23 de noviembre

 

 

¡cUÁNTO HAY QUE aprender de Jesús!

 

 


 

Jesús dice que hasta la sospecha es falta de caridad, como lo tiene dicho dos o tres veces en las escenas evangélicas  

 Jesús,  ¡qué lecciones nos da a todos! ¡Con qué respeto tutela el secreto!

 


 

Me encuentro inquieta. No es la primera vez, de un tiempo a esta parte, que recibo indicación de que alguien no se porta rectamente conmigo. Siempre he rechazado y callado tal indicación y confidencia. Mas en esta ocasión es por demás insistente.

 

Jesús dice que hasta la sospecha es falta de caridad,

como lo tiene dicho dos o tres veces en las escenas evangélicas

 

Quién sea, no lo sé. ¿Hombre? ¿Mujer? Lo desconozco. Lo que si sé es que hay quien no se porta con la sinceridad y corrección debidas conmigo. Y si esto fuese con María Valtorta nada malo sería. Mas me temo que el mal vaya dirigido contra la "portavoz". Me esfuerzo en no querer dar un nombre a este alguien insincero y sin respeto con Jesús. Mas si lo hago así es porque no tengo pruebas y no querría faltar a la caridad, –Jesús dice que hasta la sospecha es falta de caridad, como lo tiene dicho dos o tres veces en las escenas evangélicas– lo que no impide el que, aun involuntariamente, se aferre a mi mente algún nombre como del posible autor del mal.

Le digo esto porque con usted no tengo secretos y porque pienso que estará bien que usted también tenga conocimiento de este aviso. Por desgracia, nada impediremos; pero le estará bien saber que le he advertido de esto por anticipado.

 

Jesús,  ¡qué lecciones nos da a todos!

¡Con qué respeto tutela el secreto!

 

Me encuentro muy turbada, se lo repito. Turbada por esto, no por otra cosa. Jesús no me deja. Pero ¡qué lecciones nos da a todos! ¡Con qué respeto tutela el secreto! Yo, en modo alguno, soy libre para "ver y oír". El estar aquí sola con Marta me impone presencias de amigos y conocidos; y Jesús, que no quiere descubrir a su "portavoz", calla. ¡Cuánto hay que aprender de este silencio! Mas conmigo, íntimamente, no calla ni se ausenta, antes me colma de caricias...

Dirá alguno: "¿Por qué no habla y te hace ver de noche?"

Porque me encuentro muy mal. María está muriendo y Jesús es compasivo. El no hace uso "del procedimiento fuerte", al que yo calificaría de indelicado y prepotente, porque tiene ante sí a una que le ama. Usa de él cuando aprecia su necesidad; mas no se goza en atormentar.

¡Cuánto hay que aprender también en esto...!

743-744

A. M. D. G.