27 de septiembre

 

 

¿Por qué miedo de Ti, Jesús?

 

 


 

Misericordia operante, Amor y no Justicia, Amor que, para ser totalmente Absolutorio, no exige sino amor y confianza

   Fui a ella, como Maestro bueno, para decirle palabras capaces de purificarla con una contrición verdadera y de consolarla con una resignación santa para así darle la salvación inmediata con el resurgir del amor

   El otro porqué que tienes clavado en el corazón es conocer si Yo sabía que Judas no se habría de salvar...

   Yo, Sabiduría, aun conociendo que, en el caso de Judas, era eso inútil, lo tuve sin embargo para enseñar a todos el arte de redimir y de ayudar al que se redime

 


 

... y se apodera de mí el dolor porque me acuerdo de mi madre (Iside Fioravanzi 1861-1943) que tuvo miedo de Ti, Jesús, cuando te vio... ¿Por qué miedo de Ti, Jesús?

Dice Jesús:

"¿Por qué? Muchos porqués hay en tu corazón después de este dictado. Pero bueno, comenzaré del último.

 

Misericordia operante, Amor y no Justicia, Amor que,

para ser totalmente Absolutorio,

no exige sino amor y confianza

 

No llores, mi pequeña voz, mi pequeña esposa. Tu madre está mejor que tantos otros, no obstante no supiera verme cual soy: Misericordia operante, Amor y no Justicia, Amor que, para ser totalmente Absolutorio, no exige sino amor y confianza. Mi amor y el tuyo aportaron el justo peso al del amor necesario al alma de tu madre para rescatarse a sí misma. ¿No sabes que el amor es un tesoro que todo lo compra, todo lo libera y todo lo redime? No llores.

¿Por qué tuvo miedo de Mí? Fui a ella para darle fortaleza y luz. ¿Por qué tuvo miedo...? Recuerda lo que dice el Evangelio de mis discípulos, tan imperfectos todavía ellos, no sólo antes de la Pasión, cuando me vieron caminar sobra las aguas, sino también después de haberme recibido eucarísticamente y ser redimidos por el Sacrificio que, al devolverles la Gracia, debía hacer a su espíritu vidente y capaz de reconocer el rostro de Dios. "Tuvieron miedo de Jesús porque lo creyeron un fantasma, un espíritu", dice el Evangelio (Mt 14, 25-26; Mc 6, 48-50; Jn 6, 19). También tu madre tuvo idéntico miedo. Me creyó un fantasma, un severo fantasma.

¿Ves, amiga mía, a qué aberración conduce una conciencia turbada? ¿Ves cómo es segura promesa de una muerte tranquila tener el espíritu amigo de Dios?

 

Fui a ella, como Maestro bueno, para decirle palabras

capaces de purificarla con una contrición verdadera

y de consolarla con una resignación santa

para así darle la salvación inmediata con el resurgir del amor

 

Fui a ella, como Maestro bueno, para decirle palabras capaces de purificarla con una contrición verdadera y de consolarla con una resignación santa para así darle la salvación inmediata con el resurgir del amor, lavacro de toda una vida. Si acudí fue por compasión de ella y para hacerte feliz a ti. A la viejecita de la visión (Se refiere a la visión del milagro de la espigadora mostrado precedentemente a este dictado y que aquí, naturalmente, no se consigna por pertenecer a la magna obra sobre el Evangelio) le di grano, besos y bendiciones; y a tu madre fui Yo para entregarme a ella como Pan del Cielo y así darle beso de amor y bendición de viático. Tuvo miedo porque me conocía muy poco, pues son demasiados los que me conocen así.

Pero no te acongoje el amor filial. A la viejecita le dije: "Yo te abriré las puertas y, contigo, a tu hijo y al hijo de tu hijo". Y a ti te digo: "Yo te abriré las puertas y, contigo, a tu madre y a tu padre". ¿Puedes creer esto? ¿Puedes creer que mi amor te pueda hacer esto? Tú ruega y ama. No te encuentras sola. Yo estoy contigo y quien ahora te ama en verdad y en bien está a tu lado.

 

El otro "porqué" que tienes clavado en el corazón

es conocer si Yo sabía que Judas no se habría de salvar...

