25 de marzo
Tú canta el Evangelio de su Pasión
y llora sus dolores acompañándole en ellos
Me lamento con la Madre diciéndole: "¡Pero si de este modo ya no voy a poder ni pensar en ti! Escribo, escribo, escribo y después me quedo como muerta, incapaz hasta de rezarte una Ave María. Ya lo estás viendo: me quedo con el rosario en la mano ahora precisamente cuando más te quería acompañar en estos Viernes de Cuaresma y de Pasión."
Me llega nitidísimamente la respuestas: "No importa. Tú canta el Evangelio de su Pasión y llora sus dolores acompañándole en ellos y así enjugarás mis lágrimas mucho más que si me hicieses compañía directamente.
Hija de la celestial Jerusalén, llora por los pecados del mundo y bendice al Señor que te quiso estéril, sin goces humanos, para tener la gloria de ser el 'pequeño Juan'. Di conmigo: "He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí como Él quiere". Te bendigo y no te entretengo. Te espero en el camino del Calvario".
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A. M. D. G.