15 de diciembre

 

 

La obediencia es santa;

mas nunca debe hallarse privada

de inteligencia

 

 

El Espíritu Santo. ¡Qué poco se le pide a este inefable Amor, a esta Luz divina, a esta Inteligencia perfecta, a esta nuestra tercer Persona que viene a crear y completar la uniforme y triniforme Naturaleza!

 

 


 

peligroso hacer de escolares obedientes a toda clase de doctores

   La obediencia es santa; mas nunca debe hallarse privada de inteligencia

  ¡Qué poco se le pide a este inefable Amor, a esta Luz divina, a esta Inteligencia perfecta...

   El Espíritu Santo, por tu amor hacia Él desde el primer encuentro, te ha amado con un amor especial

  María, te acuerdas de mi pariente Zacarías cuando con su muceta de doctor dispuso que era preciso que Jesús creciera en Belén, aduciendo en apoyo de su tesis la perspectiva de que habría de educarlo él

 


 

Dice Jesús:

 

peligroso hacer de escolares

obedientes a toda clase de doctores

 

"Hay mucha, demasiada gente que cree lícito alzar la voz en mi nombre para hablar a sus hermanos. Resulta fácil hacerse los doctores. Mucho más difícil hacer de escolares; dificilísimo hacer de escolares pacientes, y peligroso hacer de escolares obedientes a toda clase de doctores.

 

La obediencia es santa;

mas nunca debe hallarse privada de inteligencia

 

No te sorprenda lo que digo. La obediencia es santa; mas nunca debe hallarse privada de inteligencia. Y no sólo esto, sino que se ha de pedir a la Inteligencia que ilumine la inteligencia decada yno y la guíe: "Veni, Creator Spiritus, mentes tuorum visita... Deus, qui corda fidelium Sancti Spiritus illustratione docuisti, da nobis in eodem Spiritu recta sapere et de ejus semper consolatione gaudere..." ("Ven, o Espíritu Creador, visita las mentes de tus fieles... Oh Dios, que instruiste los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos saber discernir lo que está bien según el mismo Espíritu y gozar siempre de su consolación...". Del himno en honor del Espíritu Santo y de la oración de la misma Festividad, según el Misal vigente en tiempos de María Valtorta).

 

 ¡Qué poco se le pide a este inefable Amor, a esta Luz divina,

a esta Inteligencia perfecta...

 

¿No os dije muchas veces a todos vosotros, a través de cuanto les dije a mis apóstoles y discípulos, que para las cosas superiores, y en las ordinarias de las superiores, habríais de tener por Maestro y Guía al Espíritu Santo? ¡Qué poco se le pide a este inefable Amor, a esta Luz divina, a esta Inteligencia perfecta, a esta nuestra tercer Persona que viene a crear y completar la uniforme y triniforme Naturaleza!

¿Sabes, mi pequeño Juan, qué es lo que te ha merecido tanta luz? Sí, ciertamente, el amor a tu Jesús; pero también, también, también tu grande amor al Espíritu Santo. Lo recibiste de manos de un santo mío (El hoy siervo de Dios Andrés Carlos Ferrari 1850-1921, cardenal arzobispo de Milán que administró el sacramente de la confirmación a María Valtorta el 30 de mayo de 1905) y vino a ti pleno y operante, encontrando el terreno propicio para formar el "árbol gigante que se eleva hasta el Cielo y en el que las aves encuentran refugio, descanso y alimento". El árbol cuyas raíces se hunden en lo profundo: en el conocimiento humilde y sincero de ti y de tu nada; el árbol que se nutre de humildad, único humus verdaderamente idóneo para esta planta de santidad cuyas ramas se elevan al Amor, Sol que calienta, y se expanden en un radio cada vez más amplio para ser amor hacia sus semejantes.

 

El Espíritu Santo, por tu amor hacia Él desde el primer encuentro,

te ha amado con un amor especial

 

El Espíritu Santo, por tu amor hacia Él desde el primer encuentro, te ha amado con un amor especial, te ha protegido y formado, te ha curado de la humanidad, salvado, conducido y elevado. Te ama y vives en el haz de su luz. Permanece siempre confortada y gozosa por esta certeza que te doy. Con toda verdad eres hija de nuestra Trinidad porque, como muy pocos de entre los cristianos, nos has amado a Nosotros: Padre, Hijo y Espíritu, Tres y Uno, siendo amada por Ellos. Sí, eres amada.

Decía al principio que si es fácil hacer de doctores, es difícil hacer de escolares. Con todo, la mayor parte de los hombres hacen y hacen mal ambas cosas. Todos quieren ser doctores. Casi todos no saben sino hacer mal de escolares. Muchos porque no obedecen a los hombres ni a la palabra de luz que Dios les inspira; y otros porque obedecen inconsideradamente a los hombres sin antes consultarme a Mí, cosa que tú jamás debes hacer.

Y en cuanto a los doctores... ¡Oh, cuántos Elifaz, Baldad y Sofar hay en la tierra! Y ¡cómo saben ahuecar la voz al dirigirse a los pobres Job! (Job 4, 31 y siguientes) ¡Pero ellos! ¡Pero ellos! Si ellos se encontrasen en el caso de Job, estarían más espantados y petrificados que un polluelo fascinado por una serpiente.

 

María, ¿te acuerdas de mi pariente Zacarías cuando

 con su muceta de doctor dispuso

que era preciso que Jesús creciera en Belén, aduciendo

en apoyo de su tesis la perspectiva de que habría de educarlo él?

 

María, ¿te acuerdas de mi pariente Zacarías cuando con su muceta de doctor dispuso que era preciso que Jesús creciera en Belén, aduciendo en apoyo de su tesis la perspectiva de que habría de educarlo él? ¡Jesús, Sabiduría del Padre, en lo humano nacido de la Esposa del Espíritu, educado, necesitado de ser educado por un hombre...! ¡Cuántos Elifaz, Baldad, Sofar y Zacarías tiene la tierra, que pretenden sustituir a Dios!

Tú –te dirijo la frase que, en nombre de Dios, se decía a los consagrados de Israel– tú "marcha delante de mí, camina por mi sendero y sigue adelante" (Gn 17, 1).

Vete en paz. Yo estoy contigo.

Escribe la hora de este dictado: las 10 de la mañana del 15-12. Ruega por el mundo y espera. Te bendigo."

761-763

A. M. D. G.