10 de septiembre
Deja hacer al que te ama: A mí.
Vosotros sois los portadores y los pararrayos
La voz de Cristo va dirigida a todos, lo mismo que Cristo fue a todos
Finalizado el ciclo del nacimiento de María, su infancia, niñez y adolescencia (Se trata de visiones y dictados escritos entre el 22 de agosto y el 6 de septiembre, pertenecientes a la magna obra sobre el Evangelio), me sigue la beatitud de contemplarla en su vestimenta de esposa purísima durante los días 6, 7 y 8. Además, en los días 6 y 7 se añade a esto el gozo. Mas el día 8 se desata la tempestad. Es viernes y sufro mucho por multitud de causas provenientes de todo y de todos. Ayer, día 9, idem. de idem.
Esta mañana se presenta de nuevo mi pena tan pronto despierto del breve sueño interrumpido por sufrimientos físicos. Mas siento que Jesús está conmigo cerquita, muy cerca de mí. Ciertamente no tengo otro que El. Y quiere estar sólo El.
En esto, dice a mi alma:
Vosotros sois los portadores y los pararrayos
"Una de las primeras veces en que fui para ti Maestro, te hablé de tu función y de la de las almas semejantes a ti. Dije: "Vosotros sois los portadores y los pararrayos". Llevad a Cristo, custodias vivas y púlpitos de carne, entre los hermanos para que el mundo me vea y pueda desde ellos hablar a las turbas por las que siento compasión (Mc 6, 34). Mas sois igualmente pararrayos que ahuyentáis las desventuras con vuestra presencia, no porque sea vuestra sino porque vosotros me atraéis a Mí y donde Yo estoy no hay desventura sino protección.
Deberías tú ahora estar persuadida de esto. Tu Director, por ser menos Tomás que tú, ya lo estaba y por eso precisamente te quería a su lado. El mundo no lo sabe, pero Yo sí, pudiendo hacer un milagro continuo en favor y en torno a mis predilectos de quienes recibo amor y hacia los que me vuelvo en demanda de su servicio.
Debería dirigirte de nuevo un reproche que ya te hice; pero te encuentras abatida porque ves las consecuencias que se han seguido de haber tú preferido la tierra, con sus voces de sangre, al Cielo, con sus luces de espíritu. Por encima de la sangre y de los afectos está siempre el espíritu con sus exigencias y Jesús. Recuérdalo. Lo dije y lo repito: "Se te perdona tu error porque el motivo de cometerlo ha sido la caridad. Mas no vuelvas más a caer en él". Tu caridad ha de verse libre hasta de la más leve sombra de humanidad. Debe ser, por tanto, caridad universal para la que han de ser iguales en el amor activo tanto los parientes como los desconocidos. No eres ya María Valtorta sino mi "portavoz".
La voz de Cristo va dirigida a todos, lo mismo que Cristo fue a todos
La voz de Cristo va dirigida a todos, lo mismo que Cristo fue a todos. Y aún más: dejó a los prójimos en la sangre para ir a los desconocidos, entre los que estaban sus denigradores y asesinos. Y esto porque así lo exigían los intereses de mi Padre. Resulta una penosa mutilación decir: "Todos, sin distinción alguna de rango afectivo, sois para mí hermanos y yo estoy al servicio de todos". Mas sobre la mutilación despuntan las alas de águila seráfica...
Ahora llévalo con paciencia. Son éstas las últimas consecuencias de haber entrevisto, en una hora en la que sufriste el asalto más fiero de Satanás que te quería aparte de Mí, lo que era el bien y el mal. Y cediste, no al mal sino a cosas que son siempre fruslerías respecto a los intereses de Dios, el cual, por su parte, jamás transige en aquello que hace referencia a tu bien.
Y ahora estáte en paz. Así lo quiero Yo, ya que en la turbación se ofusca la luz de tus ojos espirituales y de tu espiritual oído. Deja hacer al que te ama: A mí."
660-662
A. M. D. G.