20 de marzo
Reprimenda del Señor
para los tiempos actuales
En relación con los Cananeos se lee esto en la Sabiduría:
Os parece que sea Yo quien os fuerza Pues bien, oíd entonces
Habla el Padre Santísimo:
"Se os hacen duras las palabras que expresan la verdad. Querríais tan sólo palabras de misericordia. ¿Podéis asegurar que las merecéis? ¿No es acaso misericordia la Voz severa que os habla de castigos incitándoos al arrepentimiento? Y ¿por ventura os arrepentís?
Este deseo de oír sólo promesas de bondad, esta manía de recibir de
Dios únicamente caricias
es una desviación de la Religión.
lo denomino epicureismo del espíritu
Este deseo de oír sólo promesas de bondad, esta manía de recibir de Dios únicamente caricias es una desviación de la Religión. Habéis convertido en epicureismo (sistema filosófico enseñado por Epicuro. Refinado egoísmo que busca el placer) esta cosa por demás sublime como es la Religión del Dios verdadero. De ella queréis recibir goces pero sin prestarle esfuerzo. Queréis arrellanaros en una cómoda transacción entre los mandamientos y lo que a vosotros place, pretendiendo que se adapte Dios a esta situación. En un tiempo a este vicio espiritual se le llamó "quietismo" y con este mismo nombre le conocen los doctores de espíritu. Yo soy más severo y lo denomino epicureismo del espíritu.
De la Religión, de Dios, de sus Palabras tan sólo querríais lo que halaga al sentido, porque, de tal suerte habéis decaído, que hasta al espíritu lo habéis hecho sensual. Por eso queréis proporcionarle sensaciones y estremecimientos del todo humanos. Parecéis de esos alienados de otras religiones que con ceremonias "ad hoc" (para un fin determinado) provocan un estado psíquico anormal para gozar los falsos éxtasis de sus paraísos.
La grande, la más grande misericordia de Dios ya no la captáis
y llamáis dureza, espanto y amenaza a lo que es amor,
consejo e invitación a la conversión para conseguir las gracias
La grande, la más grande misericordia de Dios ya no la captáis y llamáis dureza, espanto y amenaza a lo que es amor, consejo e invitación a la conversión para conseguir las gracias. Queréis palabras de misericordia. ¿Decís que las queréis para así contar con fuerzas para resurgir? No mintáis. Las querríais por su dulzura al tiempo que vosotros continuaríais amargos como un tóxico para los labios de Dios.
Las palabras de misericordia, las visiones todas amor que, de un año a esta parte, se os regalan como última prueba de elevación de vuestras almas hacia Dios, ¿sirven para algo? A muchos como deleite, a algunos para su ruina y a los menos como una exigencia temerosa de santificación. "Ser signo de contradicción para muchos" continúa siendo el destino de Cristo.
Hoy soy Yo el que hablo y lo hago para que veáis cuán infinita es mi misericordia al no sepultaros bajo una tormenta de fuego a vosotros que sois aún más culpables que los de Sodoma (Gn 19, 24-25)
"Tú castigas gradualmente a los extraviados,
les reprendes sus fallos
y les amonestas a fin de que, apartándose del mal, crean en Ti"
Está dicho: "Tú castigas gradualmente a los extraviados, les reprendes sus fallos y les amonestas a fin de que, apartándose del mal, crean en Ti" (Sb 12, 1-2). ¿No han ido aumentando poco a poco estos periodos tremendos? ¿He dejado que os golpeen totalmente de una sola vez tan infernalmente? No. Son decenios y decenios los que han transcurrido yendo aumentando en su forma y duración el castigo, proporcionándoos de cuando en cuando alguna que otra ayuda milagrosa que os libre del mismo, pero de la que os habéis servido para preparar con vuestra propia voluntad un azote todavía más fiero.
Mas ¿os habéis vuelto mejores? ¡Escarnecedores de Dios, vuestra malicia e incredulidad han ido en aumento de día en día! ¿Y ahora? Ahora, si no supiese cómo os creé, me preguntaría si es que tenéis un alma puesto que vuestras obras son más que de brutos. ¿Os desagrada que os lo diga? ¡Pues no hagáis por merecer estas palabras!
En relación con los Cananeos se lee esto en la Sabiduría:
En relación con los Cananeos se lee esto en la Sabiduría: "A los antiguos habitantes de tu tierra santa Tú les odiaste porque eran detestables ante Ti las obras que realizaban con hechicerías y sacrificios crueles. Mataban sin piedad a sus hijos, comían las vísceras humanas y bebían la sangre dentro de tu tierra sagrada. A estos padres asesinos de seres indefensos tú los quisiste destruir..." (Sab 12, 3-7).
¿No os reconocéis, generaciones de hombres de hoy, en estos vuestros antepasados? Yo sí os reconozco. Les habéis aventajado en malicia, pues ésta ha llegado a ser más satánica, haciéndoos de esta ralea que para Mí es detestable. Grandes y pequeños, cultos e ignorantes, y hasta en las casas de los ministros de Dios se quiere y se cree saber a través de hechicerías que tienen el sello inconfundible de Satanás.
No efectuáis los sacrificios de los cananeos, mas sí peores, pues inmoláis, no las carnes sino vuestras almas y las de vuestros semejantes conculcando el derecho de Dios y la libertad del hombre. Porque habéis llegado hasta el punto de violentar con burlas o con mandatos las conciencias que todavía saben mantenerse fieles, derrocándolas del trono de su fe que las eleva hasta Mí, corrompiéndolas con doctrinas malditas e, incluso, matándolas, creyendo con ello despojarlas de la fe. No, no lo conseguís antes, de ese modo las revestís de una fe incorruptible al tiempo que sois malditos vosotros por la corrupción que sembráis con ánimo de arrancarle los fieles a Dios.
