8 de octubre.

Hechos cap. 17 v. 27-28

 

 

En verdad Yo no me encuentro lejos

de ninguno de vosotros

 

 


 

¿Dónde estoy? ¿Dónde este Dios  eterno? 

  Yo estoy junto a vosotros y vosotros vivís, os movéis y estáis siempre en la órbita de mi radio de acción

 


 

Dice Jesús (Mas rectifica M.V. intercalando sobre la línea: "que después resulta ser el Padre"):

"En verdad Yo no me encuentro lejos de ninguno de vosotros. Con sólo que me busquéis, –y para ello no es preciso que andéis a tientas como pobres ciegos para encontrarme– ya dais conmigo.

 

¿Dónde estoy? ¿Dónde este Dios eterno?

 

¿Dónde estoy? ¿Dónde este Dios eterno? ¿Dónde este Señor del cielo y de la tierra, este Creador de todos los hombres descendientes de Aquel que fue la obra maestra de su creación y son ahora la piedra de toque de su bondad? ¿Acaso hay que recorrer montes y valles, navegar por mares, afrontar desiertos o, simplemente, salir tal vez de casa o de la ciudad para dar con El en un lugar determinado? No. Bien es verdad que al nombre y al culto del Dios omnipotente se han erigido templos e iglesias y en ellos está el sol sin ocaso de la Eucaristía que llama a reunión a los hombres para caldearlos, nutrirlos, purificarlos y hacerlos unos con la Carne eucarística, con mi Amado y Querido (Hijo). Mas, ¿únicamente ahí tenéis a Dios? No. Jubiloso en sus santos, paternal en sus hijos y severo en sus enemigos, Dios está en vosotros.

Yo estoy en vosotros, vivo con mi Gracia, río de gozo y de paz, fuente de continuos favores, o amenazador con el solo poder ineludible de la mirada que es palabra y trueno de reconvención –si no bastan la palabra ni el rayo de mi mirada para hacer volver la conciencia a su deber– Yo estoy en todo espíritu de hombre. Yo: Rey y Creador del hombre.

Querría estar dentro de cada espíritu. Estoy en los de los justos lo mismo que la partícula en la custodia. Por el contrario soy como Custodia que refulge, elevada a lo alto en demanda de adoración, sobre fieles de voluntad tremante. Estoy entre rayos, truenos y fuego de cólera en lo alto de mi Gloria y digo a los rebeldes: "No sobrepaséis los límites de vuestro mal, antes retroceded, purificaos y tomad el camino de la santidad si no queréis que Yo os haga morir".

 

Yo estoy junto a vosotros y vosotros vivís,

os movéis y estáis siempre en la órbita de mi radio de acción

 

Mas no hay por qué andar a tientas para buscarme. Yo estoy junto a vosotros y vosotros vivís, os movéis y estáis siempre en la órbita de mi radio de acción.

¡Ay de aquellos que, dentro de los límites santos, llevan sus almas contaminadas de pecado! Con palabra de Dios, que no miente, os digo que seré benigno con quien, ignorando al Dios verdadero, le sirve con instinto espiritual de acuerdo con la bondad y la moral. Mas con aquellos que, conociendo mi Nombre y mi Ley, destronan a Dios para poner en su puesto vicios e idolatrías, será muy otro mi juicio. Los primeros sirven "al Dios desconocido" (Hch 17, 23). Los segundos desertan de la corte y la milicia del Dios conocido para servir a infinitos dioses, ídolos de múltiples nombres y de un único resultado: la ruina.

Y ¿podrá el Hijo, que murió para que todos amasen al Dios verdadero y que por el Padre fue constituido Juez al igual que designado Hostia del mundo, ser longánimo con aquellos que obstinadamente persistieron en sus idolatrías? ¿Hay algo que dejara de daros al crearos que justifique vuestra insensatez? No. Os doté de inteligencia y de voluntad, que os podrían bastar, ya que os las di como Dios, es decir, os capacitaban para manteneros en el bien. Y no me limité a ellas sino que os di también sabiduría y doctrina.

Está dicho todo cuanto el hombre debe hacer para ser hijo mío. El que no lo hace es porque no quiere serlo y, en tal caso, que no murmure si Dios se muestra con él como juez enojado y no como padre amoroso con sus hijos."

701-703

A. M. D. G.