 

El otro "porqué" que tienes clavado en el corazón es conocer si Yo sabía que Judas no se habría de salvar a pesar de mi empeño por salvarle.

Lo sabía. Pues entonces ¿por qué me sentía feliz? Porque, incluso, el solo deseo presente, flor en el páramo del corazón de Judas, hacía que el Padre mirase benignamente a este mi discípulo al que Yo amaba y no habría de poder salvar. ¡La mirada de Dios a un corazón! ¿Qué más querría Yo sino que el Padre os mirase a todos con amor? Y Yo debía mostrarme feliz para proporcionar al desgraciado, incluso, este medio para resurgir: el acicate de mi gozo viéndole tornar a Mí.

Un día, pasada ya mi muerte, Juan, que conoció esta verdad, se la dijo a Pedro, Santiago, Andrés y a los otros, porque así se lo ordené al Predilecto al que ningún secreto de mi corazón le fue ignorado. Lo supo y lo dijo para que a todos les sirviese de norma al guiar después a los discípulos y a los fieles.

 

Yo, Sabiduría, aun conociendo que, en el caso de Judas, era eso inútil,

 lo tuve sin embargo para enseñar a todos

el arte de redimir y de ayudar al que se redime

 

Al alma que, tras haber caído, se llega al ministro de Dios para confesar su extravío; al amigo o al hijo, al esposo o al hermano que, habiendo faltado, acuden diciendo: "Tenme contigo pues no quiero ya faltar para no causar pena a Dios ni a ti", aparte otras cosas, no se le debe defraudar la satisfacción de comprobar nuestra felicidad al verles deseosos de hacernos felices. Se requiere un tacto infinito para curar los corazones. Yo, Sabiduría, aun conociendo que, en el caso de Judas, era eso inútil, lo tuve sin embargo para enseñar a todos el arte de redimir y de ayudar al que se redime.

Y ahora te digo igualmente a ti, como a Simón cananeo: "¡Ánimo, ánimo!" y te estrecho a Mí para hacerte sentir que hay quien te ama. De estas manos descienden castigos, pero también caricias; y de mis labios palabras severas, pero también más numerosas y pronunciadas con mucho mayor gozo, palabras de contento.

Vete en paz, María. No le has apenado a tu Jesús; y que esto te sirva de consuelo."

¡Tenía tanto miedo en estos días de haberle causado dolor... y tanta pena acordándome de mi madre...!

Esto empalma con la gracia de la flor nacida en el balcón de mi casa que Marta, sin saber que repetía el gesto, me ha traído. Es la primera flor que me produce alegría después de 6 meses menos 15 días que las flores más bellas me dejan indiferente.

¡Pobre, pequeña, semiajada flor de geranio blanco, de aquellos que mi madre cuidaba, de aquellos que crecieron en la tierra de mi bancal traída por mi padre! ¡Pobre flor y, a la vez, tan bella para mí!

¡Cómo comprendo, María, tu gozo al recibir aquel ramo de almendro de tu casa! Marta lo ignora, pues no ha leído las visiones ni dispone de tiempo para ello, ¡pobre Marta!, siempre en movimiento, verdadera Marta (Lc 10, 40-41; Jn 12, 1-2). Pero ha repetido el gesto de José cuando ofrece a su esposa Virgen aquel ramo florido (Se refiere aquí a la visión de "José designado para esposo de la Virgen" que forma parte de los episodios marianos correspondientes a la magna obra sobre el Evangelio). Y Marta no sabe que me ha proporcionado un gozo más grande que si me hubiese traído una joya.

La última flor que me hizo ilusión fue la violeta recogida también por Marta en un pinar, violeta que aún conservo, y el miosotis de una buena amiga. Es un saludo de Viareggio para mí que enloquecía en mi infierno, haciendo que ame de nuevo las flores. Primera flor que nuevamente es para mí "una flor" y no una que me causaba mal.

¡Muchos no lo comprenderán...! No me importa por ello. Siento con mi corazón y amo con mi corazón. Es un corazón que sabe darse por entero a Dios. Si fuese más frío, razonaría y sopesaría el sacrificio, cuando, precisamente, no razona ni sopesa absolutamente nada porque es un corazón que es como es. Por eso...

696-699

A. M. D. G.