8 agosto 1944

 

 

mi vida terrena fue una continua Epifanía

 

 


 

Manifestación en su vida humilde en Nazaret 

 ¡Oh qué luz de horizontes de ciencia divina os puede abrir una sola palabra de mi Evangelio!

   tomemos las manifestaciones de mi Nacimiento, Presentación en el Templo, Adoración de los Magos llegados de Oriente, Disputa con los doctores, Bautismo en el Jordán, Transfiguración, Resurrección y Ascensión a los Cielos

   Los pastores, los primeros a quienes se les manifestó el Verbo encarnado

   Y de igual manera los tres Sabios de Oriente, y Simeón y Ana , lo mismo que Andrés y Juan en la manifestación del Jordán, ... 

  Gamaliel, y con él Hillel, 

  Tampoco Nicodemus y, con él, José de Arimatea, sabían poner bajo sus pies las fórmulas y costumbres

    Saulo  

 Gamaliel es santo a mis ojos porque fue justo

 


 

Dice Jesús:

"Puede decirse que mi vida terrena fue una continua Epifanía puesto que epifanía quiere decir manifestación y Yo me manifesté a los hombres durante mis 33 años sin interrupción.

 

Manifestación en su vida humilde en Nazaret

 

Cuando y donde la manifestación no se vio acompañada de ese "quid" milagroso capaz de llamar poderosamente la atención de los hombres de siempre desviada hacia lo menos bueno, fue, en cambio, siempre tal hasta el punto de constituir un signo de manifestación sobrenatural la Virtud, todas las virtudes practicadas en su más alto grado de perfección por el Hijo de José y de María de Nazaret, por el Hijo de José, el carpintero, y de María, una humilde mujer, pobre y callada que apenas si era notada por sus conciudadanos al vivir tan retirada en su casa. En la sencillez de las diarias virtudes de amor y de respeto a los padres, de laboriosidad, de honestidad en el trabajo y en el lucro, de respeto a sí mismo, de obediencia a las leyes y a los superiores, de caridad con el prójimo, de justicia, de templanza, más que nada en los sentidos, el Hijo de José, el carpintero, manifestaba su sabiduría resplandeciendo en todos sus actos un espíritu en el que vivía Dios con todas sus perfecciones.

Pero el mundo y, cómo no, el pequeño mundo de Nazaret nunca descubrió las manifestaciones de unas virtudes que, por ser cotidianas y entretejidas con los hechos de cada día, pasan humildemente por los caminos erizados de espinas que se convierten en rosas únicamente cuando las holláis  hiriéndoos con ellas y goteando sangre y lágrimas si habéis de ser fieles en la virtud. pero dejemos esta diaria manifestación, prolongada durante treinta años, de Aquel que crecía y se robustecía no sólo en el cuerpo mas también en la parte superior; y que, poseyendo por su naturaleza la plenitud de la Sabiduría y de la Gracia, puso límites por amor a los hombres a estas perfecciones encarnándose, junto con su espíritu, en vuestra miseria y permitiendo que el desarrollo de tales perfecciones se ajustase a las normas establecidas para las diferentes edades humanas, progresando, por tanto, metódicamente al crecer en la sabiduría y en la gracia, como Hijo del Hombre ante Dios, su Padre y ante los hombres, sus hijos y hermanos, una vez realizada su encarnación.

 

¡Oh qué luz de horizontes de ciencia divina os puede abrir

una sola palabra de mi Evangelio!

 

¡Oh qué luz de horizontes de ciencia divina os puede abrir una sola palabra de mi Evangelio! En aquel "se robustecía"  y en aquel "crecía" del Evangelio de mi infancia (Lc 2, 52), ¡qué misterios de amor y de justicia tan perfectos se encierran! Vosotros lo leéis pasándolo por alto. Y si llegáis a leerlo y meditarlo, empapáis en un jugo humano todo lo que es sobrehumano. La carne es tan poderosa en vosotros que sojuzga las fuerzas intelectivas de vuestro espíritu. De donde resulta que sólo a aquellos que dieron muerte a la carne en sus demandas e imposiciones haciendo de estas ruinas la base para el trono del espíritu-rey, se les conceden los conocimientos, bien mediante la divina palabra o bien mediante la infusión divina de una inteligencia que roza la perfección al proceder del Paráclito que, por una espiritual encarnación del Verbo en vosotros, espíritus vírgenes que únicamente desean las nupcias eternas, se infunde a Sí mismo y genera en vosotros la Palabra, haciéndoos "portadores de Cristo" al igual que lo era la Esposa virginal de sus ardores septiformes.

