28 de noviembre

 

 

nO PUDE hacer la Hora de la Soledad

 

 


 

Continúan el exilio y el silencio (para los demás). Más adelante le transmitiré de palabra lo que, al respecto, me ha dicho Jesús. ¡No hay miedo de que se me olvide! Si bien es cosa para comunicarla verbalmente y por demás delicada para confiarla a una carta, sé cómo debo conducirme.

La semana pasada no pude en manera alguna hacer la Hora de la Soledad. Fue el viernes de aquella... jornadilla de marras que le describí. El sábado me encontraba tan extenuada que, por la noche, caí en un sopor del que salí al amanecer con una pesantez absoluta que degeneró en un atontamiento que se prolongó hasta casi las 8 de la mañana del domingo. Y por eso nada pude hacer. Lo cual me disgusta porque, desde que soy Servita, nunca le faltó esta compañía a la Virgen de la Soledad.

747-748

A. M. D. G.