9-11-44 (9 noviembre 1944)
Santa Catalina de Siena le habla
Veo una figura alta, bella, imponente, luminosa, alegre con una alegría paradisíaca y una voz plena, de hablar dulce. En el tono me recuerda el aterciopelado amoroso de la Magdalena y en el acento, el más selecto lenguaje toscano.
Hermana, yo también vengo. Escribe mis palabras
que te proporcionarán un gozo y una paz muy grandes
Me dice: "Hermana, yo también vengo. Escribe mis palabras que te proporcionarán un gozo y una paz muy grandes". Y mientras tomo el cuaderno y escribo esto, espera y vuelve seguidamente a hablar:
"Soy Catalina (Santa Catalina Benincasa de Siena, ahora doctora de la Iglesia 1347-1380). Tú me amas y no me amas, porque te asemejas a mí y, con todo, te asusta mi fortaleza. Dulce hermana, ¿a qué te asustas? ¿No sabes que mi fortaleza es la misma que tú tienes y que no es otra que la del dulce y desangrado Cordero? ¡Oh, que toda su Sangre está en aquellos que le aman! Y por esta Sangre, que es fugo, nosotros estamos investidos de poder en el mundo y de júbilo en el Cielo. ¿Puede acaso quien tiene consigo esa Sangre no ser fortaleza y fuego? ¿Y no sabes que esa Sangre es savia de Dios y que lleva consigo lo que es esencia de Dios, esto es, Caridad perfecta?
Bien está que también tú, cordera y halcón, tuvieses tu Tuldo
Regocíjate, hermana. Bien está que también tú, cordera y halcón, tuvieses tu Tuldo (Nombre del joven que, condenado a muerte, fue asistido por Santa Catalina, llegando a morir santamente). Bien está; mas presa mayor has arrebatado tú con tu semblante amoroso que no yo sobre el tablado. Aquel fue un delincuente de sangre, mientras que el tuyo lo es de Satanás y del espíritu. A idénticos pastos le has conducido tú, dulce cordera de mi Pastor, a los pastos de las tres virtudes divinas y de las infinitas verdades. Sangre y fuego le has dado y Sangre y fuego tendrás por vestidura y diadema.
Adiós, hermana. La Paz, esto es, el dulce Cordero desangrado esté siempre contigo."
729
A. M. D. G.