He dicho: "que roza la perfección". Es perfecta al proceder de Dios; mas la criatura humana no podría poseer la Perfección cual ella es por cuanto quedaría desintegrada por la misma. Desintegrada, ya que el corazón y la mente de los vivientes en la tierra no pueden contener el conocimiento total de lo que es Dios. El Infinito no cabe en lo finito.

Conocer a Dios con el espíritu desencarnado constituye vida y gozo; mas para una criatura que todavía está en el exilio, ese conocimiento sería su fulguración. Sería un éxtasis por demás sublime que destruiría la inteligencia y la vida con el disparo de su chispazo procedente de la Verdad. La Verdad, buena en sí, se recubre siempre con un velo de carne a fin de hacerse soportable a vuestra debilidad permitiendo así a vuestra limitación conocer a Dios y vivir en su conocimiento, trayendo el Cielo a vosotros sin que tengáis que morir para ello antes de que os llegue la hora.

Pero volvamos al tema inicial.

Es un placer tan grande para Mí, Maestro y Amador vuestro, hablar con vosotros, –que, cual niños amorosos, estáis ansiando oírme y, con ojos puros de párvulos espirituales y sonriendo de amor, me rodeáis a Mí que os amo– que no acierto a frenar el gozo que siento instruyéndoos a vosotros, queridos de mi corazón y benditos míos que hacéis que aún pueda continuar siendo aquel "Maestro" rodeado de sus amados apóstoles. Por eso Yo, a aquel para quien el amor es avenida que rompe los diques para derramarse –y los diques son los temas y límites que Yo pongo a mis lecciones compadeciéndome de vuestra debilidad que se cansa de escuchar, de retener o de escribir– por eso Yo, en el tema inicial intercalo otros para llevaros conmigo cada vez más arriba y teneros por más tiempo estrechados a Mí, discípulos e hijos queridísimos, en quienes, como el Padre conmigo, Yo me complazco.

 

tomemos las manifestaciones de mi Nacimiento,

Presentación en el Templo,

Adoración de los Magos llegados de Oriente,

Disputa con los doctores, Bautismo en el Jordán,

Transfiguración, Resurrección y Ascensión a los Cielos

 

Dejemos las diarias manifestaciones de mi vida y, de las grandes manifestaciones, tomemos las de mi Nacimiento, Presentación en el Templo, Adoración de los Magos llegados de Oriente, Disputa con los doctores, Bautismo en el Jordán, Transfiguración, Resurrección y Ascensión a los Cielos. A excepción de la última, tú has visto todas ellas recibiendo el comentario de tu Dios o de su Madre. A través de mi comentario o con las luces de tu mente –espejo dirigido a la Luz que aumenta su luminosidad concentrando en sí la que refleja su ansia de amor y que, en correspondencia de ese amor, se mira en él– has podido ver cómo a cada manifestación corresponde la satisfacción de los que, presentes a ella, poseen la "buena voluntad" exigida a los hombres para poseer la Paz, esto es, a Dios.

 

Los pastores,

los primeros a quienes se les manifestó el Verbo encarnado

 

Los pastores, los primeros a quienes se les manifestó el Verbo encarnado (Lc 2, 8-20), quedaron santificados por El. La Gracia trabajó en ellos como semilla arrojada a la tierra cuya labor invernal no la ven los hombres pero que fructifica en tallos y espigas al llegar su hora, siendo entonces cuando el hombre lo ve y se goza pensando en el futuro pan. Así fue trabajando la Gracia en los pastores durante los treinta años de mi vida oculta, floreciendo después en espigas santas al llegar el tiempo en que los buenos se separaron de los malos para seguir al Hijo de Dios que pasaba por los caminos del mundo lanzando su grito de amor para llamar a congregarse a las ovejas de la grey eterna dispersadas y extraviadas por Satanás.

