25 de septiembre

 

 

si no viene la Carne, viene la Palabra,

que se confía a sus siervos,

para mis pobres hombres

 

 


 

Dios de los cielos... escucha a una miserable que recurre a Ti y todo lo espera de tu misericordia...

   No sólo mi Casa, mas también la tuya, o sea, la casa espiritual de tu corazón 

  Y Yo, el Jesús de Nazaret, el Maestro bueno, el Taumaturgo divino, no habré de tener compasión de ellos

   Fui el Precursor de la venida del Paráclito y vendré para agrupar a los fieles con el Espíritu del Señor que es Ciencia y Conciencia el Bien. 

 


 

Con el ánimo turbado aún por el dictado de ayer y luchando entre la obediencia y el deseo de no causar dolor al P. M., he recitado esta mañana, como de costumbre, el "Veni, Sancte Spiritus" antes de abrir la Biblia para encontrar en ella luz y consuelo cuando no habla Jesús directamente.

Se me ha abierto por la página que trae la última parte de la plegaria de Judit antes de ir adonde Holofernes:

 

Dios de los cielos... escucha a una miserable que recurre a Ti

y todo lo espera de tu misericordia...

 

"Dios de los cielos... escucha a una miserable que recurre a Ti y todo lo espera de tu misericordia... pon en mi boca las palabras y fortifica este propósito en mi corazón a fin de que tu casa conserve siempre su santidad... etc., etc." cap. 9º, v. 17-19 (Judit 9, 12-14 Vulgata 9, 17-19).

Me digo: esto va muy bien para mí que no quiero sino la gloria de Dios, reconociendo mi miseria y debilidad y no quiero sino que la casa de Dios, la Iglesia militante, conozca la santidad, una santidad siempre en aumento.

Mas, al tiempo que escribo esto, la voz bendita de mi Señor, cuya presencia desde anteayer es continua con su vestidura blanca de Maestro mío, me dice:

 

No sólo mi Casa, mas también la tuya,

o sea, la casa espiritual de tu corazón

 

"No sólo mi Casa, mas también la tuya, o sea, la casa espiritual de tu corazón en donde acoges a Dios y en el que el amor hacia tu Dios debe, y con mi fuerza lo conseguirás, conservar siempre su santidad, es decir, la amistad con Dios y el celo hasta el sacrificio por su causa. Nunca temas hablar u obrar. ¿No ves cómo en los momentos más graves de tomar una decisión Yo estoy visiblemente a tu lado? Es para infundirte fortaleza y expresarte mi aprobación".

En efecto, cuando El está allí, ¡qué coraje y sinceridad infunde! ¿Cómo es posible hacer algo que no sea verdad, siquiera sea el callar por un motivo de afecto humano, cuando El mira con aquellos ojos?

Más tarde me hace abrir al final de la profecía de Jonás (Jonás 4, 10-11) y dice Jesús, pero lo dice con una severidad que me da miedo:

"Escribe. Es para entrambos (M.V., P. M.). Porque los dos os afligís por algo que ninguna fatiga os costó ni habéis contribuido a su crecimiento. El uno en un sentido y la otra en otro, los dos querríais privar de esta misericordia a los modernos Ninivitas, o sea, tú, portavoz, a tus hermanos laicos y el P. M. a sus hermanos consagrados.

 

Y Yo, el Jesús de Nazaret, el Maestro bueno, el Taumaturgo divino,

 ¿no habré de tener compasión de ellos?

 

¿No sabéis que, tanto en una como en otra Nínive hay a cada ciento veinte mil personas que no saben distinguir su mano derecha de la izquierda, esto es, el bien del mal, porque un conjunto de cosas, que no son sino otras tantas añagazas y obras de Satanás, les redujo a la condición de deficientes del espíritu? ¿No sabéis que, tanto en una como en otra Nínive, entre estos ciento veinte mil y ciento veinte mil, hay una décima o vigésima parte que siente su desdichada ceguera y la deficiencia de su inteligencia espiritual y me gritan: "¡Jesús, apiádate de nosotros, enfermos! ¡Haz que veamos! ¡Abre nuestros corazones y nuestras mentes para comprenderte!" Y Yo, el Jesús de Nazaret, el Maestro bueno, el Taumaturgo divino, ¿no habré de tener compasión de ellos? Mas, no sólo de ellos sino también de aquellos a quienes su contubernio con el vicio les redujo a la condición de animales.

¡Qué gran número de animales hay en la tierra! ¡Hombres a los que el maleficio de Satanás les degradó hasta el punto de llegar a ser animales y no otra cosa!

 

Fui el Precursor de la venida del Paráclito y vendré para agrupar

 a los fieles con el Espíritu del Señor

 que es Ciencia y Conciencia el Bien.

 

Yo vine a traer el Espíritu. Fui el Precursor de la venida del Paráclito y vendré para agrupar a los fieles con el Espíritu del Señor que es Ciencia y Conciencia el Bien. Fidelidad y Amor a Dios. Pero ahora no puedo venir revestido de carne a preparar los caminos para el triunfo del Rey porque el Padre no lo quiere. ¿Dejaré por eso que la barca de la pobre humanidad naufrague y muy pocos de ella se salven? No. Pues bien, si no viene la Carne, viene la Palabra, que se confía a sus siervos, para mis pobres hombres.

Y mis siervos no son dueños de la Palabra sino custodios y distribuidores de la misma. Y lo deben ser sin enojos ni apegos humanos. Repito pues mis disposiciones de ayer, debiéndoos de atener escrupulosamente a ellas."

694-696

A. M. D. G.