14-8-44.

(14 agosto 1944)

 

 

veo a las personas, no por lo que aparentan

 exteriormente, sino por lo que realmente

son en su interior

 

 


 

Por más que me encuentre cansadísima por haber el Señor hecho uso de mis fuerzas en estos siete últimos días de un modo... excesivo y hallarme ahora carente de ellas, siento la necesidad de poner al final de este cuaderno una nota que le será tal vez de utilidad. La pongo aquí de intento porque, una vez que Paula haya leído la última visión, este cuaderno ya no irá a manos de persona alguna y así, nadie, fuera de usted, habrá de leer esta nota:

Le hablé –y se lo escribí en aquella hoja que le entregué el 11 de julio–de lo que me sucede: que veo a las personas, no por lo que aparentan exteriormente, sino por lo que realmente son en su interior; fenómeno éste que me hace sufrir grandemente, ya que me troncha ilusiones y me hace experimentar repugnancias que he de superar con sobreabundancia de caridad. Resulta tan triste decir. "Es todo inútil para éste que tiene una gangrena incurable". Y haber de tenerlo al lado sintiendo el hedor de su amo: Satanás, que lo tiene amarrado y no lo suelta...!

Por lo demás, al oír usted aquella confidencia mía del 11 de julio, haya pensado tal vez que esto de ver a uno con cara de demonio, feísima hasta ser repelente, se deba, incluso, a mi particular estado de ánimo contra él. También yo querría que así fuese y preferiría pensar que soy yo la que falto a la caridad antes que resulte ser él como yo lo veo.

Padre, hace ya 34 días que le obedezco y que, como escribí al pie de la visión y del dictado del 9 de los corrientes, no sólo no tengo palabras de reproche, pero ni pensamientos. Procuro no pensar jamás en lo que sucede ni en cómo se portan conmigo mis huéspedes por más que, de su parte, estén siempre a la orden del día las faltas de atención y de afecto. De lo que excluyo a Paula.

Ahora bien, continúa tal cual el fenómeno que le indico. Casi nunca le veo a mi primo y, si le veo, es unos instantes al día. Pues bien, por encima de su rostro de carne me aflora siempre el otro... y he de hacer inauditos esfuerzos para no demostrarle miedo o repugnancia.

Entre tanto, le digo que, mientras Paula, de unos meses a esta parte, se ha aficionado a la belleza de los dictados, como: la Hora del Getsemaní dictada el 6 de julio, etc. etc., él no se ha interesado en leerlos. Hace ya dos meses: del 18 de junio al 14 de agosto, que se desentiende en absoluto de ellos. Al principio, desde que está aquí (En S. Andrés de Cómpito), eran para él algo que le cansaba con intermitencias; mas después lo ha dejado totalmente. No es que yo pretenda que se lean... pero me disgusta ver cómo ni la belleza literaria de los dictados logra ya seducirle. Esperaba que, a través de la belleza, algo le penetrase y así la belleza sirviese para introducir en él la santidad. Mas, por el contrario...

Esto por lo que hace a él: una sensación vivísima y nitidísima, siendo la más nítida muy difícil de superar. En cuanto a los demás, sean de casa o más ajenos, es sensación que perdura. Mas, afortunadamente, ninguno se halla en tan desventuradas condiciones y, por ello, sufre menos mi espíritu con ese conocimiento. ¡Doblado sufrimiento! De afecto humano, porque le quiero como pariente; y de afecto sobrehumano, porque deseo su bien como cristiana.

Con todo, este doloroso conocimiento resulta para mí un poderoso auxiliar para justipreciar todos sus actos que antes, dado el cambio operado en pocos días, me traían perpleja al no acertar a explicármelos. La repulsión no la experimenta María Valtorta sino "la vocecita de Jesús", el perfume del Maestro que me penetra y rezuma, ya que me hallo literalmente saturada de él y puedo decir que no vivo sino dentro del círculo de su amaestramiento, resulta insoportable para quien es enemigo del Maestro o se halla en el error.

¡Infeliz criatura! ¡Y cuántos no habrá como él! Pues bien, si después de un año de continuo contacto y de lectura de dictados –de abril del 43 a abril del 44 y, esporádicamente, más adelante– se encuentra así, ¿qué será cuando haya caído en los lazos del satanismo largamente practicado en su recinto? ¿Sabe? son pensamientos de profundo dolor.

Por Paula, en cambio, son pensamientos de gozo porque veo que la semilla caída en ella ha echado profundas raíces y granado en sólidas virtudes.

A lo hecho, pecho y adelante. Jesús tiene dicho que no hay que pretender salvar a todos. No lo pretendo por tanto y sigo adelante.

636-638

A. M. D. G.