De haber estado tú presente, les habrías llegado a ver entre las turbas que me seguían. Más aún: les habrías visto ser mis enviados, ya que con sus sencillos y convincentes relatos pregonaron a Cristo diciendo: "Es Él. Nosotros le reconocimos cuando los ángeles arrullaron cantando su primer vagido y nos anunciaron que tendrán paz los hombres de buena voluntad. Buena voluntad. Buena voluntad es el deseo del Bien y de la Verdad. Sigámosle, seguidle y tendremos la paz prometida por el Señor".

Humildes, ignorantes y pobres, aquellos mis primeros embajadores entre los hombres se escalonaron, a modo de centinelas, a todo lo largo del recorrido del Rey de Israel, del Rey del mundo; ojos fieles, bocas honestas, corazones amantes, incensarios expandiendo el aroma de su virtud en torno a la divina Persona que habíase encarnado por ellos; y hasta a los pies de la cruz los encontré Yo tras haberles bendecido con la mirada a lo largo de la vía sangrante del Gólgota, siendo los únicos que, de entre la plebe desatada, no me maldijeron antes creyeron, siguieron esperando y me miraron con ojos compasivos recordando aquella noche lejana y llorando por el Inocente cuyo primer sueño fue sobre un leño penoso, siendo el último sobre otro mucho más doloroso. Y esto porque mi manifestación a ellos, almas rectas, habíales santificado.

 

Y de igual manera los tres Sabios de Oriente, y Simeón y Ana ,

lo mismo que Andrés y Juan en la manifestación del Jordán, ...

 

Y de igual manera los tres Sabios de Oriente (Mt 2, 1-12), y Simeón y Ana (Lc 2, 33-38), lo mismo que Andrés y Juan en la manifestación del Jordán (Jn 1, 35-40), y la plenitud de santidad de Pedro, Santiago y Juan en Tabor (Mt 17, 1-8; Mc 9, 2-8; Lc 9, 28-36); y María de Magdala en el huerto de José de Arimatea el domingo pascual (Mc 16, 9; Jn 20, 11-18); y la perfección de santidad en el monte Oliveto para los once perdonados de su instante de extravío una vez que tornaron a ser fieles movidos por el amor que les abrasaba (Mc 16, 20; Lc 24, 50-53; Hch 1, 3-14).

 

Gamaliel, y con él Hillel,

 

Gamaliel, y con él Hillel, no eran hombres sencillos como los pastores, ni santos como Simeón, ni ascetas como los tres Sabios. En él, lo mismo que en su maestro y pariente, vegetaba la maraña de bejucos farisaicos que impedían la Luz y la libre expansión de la planta de la Fe. Mas, dentro de su condición de fariseos, había en ellos pureza de intención. Se tenían por justos y deseaban serlo. Lo deseaban por instinto, porque eran justos y, al mismo tiempo, por estudio, por cuanto su espíritu gritaba disgustado: "Este pan viene mezclado con exceso de ceniza. ¡Danos el pan de la auténtica Vedad!".

Sin la suficiente fortaleza para tener el coraje de romper estos bejucos, la humanidad teníale aún por demás esclavizado y, junto con ella, las consideraciones de la estima humana, del peligro personal y del bienestar familiar. Gamaliel no supo "comprender al Dios que pasaba" ni usar de  "la inteligencia y de la libertad con las que Dios dotara el hombre", conforme a las palabras del propio rabino Gamaliel. Por este reconocimiento y este cambio de mentalidad, al dejar de ser doctor del error, pues los hombres, por su conveniencia, habían corrompido la Verdad transformándola en Error, llegaría a ser discípulo de la Verdad.

 

Tampoco Nicodemus y, con él, José de Arimatea,

sabían poner bajo sus pies las fórmulas y costumbres

 

No era él sólo. Tampoco Nicodemus y, con él, José de Arimatea, sabían poner bajo sus pies las fórmulas y costumbres y abrazar paladinamente la nueva Doctrina y así venían a ella "ocultamente por temor a los Judíos" (Jn 19 38-39) Más adelante estos dos últimos se distinguieron en el bien hasta el punto de arriesgarse en el gesto piadoso del Viernes. Y el rabino Gamaliel lo hizo más tarde. Ahora bien, –observa el poder de la recta intención– su humana justicia se hace sobrehumana mientras que la de Saulo se transforma en demoníaca cuando, al desatarse el Mal, le pone en el dilema de escoger entre el bien y el mal, entre lo justo e injusto.

