25 de junio
De dos almas,
cuál suscita la mayor admiración para el Señor
Dice Jesús:
"Dime: ¿quién demuestra tener más coraje al sufrir una operación quirúrgica: el que la soporta con anestésicos o el que lo hace sin ayuda alguna? La operación es la misma; los instrumentos usados, idénticos; idéntica también la labor a realizar en la carne, los nervios y los órganos; y el fin que se persigue, el mismo. Bueno, concedamos también que el resultado haya sido igual: la curación. Pero, vayamos a cuentas: ¿cuál de los dos operados demostró poseer una mayor fuerza de ánimo y, naturalmente, despertó la admiración? Sin duda el que, sin concurso alguno químico, soportó con plena sensibilidad la operación de los cirujanos sin rebelarse con gritos, imprecaciones y palabras descompuestas, limitándose a gemir, pues que esto es humano y comprensible.
cuál será la que suscite la admiración y, por tanto, las alabanzas
que se cambian ciertamente a premio eterno:
Pues bien, pasemos ahora al campo espiritual. De dos almas, ¿cuál será la que suscite la admiración y, por tanto, las alabanzas que se cambian ciertamente a premio eterno: aquella a la que una intervención mía milagrosa le amortigua el dolor anestesiándola espiritualmente, o bien aquella otra que tiene a Dios como un buen Padre y un buen Amigo junto a su lecho operatorio, pero como un Padre y un Amigo que la compadece no más, la vela y llora con ella, mas sin intervenir con una ayuda directa tendente a adormecer su sensibilidad dolórica? Esta segunda sin duda.
Tú eres esta segunda. No digas: "¿Por qué?" En octubre te perdoné. Te ayudé porque necesitaba que estuvieses capacitada para este calvario. Si el dolor te hubiese destroncado desde octubre, no habrías llegado a resistir ni una hora de este actual y Yo estaba necesitado de este tú sufrir.
Los ángeles no pueden sufrir por su Dios para aumentar su gloria ni por su prójimo para obtenerles bienes. En cambio los hombres lo pueden hacer. El gozo para los ángeles es hacer la voluntad de Dios y los hombres con el dolor hacen esta misma voluntad haciendo lo que Yo hice. Sí, cuando el dolor lleva el nombre de holocausto y es no sólo resignación sino también unión con la voluntad de Dios del modo que estaba unido mi Cuerpo a la cruz mediante el amor, la generosidad y la paciencia, –los tres clavos que fijan las víctimas a su patíbulo santo– entonces hacéis lo que Yo hice.
No te preocupes de si lloras, pues Yo también lloré y gemí. Repugnándolo la carne y la mente, dije: "Que tu voluntad sea la mía" (Lc 22, 41-42). Pero lo dije. Tan sólo el espíritu tuvo valor para llegar a decirlo. Pero lo dijo. Entre las repugnancias y pavores de tu cuerpo y de tu mente, cante tu espíritu, –mientras se lleva a cabo, sin ayuda alguna, la operación que tanto bien ha de reportar– cante tu espíritu: "Señor, que tu voluntad sea la mía".
Y cree de verdad que tu premio será doble, triple, diez veces más del que se te habría dado de haber recibido dones de misericordia en tus sufrimientos. Dios es justo. A doble mérito, doble premio y a mérito total, total premio.
No temas. Vete en paz."
487-488
A. M. D. G.