16-10 (16 octubre)
Sí, Señor, llévame de la mano
Es tan fácil que la mente se ensoberbezca y el corazón llegue a hincharse de orgullo
Jesús, que sabe de qué clase de miedo hablo
Abro la Biblia y se me presenta el cap. 23.º del Eclesiástico, versículos del 1 al 4.
¿Es tan fácil que la mente se ensoberbezca y el corazón
llegue a hincharse de orgullo?
Es una plegaria que me agrada. ¿Es tan fácil que la mente se ensoberbezca y el corazón llegue a hincharse de orgullo? No. La muerte antes que esto, ya que ello equivaldría a perderte, Señor, y esto es lo que no quiero: perderte. Echa mano de flagelos y disciplinas, pero ten por tierra a tu "violeta"
A las doce le digo a Jesús: "Sí, Señor, llévame de la mano. (Estaba leyendo una frase dicha por Jesús a Sor Benigna (La sierva de Dios Benigna Consolata Ferrero, de las hermanas de la Visitación de Como 1885-1916), frase que era mi pensamiento del día). Yo quiero lo que Tú quieres y nada más; pero tengo miedo del mundo..."
Jesús, que sabe de qué clase de miedo hablo
Jesús, que sabe de qué clase de miedo hablo, me responde:
"Cuando, no reconociendo que cuanto haces es en mi nombre y por mi voluntad, te impusieren silencio, responde lo que Pedro y Juan al Sanedrín después de la curación del tullido: "Que sea o no justo ante Dios obedeceros a vosotros antes que a Dios, juzgadlo vosotros mismos. Nosotros (yo) no podemos (no puedo) dejar de hablar de lo que hemos (de lo que he) visto y oído" (Hch 4, 18-20). Por lo demás, no podréis impedirme a Mí que venga a ti y te fuerce a ver y oír. Y sería en ti una necedad dar oídos al mundo que se empeña en imponer silencio a Dios cuando Este le quiere proporcionar la luz.
Y si Yo lo quiero, ¿quién podrá contra Mí?"
712-713
A. M. D. G.