4-3 (4 marzo 1945)

 

 

Catalina de Alejandría, mártir de Cristo

 

 


 

Deja que me apoye en ti, mi pequeño Juan, para repetir las palabras ya dichas en los últimos días

   ¿Sabes quién soy? Soy Catalina

 


 

Dice Jesús:

 

Deja que me apoye en ti, mi pequeño Juan,

para repetir las palabras ya dichas en los últimos días

 

"Ten paciencia, alma mía, por la doble fatiga. Es tiempo de sufrimiento. Sabes cuán cansado estaba los últimos días. Tú lo ves: me apoyo al andar en Juan, en Pedro, en Simón y hasta en Judas... Sí. ¡Y Yo que emanaba milagros con el solo roce de mis vestidos... sin poder cambiar aquel corazón! Deja que me apoye en ti, mi pequeño Juan, para repetir las palabras ya dichas en los últimos días a aquellos obtusos obstinados sobre los que el anuncio de mi tormento resbalaba sin penetrar. Y deja también que el Maestro repita sus horas de predicación en la desolada planicie del Agua Especiosa y Yo te bendeciré por ello dos veces: por tu fatiga y por tu piedad. Contabilizo tus esfuerzos y recojo tus lágrimas. A los esfuerzos por el amor de los hermanos le vendrá la recompensa de aquellos que se gastan dando a conocer a Dios y tus lágrimas por mis sufrimientos de la última semana tendrán como premio el beso de Jesús. Escribe y seas bendita".

* * *

La noche del jueves, 8 de marzo, tras haber escrito gran parte de la Última Cena, me pregunto cómo puedo, al tiempo que habla Jesús, entender las cosas más oscuras. Y me digo: "¿Será tal vez que esto mismo les ocurra a los demás?" Por otra parte entiendo a los místicos y místicas de estos 20 siglos de cristianismo, a los doctores, etc., etc.

 

 "¿Sabes quién soy?"

"Soy Catalina"

 

En esto siento una voz que me habla y una inmensa alegría que me embarga. Me encontraba a la sazón en el polo opuesto de la alegría toda vez que la pena por las horas últimas de Jesús me abruma hasta causarme sufrimiento físico. Me dice: ¿Sabes quién soy?" Ahora bien, no lo sé. Tan sólo siento una paz y únicamente veo una luz clara, lunar, bellísima, en forma de cuerpo, mas tan inmaterial que no distingo. "Soy Catalina".

Me digo: "¡Oh, qué hermosa! La otra vez (El 9 de noviembre de 1944) tenía una voz distinta. Esta es una voz cristalina, joven, aguda, que en nada se parece a la voz de la santa de Siena".

"No soy la que piensas. Ella también era docta por obra de la Sabiduría divina. Ahora bien, yo soy Catalina de Alejandría, la mártir de Cristo, que te protejo y te digo que también en nosotras todo venía a ser luz con la luz de Jesús. No por humano estudio sino por obra sobrenatural hemos llegado a ser doctas en el Señor para, de este modo, amarle, servirle, alabarle, y para hacerle amar, servir y alabar a través de esta doctrina que venía de lo alto, humanamente incomprensible en sus partes más sublimes y que, no obstante, era sencilla como palabra de niño al oírla estando con El, nuestro Esposo. Adiós. Te he respondido. Te amo. Eres para mí una hermana pequeña. Que el Trino Amor esté contigo".

La luz se difumina y calla la voz. Me he adormecido contenta por contar con esta nueva amiga del Cielo.

28-30

A. M. D. G.