¿Y aún no os reconocéis, generaciones de padres que sin piedad alguna
asesináis moralmente a vuestros hijos...?
¿Y aún no os reconocéis, generaciones de padres que sin piedad alguna asesináis moralmente a vuestros hijos transmitiendo a esos inocentes vuestra incredulidad, vuestra sensualidad, todo el bagaje, en fin, del racionalismo y de la bestialidad de los que tan saturados estáis y que ahora, ahora, ahora, por tanto, a estos hijos, desprovistos de todo sostén espiritual, termináis matándolos en lo único que les queda: la carne, permitiendo que, como bestias lujuriosas, hagan mercado de esa carne, consintiendo felices en tal mercado que os permite nutriros y gozar con el sacrificio de vuestros hijos?
¡No exagera, no, la Sabiduría al daros el calificativo de asesinos de almas indefensas! Cuidáis más de la bestia que engordáis para venderla y de la planta que cultiváis para obtener fruto de ella que no de vuestros hijos. Ellos son débiles y no los fortalecéis dándoles la religión de Dios o, cuando menos, la de la probidad cívica y del amor familiar.
Padres, no sois ya los tutores de vuestros menores;
y vosotras, madres, sois ídolos y no ángeles para vuestras criaturas
Padres, no sois ya los tutores de vuestros menores; y vosotras, madres, sois ídolos y no ángeles para vuestras criaturas. Sois infieles al fin para el que os puse. Abdicáis de vuestros deberes y de vuestros derechos. Me causáis repugnancia. Sois ídolos, idólatras. Ídolos porque carecéis de espíritu e idólatras porque adoráis lo que es todo menos espíritu. Habéis adorado al hombre permitiendo que se llegase al culto del cuerpo y se tornase a dicho culto como aquellos paganos con los que se encontró Cristo o como los neopaganos, dos veces culpables de paganismo: por serlo y serlo tras haber conocido la verdadera religión.
Hasta en los duelos y en las alegrías ¿qué es lo que hacéis? Idolatría. Veneráis y adoráis lo que perece. No pensáis en el espíritu ni en el Creador del mismo y esto "es un engaño para la vida humana ya que los hombres, halagando al afecto o a los tiranos, dan a la piedra, al leño o a la tela pintada el Nombre incomunicable" (Sb 14, 21). Yo, únicamente Yo soy Dios.
¿Os parece que sea Yo quien os fuerza?
Pues bien, oíd entonces
¿Os parece que sea Yo quien os fuerza? Pues bien, oíd entonces: "No bastó con haber errado en el conocimiento de Dios sino que, viviendo en la gran guerra de la ignorancia, a tan señalados males les dan el nombre de paz; y así inmolan a sus hijos, ofrecen tenebrosos sacrificios o pasan las noches en orgías infernales. Ni sus vidas ni sus matrimonios se conservan ya puros sino que uno asesina al otro por envidia o le contrista con adulterios. Todo, en plena confusión, es: sangre, homicidios, hurtos, fraudes, corrupciones, infidelidad, tumultos, perjurios, opresión de los buenos, olvido de Dios, contaminación de las almas, inversión de los sexos, infidelidad en los matrimonios, adulterios, deshonestidad, ya que el culto abominable de los ídolos es causa, principio y fin de todo mal. Ellos desbarran en francachelas, vaticinan en falso o viven en la injusticia y cometen perjurios sin empacho toda vez que, al poner su confianza en ídolos inanimados, no temen les sobrevenga daño alguno por sus perjurios" (Sb 14, 22-29).
Pero ¿es esto la Sabiduría dictada un siglo antes de Cristo o bien es escrito dictado para los momentos actuales? ¿Y aún queréis palabras de misericordia?
¿Nunca visteis a un pueblo en fuga bajo una granizada fortísima? Huyen, huyen, pero los gruesos granizos les caen y golpean por todas partes. Si hubiese de hablar como merecéis y hablar Yo, Dios Padre, seriáis semejantes a estos golpeados por los innumerables granizos.
Habla la Bondad y no la entendéis.
Habla la Justicia y la encontráis injusta.
Tenéis miedo y no os corregís
Habla la Bondad y no la entendéis. Habla la Justicia y la encontráis injusta. Tenéis miedo y no os corregís. ¿Sois necios o delincuentes? ¿Locos o endemoniados? Que cada uno se examine a sí mismo. ¿Y para esto se mandó a morir al Hijo del Padre?
De verdad, que si fuese posible el error en Dios, habría que decir que semejante Sacrificio fue una equivocación, toda vez que su infinito valor ha resultado nulo para demasiados. Una equivocación, sí; pero que proclama mi Naturaleza, porque si Yo no fuese Amor, –¡hombres que, con ser culpables, aún os parece que no os trato con misericordia!– no os habría dado la Redención. Sí, ciertamente, de haber tenido que obrar como vosotros que queréis el ciento y aún el mil por uno cuando hacéis un poco de bien, Yo nunca habría tenido que concederos gracia alguna, porque las gracias, todas las gracias, comenzando por la de la Sangre derramada por vosotros, han sido por vosotros olvidadas, menospreciadas y hasta convertidas en desgracias.
Hoy no habla Jesús ni contempla el pequeño Juan. Hoy hablo Yo para deciros que ahora, al igual de hace dos años, mi Pensamiento es siempre el mismo. Para deciros que, si callo, es porque sé que es inútil hablar; para deciros que la palabra es amor, el silencio es amor y hasta la severidad es amor. Tan sólo vosotros, en el soberano concierto de amor que informa cuanto de Dios procede, sois desamor. Y ésta es vuestra condenación".
No faltaba sino este severo dictado para terminar de aniquilarme...
34-38
A. M. D. G.