12 de abril
Los designios de Dios
tienen una continuidad y necesidad misteriosas
Nada puede exigiros el Padre que no sea para vuestro seguro y efímero bien
Dice Jesús:
"Escribe esto tan sólo: Los designios de Dios tienen una continuidad y necesidad misteriosas que únicamente en la otra vida aparecerán ante vosotros con claridad. Se os figuran de una incoherencia extraña. Se os figuran porque vosotros los veis todo con ojos humanos. Mas, por el contrario, cuanto acontece es una concatenación armónica y justa de la que se deriva la suerte humana y sobrehumana porque, según sea la correspondencia del alma a los designios que Dios le propone, así es la suerte bienaventurada, de condenación o simplemente tal vez de purgación dolorosa en la otra vida, y en ésta, de auxilios o de abandonos divinos.
La obediencia pronta y la conformidad gozosa
con los designios de Dios vienen a ser la señal
de la formación espiritual de un corazón
La obediencia pronta y la conformidad gozosa con los designios de Dios vienen a ser la señal de la formación espiritual de un corazón. Jesucristo encarnó la perfección de esta formación. Lo era como Dios; mas lo fue también como hombre. Y si como Dios no podía ser insidiado por el Tentador que inocula la soberbia y la desobediencia para arrancar a la bondad de Dios un espíritu, como Hombre en cambio, cuando estuvo en la tierra, pudo muy bien ser instigado por el Tentador a la desobediencia. Considera, hija, a qué obediencia debía El someterse a Sí mismo. Habíase ya impuesto el yugo envilecedor, para El que era Dios, de una humanidad. Mas, al término de esa humanidad, El veía la cruz con la muerte oprobiosa y atormentada del crucificado. No ignoraba su futuro y no se sustrajo a él.
que no sea para vuestro seguro y efímero bien
Cuántas veces los hombres, aun sabiendo que de aquella determinada cosa que les propone Dios se deriva un bien para ellos y para sus semejantes, no se sustraen de la misma diciendo: "¿Por qué he de dejar esto que me reporta utilidad para asumir lo que es penoso? ¿Y por quién?" "¡Por amor, hijos, por mi amor! Nada puede exigiros el Padre que no sea para vuestro seguro y efímero bien. Si obrarais con fe no dudaríais del Padre y diríais: "Si me propone esto es sin duda alguna para mi bien. Lo hago". Y si obrarais con amor, diríais: "El me ama, pues le amo". Y después, si lo que os propone fuese para bien del prójimo, aun siendo un sacrificio para vosotros, si fueseis santos, lo aceptaríais inmediatamente como lo aceptó mi Hijo para vuestro bien y Yo os daría después un fúlgido premio.
Por eso, cuando mires la aparente contradicción de tu vida, o mejor, las numerosas contradicciones de tu vida y cuanto tienes, di siempre: "Aquel suceso, en aparente discordancia con el siguiente y con mi situación actual, fue el que preparó esto. Y tengo esto porque acepté aquello". Considera cómo, desde que de las palabras de la oración de mi Hijo: "Hágase tu voluntad" hiciste la norma nada estéril de tu vida, tú, no sólo no te has detenido, sino que has caminado, más tarde corrido y por fin volado hacia lo alto. Cuanto más ha crecido en ti el querer, el conocer y el mejorar, tanto más ha aumentado en ti la obediencia alegre y pronta a mis designios.
Nada más te digo. Queda con nuestra bendición".
Creía que fuese Jesús cuando, por el contrario, es el Eterno Padre el que me ha dirigido esta mañana tan dulces palabras y con tanta piedad en atención a mi estado físico.
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A. M. D. G.