5 de julio, a las 10 horas (1944)

 

 

Una herida producida por Mí

aumenta la inteligencia y la fortaleza

 

lA VISTA DE jESÚS PARA VER

EL VERDADERO SEMBLANTE DE LAS CRIATURAS

 

 


 

ninguno te puede amar cual Yo te amo 

  Mas, de flores sería imposible vivir. Para ello se requiere pan

    ¡Cuán distintas son de las flores de mis senderos a las que hízoles brotar mi llanto y el de María...

    De aquí salen los dulces tormentos que te hieren para proporcionarte mi impronta de crucificada ... 

  Después, más tarde, a las 12 horas, no bien termino de rezar.

   Entre los hombres hay ciegos (de espíritu) 

  Mas, con todo, son abismos y responderán de haber querido continuar siendo abismos...

   Aquí, sobre este corazón que te ama, deposita una lágrima, un beso y un perdón para tus pobres hermanos

 


 

Dice Jesús:

"Sé buena y paciente, alma mía; y si continúas siendo buena y paciente, te haré un gran regalo como a bien pocos a través de los siglos se lo hice.

 

ninguno te puede amar cual Yo te amo

 

Persuádete, alma mía, de que ninguno te puede amar cual Yo te amo. Uno te falla y defrauda por una cosa y otro por otra, Únicamente Yo no fallo ni defraudo jamás. Persuádete de ello, alma mía.

Los menudos afectos y pequeños consuelos humanos pueden servir para las almas pequeñas. Mas cuando una ha sido escogida por Dios, y no por mérito propio sino por don gratuito de Aquel que la quiere, cesa de ser una pequeña alma y viene a ser nutrida con un meollo que convierte en grandeza su pequeñez. Entonces las pequeñas cosas ya no le sirven si no es para adorno, como las flores a lo largo de un camino.

 

Mas, de flores sería imposible vivir.

Para ello se requiere pan

 

Mas las flores, ni aun las más abundantes, perfumadas y bellas, son grano que nutre. ¿No es esto cierto? Son, en verdad, un deleite. Se las contempla, se las sonríe por ser puras y buenas, más buenas todavía que los animales que son siempre mejores que el hombre. Se las coge alguna vez para tener con ellas una compañía que no traiciona y una simple caricia de quien no tiene otra intención que consolar. Se aspira su aroma para olvidar los hedores que emanan de las concupiscencias humanas, de los egoísmos y de los embustes. No hay quien ame tanto las flores, entre los que son buenos y desgraciados, como aquellos que se hallan destinados a un estado sobrehumano, porque en las flores leen palabras de la bondad de Dios y en las flores precisamente pueden encontrar la bondad que no encuentran por parte alguna, la compañía que consuela sin segundas intenciones y la fragancia que les trae a la memoria las auras del Cielo. Mas, de flores sería imposible vivir. Para ello se requiere pan.

Así son las cosas pequeñas para un "espíritu verdadero". Son flores, si bien mezcladas con muchas espinas. ¡Qué se va a hacer! Nacen en los senderos de la tierra por los que pasa el hombre ensuciándolos con su pisada carnal y en los que Lucifer siembra sus sentimientos de odio.

 

¡Cuán distintas son de las flores de "mis" senderos

a las que hízoles brotar mi llanto y el de María...

 

¡Cuán distintas son de las flores de "mis" senderos a las que hízoles brotar mi llanto y el de María, habiendo sido fecundadas con mi Sangre y la de mis corredentores, entre los que también tú te encuentras. Estas son flores eternas a las que se llega trasponiendo un valladar de espinas. Mas después... ¡Oh, después! ¡Qué paz! Yo, que amo, tomo de vez en cuando a una de esta flores mías y la pongo al otro lado del vallado porque no me consiente veros llorar sin que, al punto, os consuele, pues sé muy bien qué cosa es el dolor de ser redentor y sentirse desamado.

Persuádete, alma mía, de que ya no eres una mujer sino la mía... no sierva, como tú te llamas, ni esclava, cual te profesas, sino "esposa". Y sólo el Esposo te puede comprender, amar y proporcionar los consuelos que te son realmente suficientes.

¡Arriba pues! Ven. ¿Dónde vas a encontrar un pecho que haga para ti de almohada más confortable que el mío? ¿Dónde un cerco de brazos que te preste más seguro asilo? ¿Dónde una boca que te hable y sepa besarte con mayor dulzura que la mía? Y ¿dónde un corazón que sepa acompasar sus latidos con los del tuyo, sufriendo si sufres y gozando si gozas, como hace el mío?

 

De aquí salen los dulces tormentos que te hieren

para proporcionarte mi impronta de crucificada ...

 

Ven, pues, aquí. De aquí salen los dulces tormentos que te hieren para proporcionarte mi impronta de crucificada y los dulces torrentes de fuego que te consumen para llevarte purificada al Cielo. De aquí es natural que salgan también los dulces efluvios del amor para inundarte en una dulzura que medicina todas las ásperas heridas de los hombres. Las mías, no; las mías no deben ser medicinadas pues sería destruir el don más precioso que el alma puede recibir.

