6 de julio
sE LE APARECE NENNOLINA
Después vino Jesús con aquellos dos dictados
Para el que juzgue humanamente, yo debería encontrarme en un estado de desventura. Mas, a partir de ayer, me encuentro en un estado de gran ventura.
Tras haber sostenido la infernal batalla del día 4 por la tarde y haberla querido reseñar porque me parecía bien escribirla, ¡cuánto he llorado...! Estaba ciertamente acabada y destrozada. Por la noche, a eso de las 3, el ardor hízome salir del letargo. Mucho era que no pasase a más. Aún lloré desoladamente. Creo que se descompuso todavía más el corazón.
Después recé y, a continuación, hice mis acostumbradas súplicas. Y, llegado que hube a la de Nennolina, le dije: "Nennolina, ofrécesela tú a Jesús y dile que me permita retornar a mi casa. Si se lo dices tú, seguro que te escuchará... y tú, que estuviste tan enferma, puedes comprender lo que es el sufrir de una enferma".
Y se me apareció Nennolina, vestida de blanco, de una estatura casi igual a la de Marta, con sus grandes ojos pensativos y refulgentes, sonriendo, inundada de luz y on un ceñidor luminoso al costado en el punto donde tenía la gran herida.
"¿Eres tú?", le pregunté, contestándome ella con una sonrisa de niña feliz.
"¿Eres muy feliz?"
Nueva sonrisa de asentimiento.
"¿Y tu piernecita?"
Contestó Nennolina: "Ya no sirve. Aquí donde me encuentro, nada sirve ya; basta únicamente el amor". Y, con gesto propio de niña, describió una medio pirueta girando sobre sí misma y riendo con todos sus dientecitos.
"¿Me quieres mucho, Nennolina?"
Sonrisa de asentimiento.
"Acuérdate de decirle a Jesús que la pobre María no tiene otro que a El y que sólo en El tiene puesta su esperanza".
Nueva sonrisa, un adiós y la forma que se desvanece en luz.
Después vino Jesús con aquellos dos dictados
Después vino Jesús con aquellos dos dictados; y esta mañana, tras una noche de sopor tranquilo, con el consuelo de las caricias divinas, he aquí el dictado sublime. E incluso, humanamente, me siento contenta... porque aún soy una mujer y hoy he recibido "una flor" como dice Jesús. "Una pequeña cosa para un ... gran espíritu", como asimismo dice Jesús.
¿Grande? ¿Grande el mío? ¡No! Si bien es un espíritu que tiende a crecer para agradar a Dios. A El sólo.
Ahora bien, he recibido una cosita: una flor de amor humano que ha hecho un bien grandísimo a mi pobre humanidad desollada. Totalmente desollada y percutida por encima de las laceraciones producidas por manojos de ortigas... Por eso se ha regocijado mi espíritu y mi humanidad.
¡Oh, bendito seas, Señor, que te has compadecido de tu pobre María...! Y el Maestro me da a entender que tal compasión ha sido debida a que anteayer supe serle fiel al no recurrir a simulación condescendiendo con Satanás.
Estas páginas habrán de ser leídas exclusivamente por Paula, Pepito, Marta y el P. Migliorini, si es que aún he de llegar a verle.
Así lo quiere el Maestro.
508-510
A. M. D. G.