13 octubre

 

 

"Ya nada quiero hacer sino vida ordinaria,

vida ordinaria a toda costa"

 

 


 

Con el ánimo batido por tantas cosas, rezo para conseguir una luz, siendo conducida al capítulo 12 de la Epístola a los Hebreos; y, realmente, se me afianzan las fuerzas del espíritu y vuelve el hálito a dejarse "oír", ya que bajo la presión de tantas cosas me viene al pensamiento: "Ya nada quiero hacer sino vida ordinaria, vida ordinaria a toda costa". Pero "El que habla" (Hebreos 12, 25) yo sé quién es y veo que me mira con ojos de un amor que demanda. Y ya no sé decir: "No quiero".

Verdaderamente Dios es fuego que devora hasta las tendencias de nuestra humanidad cuando ésta se abandona a El. A Aquel que me habla diciendo: "Yo no te dejaré, no te abandonaré", quiero repetirle una vez más con confianza: "Como eres mi auxilio, no temo a los hombres. No defraudes, ¡oh Dios!, mi esperanza".

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A. M. D. G.