Pero, dime: ¿qué cosa es el dolor de una herida producida por Mí? ¿Crispación que enloquece? No. Es crispación que aumenta la inteligencia y la fortaleza. Tan sólo las heridas humanas causan realmente mal porque su dardo va impregnado en el veneno del odio. Mis dardos, por contra, lo están en la miel del amor y, al herir, deifican.

Descienda mi paz sobre tu dolor."

 

Después, más tarde, a las 12 horas, no bien termino de rezar.

Dice Jesús:

"¿Qué es lo que debes hacer? Aquello que Yo hice: Callar y perdonar. Para eso te presto mi vista.

No hay microscopio, rayo eléctrico o radiológico que posea la potencia de mis ojos para ver el verdadero semblante de las criaturas. Deben desengañarse cuantos creen que Yo-Hombre no conociera a las personas. No había en ellas interioridad que para Mí no fuese clara y manifiesta cual página de un libro abierto y expuesto a una clara luz. Con estos ojos te hago mirar cuando quiero que tú puedas conocer.

Hay almas abismales. ¿Puede acaso haber luz en un abismo? No. En las profundidades marinas o terrestres sólo hay tinieblas. Si acaso un atisbo de luz. Mas, por lo general, tiniebla absoluta en la que aún viven seres ciegos. Ciegos precisamente por cuanto para ellos resultaría inútil la vista, envueltos como se hallan de tinieblas. Y, más que inútil, resultaría atormentadora ya que sufrirían al no ver. Son ciegos por su destino y en ese destino aún hay un fin de amor.

 

Entre los hombres hay ciegos (de espíritu)

 

Entre los hombres hay ciegos (de espíritu), aunque no por su destino y mucho menos por voluntad amorosa antes por su mala voluntad.

La Luz brilla para todos los hombres. La Voz llama a todos los hombres. La Verdad se halla pronta para instruir a todos los hombres. La mayoría de los hombres se  tapa los ojos y los oídos para no ver la Luz ni oír la Voz y se alejan de la Verdad que amaestra. Toman caminos opuestos del todo al Camino y se condenan a una existencia efímera rechazando la Vida. Son abismos de tenebrosidad.

Hay que pronunciar para ellos mis palabras: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34). Es su única atenuante: No saben. Si supieran exactamente lo que hacen y lo quisieran seguir haciendo, no bastaría el infierno para castigarles.

 

Mas, con todo, son abismos y responderán

de haber querido continuar siendo abismos...

 

Mas, con todo, son abismos y responderán de haber querido continuar siendo abismos a pesar de que Yo y mis corredentores (Ga 2, 19-20;: Co 1, 24) nos hayamos hecho redes para descender al abismo aceptando la amargura de las tinieblas nosotros, hijos de la Luz, para llevarles un atisbo de Luz, envolverles en ella y traerlos a la misma.

Sacarlos de las tinieblas, he aquí la obra de los redentores por más que nos parezca estar nosotros en las tinieblas, no siendo tinieblas, –porque para poseer el heroísmo de ser redentores es preciso estar todos encendidos e identificados con la Luz– pues tenemos siempre tanta luz en nosotros que parecemos un fulgor respecto de las verdaderas tinieblas de los espíritus ciegos. Deberían amarnos por la luz que les llevamos y, por el contrario, aún nos odian por esto. Mas, ¡oh, no importa! Subamos nosotros de su abismo al nuestro, ya que también nosotros nos encontramos en un abismo. En Dios, abismo de Perfección. Salgamos nosotros y no sólo perdonemos sino que roguemos asimismo para que sean perdonados y se les despierte el deseo de Luz, pues el deseo es el primer escalón de la subida a la Luz.

¡Oh, sé generosa! ¡Qué ricos estamos nosotros y qué míseros ellos! Nosotros, al estar unidos con el Padre, poseemos sus espirituales, sus eternas riquezas. Ellos... ellos, así tengan todos los tesoros del mundo, son unos miserables porque no tienen más que humo y polvo que el viento disipa. No tienen a nuestro Padre.

Sé generosa. La generosidad del sufrimiento y de la renuncia misma, son fruslerías respecto de esta perfección de generosidad que es despojarse de todo fermento humano para contemplar, compadecer, perdonar y amar a los hermanos que, créelo, por más que orgullosamente se muestren seguros y felices, no lo son ni están.

 

Aquí, sobre este corazón que te ama, deposita una lágrima,

un beso y un perdón para tus pobres hermanos

 

Aquí, sobre este corazón que te ama, deposita una lágrima, un beso y un perdón para tus pobres hermanos. ¿No es verdad que ahora todo te duele menos?

¡Qué otras son mis palabras de las que ayer pretendía sugerirte el Enemigo! ¿No es cierto? Y la misma dulzura y descanso actuales ¿no son bien diferentes de lo que probabas ayer cuando él giraba en torno tuyo? Sentías lo desagradable de su aliento, te quemaba su odio y sufrías porque no le amas y te repugna. Pero ¿ya ves ahora? Esto es lo que emana de Mí, tu Dios: Paz, dulzura, bondad.

Está segura de que has merecido esta doble efusión de amor porque ayer amaste la Verdad por encima de todo cálculo humano.

Vete en paz, bendita mía. El amor de Dios está siempre contigo."

504-508

A. M. D. G.