diferencias?"

 

Dios Creador carece de límites en su poder

 

Dios Creador carece de límites en su poder. Dios Creador es perfecto en el crear. Dios Creador es providente en el obrar.

No se limitó a formar estrellas para el cielo que únicamente habrían servido para vuestras noches, ni a hacer como plantea exclusivamente a la luna que tan sólo habría servido para indicaros el discurrir de los meses, ni hecho únicamente el sol o tantos otros soles que os habrían abrasado al resplandecer día y noche sin interrupción; sino que hizo el sol para el día regulando la rotación del resto de los planetas en torno a él haciendo de este modo que quedaran éstos regulados mediante una ley de orden recibiendo luz y calor. Hizo la luna, en primer lugar, para medir el tiempo y, a la vez, para regular las mareas y otras más íntimas leyes creativas, como hizo las estrellas para que os sirviesen de brújula en las noches oscuras.

 

No circunscribió su acción únicamente a la hierba...

en los apacibles rumiantes...

 

No circunscribió su acción únicamente a la hierba de los prados, a las mieses del campo, a las vides y olivos ni a los árboles frutales, sino que, a todo esto, añadió para vosotros las plantas de adorno, las flores, los árboles utilitarios que proporcionan madera para vuestras casas y las plantas medicinales que os suministran jugos apropiados para curar las enfermedades.

En su crear, no se quedó en los apacibles rumiantes, en los veloces caballos, en los pájaros, en los peces, en las bestias fáciles de domesticar, en aquellas otras que en su vivir salvaje resultan útiles para la limpieza de los campos y de los bosques ni en la serpiente, esa maldita serpiente cargada de veneno que, precisamente, por ese veneno resulta útil para curar con él algunas de las enfermedades más penosas.

Y todas estas especies obedecen a la razón por la que fueron hechas y al orden que se les impuso. Desde el sol hasta el mosquito no hay quien diga: "Yo quiero hacer lo que me place", sino que, con la voz del calor, si son astros, con la de los jugos, si de plantas, con la del sonido, si son animales, o con la de sus deslizamientos en los peces, dice: "Sí, Creador nuestro, henos aquí. Tú nos hiciste para "esto" y "esto" es lo que nosotros hacemos para tu gloria".

 

qué acaecería si la tierra se plantara negándose a surcar,

 bólido inmenso, su trayectoria en los cielos

 

Pensad, hombres, qué acaecería si la tierra se plantara negándose a surcar, bólido inmenso, su trayectoria en los cielos. Resultaría que un hemisferio se abrasaría al tiempo que el otro se helaría. Uno estaría en perpetuas tinieblas sobreviniendo en él la muerte de la vida animal y vegetal por la oscuridad y el hielo, y el otro en eterna luz y calor, produciéndose la muerte de la vida por exceso de vida y de calor.

Pensad, hombres, qué sería si las ovejas no os diesen lana, las vacas leche, los árboles frutos y así todo lo demás. Porque, de seguir vuestro ejemplo los animales, las plantas y los astros, sobrevendría un caos en el que pereceríais con un horror inconcebible. Mas todo, menos vosotros, se desenvuelve dentro del orden establecido por Dios.

 

lo mismo que provee a esto, provee también

a cuanto atañe al orden en que ha de desenvolverse la humanidad

 

El Creador, lo mismo que provee a esto, provee también a cuanto atañe al orden en que ha de desenvolverse la humanidad, y así su Mente Santísima piensa en que para el bien de la tierra son precisos pensadores, científicos, guerreros, trabajadores y, en relación con los temperamentos, audaces, apacibles, activos, contemplativos y así por este orden.

Las almas que dejan de animar un cuerpo tornan a Dios para recibir un destino conforme a sus méritos. Dios crea nuevas almas para mantener el número de las criaturas que deben poblar la tierra. La primera es operación de orden divino y la segunda es la de crear, conforme a la necesidad apreciada por El, una categoría especial más numerosa que otra a fin de que todo en la raza resulte armónico, completándose mutuamente, al modo como los dientes de un engranaje se acoplan al contiguo haciendo mover la gigantesca máquina sin roces ni fracturas.

Así obra Dios. Y si vosotros obedecieseis de esta suerte, todo marcharía en orden. Mas vosotros os rebeláis.

¿Quién de entre vosotros está contento con su suerte? Ninguno o bien pocos por cierto. Desasosegados de continuo, dominados por las pasiones, olvidados de Dios o por demás tibios en el fervor, seguís los dictados del desorden creándolo en vosotros.

 

Y el primero está en vuestra rebeldía contra la Ley divina

 

Y el primero está en vuestra rebeldía contra la Ley divina que os dice: "Amad y respetad a Dios, servidle sólo a El, amad y respetad a los padres, no hurtéis, no matéis, no calumniéis, no seáis viciosos" (Ex 20, 1-17; Dt 5, 6-22) De este primer desorden se derivan las restantes desventuras resultando vosotros esclavos de vosotros mismos o de uno igual a vosotros que abusivamente se autoproclama lo que no es. Y llegáis a esto por no haber querido ser, no digo esclavos sino hijos de un Padre que mejor no puede haber.

Considerad que hasta los ángeles tienen diversidad de cometidos. Y así éste es custodio de un hombre, aquel anunciador y aquel otro serafín adorante. No queráis pues ser vosotros solos, en toda la creación, los únicos que pretendáis regularos de acuerdo con vuestra mísera voluntad.

"Padre nuestro... hágase tu voluntad" (Mt 6, 10). El alma recién creada así lo dice; y si bien es cierto que la culpa original le inocula después la voluntad contraria de Lucifer rebelde, no es menos cierto y verdad de fe que el Sacramento del Bautismo os devuelve el primitivo candor celeste que el Espíritu Santo confirma y la Eucaristía fortifica.

 

Desatended, por tanto, las voces de cuanto es concupiscencia

y tornad, tornada, tornad a la obediencia

 

Desatended, por tanto, las voces de cuanto es concupiscencia y tornad, tornada, tornad a la obediencia. Haced coro, en su obediencia, con las estrellas festivas, con las flores, las nieves, los árboles y los animales que obedecen todos llenos de gozo –¡oh cuán superiores son en esto a vosotros!– y seguid voluntariosos el sendero que Dios os tiene marcado.

Y no digáis: "¿Cómo podré conocerlo?". Si desde la más tierna edad os mantenéis fieles, Él, cual cinta de oro, brillará ante vosotros. Y si, tras un extravío, le "queréis" seguir, Él tornará a brillar puesto que Dios es bueno y quiere vuestro bien, tanto individual como colectivo, estando pronto a perdonar y ayudar a las resurrecciones morales y espirituales.

Aquella variedad de colores te ha querido dar a entender que no proviene de Dios la supernumerabilidad de esta o aquella categoría, cosa que os hace sufrir. Son las almas que espontáneamente salen de la clase en que el Señor las colocó las que turban la armonía del humano consorcio al seguir sus apetitos de los que los menos malos son los exclusivamente egoístas que buscan un bienestar relativo, y los más culpables aquellos que, con tal de saciarse, despedazan a sus semejantes anulando la libertad, los afectos y la fe. Son aludes desatados por Satanás en odio a Dios".

403-406

A. M. D. G.