El árbol del Bien y del Mal (Gn 2, 15-17) se yergue ante cada uno de los hombres ofreciendo los frutos del Mal con el más apetitoso de los aspectos y entre su follaje, con voz engañosa de ruiseñor, silba la Tentación. Toca al hombre, criatura dotada de razón, saber discernir y apetecer únicamente el fruto bueno por más que sea espinoso de coger, amargo de gustar y despreciable de ver. Su metamorfosis a morbidez, dulzura y belleza se opera cuando se le ha escogido y el espíritu se nutre con este su santo amargor.

 

Saulo

 

Saulo tiende sus manos ávidas al fruto del Mal, del Odio y del Delito. Gamaliel, en cambio, venciendo los tenaces bejucos de la humanidad y de la costumbre, por el florecer de aquella lejana semilla de luz que mi cuarta epifanía sembrara en su corazón, un corazón de intención recta, semilla que él acogió y defendió con honesto cariño deseando con acentuada sed verla despuntar, tiende sus manos al fruto del Bien. Su voluntad y mi Sangre quebrantan la dura corteza de aquella semilla que él tuteló y bajo el sol de las palabras apostólicas y de la fe de Esteban quebrantan la dura corteza de aquella semilla que él tuteló y bajo el sol de las palabras apostólicas y de la fe de Esteban brota de ella la nueva planta de su cristianismo y de su santidad ante mis ojos. Perdonando de no haber comprendido antes, bendice al Altísimo su deseo de llegar a ser seguidor mío, deseo que se transforma en realidad sin necesidad de la fulguración que tuvo lugar en el camino de Damasco (Hch 9, 3-9; 26, 12-18) y que fue necesaria para el protervo al que por ningún otro medio habría sido posible conquistar para la Luz.

 

Gamaliel es santo a mis ojos porque fue justo

 

Por no ser de necesidad no hago más comentarios. Mi pequeño Juan, mi pequeño justo que amas a quien es justo y deseas saber de él si es santo. Pues bien, ya has sabido que el rabino Gamaliel es santo a mis ojos porque fue justo. Sélo igualmente tú cada vez más.

También a ti se te ha manifestado Cristo, no una sino muchas veces. No con sola su presencia, mas también con su sabiduría. Que tu justicia crezca pues en la proporción que se te desvela. Cuanto más crezca, tanto más Yo me manifestaré a ti. y si siempre te haces merecedora de ello, vendré con mi palabra hasta que Yo quiera y con mi presencia siempre, estando así contigo hasta el momento en que tú vengas a estar conmigo. Ahora soy tu huésped como en una nueva Betania. Después serás tú mi huésped y, más que huésped, esposa. Asunta al trono de tu Rey, pequeña nueva Esther (Esther 5. Vulgata), hermoseada y fragante, no por los adornos femeniles sino por destilar el óleo mirrado del sacrificio y los aromas y perfumes del amor, de la fidelidad, de la pureza y de todas mis virtudes, todo lo tienes por Mí. Yo he dado orden a mi ángel, que es el tuyo, para que te adorne y te dé cuanto necesitas; y te he puesto siete y siete doncellas que son mis dones y sacramentos, ya que cuanto es del Espíritu de Amor es también mío. Serás amada más que tantos otros que creen estar en puestos de favor, no siendo diferentes del rencoroso Amán y que, como él, por soberbia, odian a los prudentes fieles de Cristo. Y hallarás gracia y favor ante tu Rey y paz y bendiciones para aquellos por los que tú ruegas, puesto que tus plegarias serán escuchadas por Dios.

Ahora vete en paz, La mano de tu Señor está posada sobre tu cabeza.

Por la noche agrega Jesús:

Pequeño Juan: ahora que has descansado, añade esto: La Iglesia, divinamente inspirada, conmemora a Gamaliel a la vez que la invención de aquel cuyo martirio fue la lluvia de abril que hace brotar la espiga en el tallo. Y es en estos días de agosto cuando la Iglesia recuerda en sus anales el hallazgo del cuerpo de Esteban y asimismo aquel que encontró el camino de Dios buscado durante toda la vida con la nostalgia de mi voz de niño, camino que venía a indicárselo al mirada extática de mi primer mártir.

Basta por ahora. Mañana vendré a hacerte feliz."

610-617

A. M. D. G.