18 de septiembre
Yo soy el que reino, Yo soy el que amo
y Yo el que absuelvo. Yo, en quien el Padre
delegó todo juicio
Y cuanto de Mí fluye sobre ti no tendrá acaso poder de absolución y de bendición
Al acordarme de que este año he perdido las absoluciones y bendiciones generales franciscanas y servitas de la Natividad de María Santísima, de la Dolorosa y de las Llagas de San Francisco, me lamento por ello y he aquí que Jesús me dice::
¿no tendrá acaso poder de absolución y de bendición?
"Y cuanto de Mí fluye sobre ti ¿no tendrá acaso poder de absolución y de bendición? Como lluvia de gracias brotan la palabra y el amor de mis labios y de mi corazón y se derrama sobre ti, encontrándote empapada de ellos, ¡violeta mía de la Cruz!
Te doy mi caridad. Te dije que la más grande de las indulgencias es la de la caridad que cubre la multitud de los pecados. Y esto para todos los cristianos, que sin embargo, deben hacer continuos actos de fe y de caridad para ganar y merecer esta indulgencia. Pero tú...! Tú tienes ante ti a tu Señor que te ama y del que oyes sus palabras que te aseguran de su amor. No tienes sino estar frente a El amándole para estar segura de que la indulgencia plenaria desciende sobre ti a cada instante purificándote.
Para quien así me tiene resulta facilísimo amarme. ¿No es cierto? Así pues, ¿de qué te lamentas?
Quiero que sigas con humildad la senda común
y acudas a mis ministros para obtener de ellos las indulgencias
y absoluciones que les he facultado conceder en mi nombre
Quiero que sigas con humildad la senda común y acudas a mis ministros para obtener de ellos las indulgencias y absoluciones que les he facultado conceder en mi nombre. Mas cuando cualquier circunstancia te lo impida, no te aflijas por ello. Tienes el deseo de ganarlas reconociendo humildemente tus necesidades de pobre criatura y el deseo sincero, ya lo sabes, casi tiene valor de realidad, teniéndolo a veces del todo.
Y, por último, me tienes a Mí, tu Dios, tu Jesús, tu Maestro y tu Amor. Y este tu Dios, tu Jesús, tu Maestro y tu Amor es Sacerdote eterno, engendrado tal por el Padre. Es el Sacerdote de los sacerdotes y todo bien espiritual que os llega a vosotros en la tierra desciende de mi cátedra de Pontífice supremo.
Yo soy el que opero, Yo el que aplico y el que realizo el don. Soy Yo: Jesús, Hijo de Dios y Redentor del mundo. Yo. De mi pecho abierto, de mis miembros quebrantados y perforados por los flagelos, espinas y clavos, de mi corazón triturado por un delirio de amor por vosotros, sale lo que purifica: la Sangre y el Amor. Yo soy el que reino, Yo soy el que amo y Yo el que absuelvo. Yo, en quien el Padre delegó todo juicio.
Y pues me tienes a Mí, estáte contenta. Mira: Yo, mi pequeña voz, alzo mi mano traspasada y te bendigo y absuelvo. Te absuelvo y te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo."
676-678
A. M. D. G.