14 de abril de 1945

 

 

"La inmortalidad

está en íntima relación con la Sabiduría"

 

 


 

Comparemos el alma con una criatura cualquiera y la Sabiduría con un poderoso rey

    si es fiel a su elección, adquiere la inmortalidad

   Cuántos que en su tiempo se creyeron y fueron calificados de "inmortales" son ahora unos "desconocidos" 

  El Amor que sólo de amor se nutre,... las almas que le son fieles ...  las eleva, las transporta hasta el seno del Padre Eterno.

 


 

Dice el Divino Espíritu:

"Impresioné tu inteligencia con la frase: "La inmortalidad está en íntima relación con la Sabiduría" (Sab 8, 17).

Paso ahora a explicarte esta verdad.

 

Comparemos el alma con una criatura cualquiera

y la Sabiduría con un poderoso rey

 

Comparemos el alma con una criatura cualquiera y la Sabiduría con un poderoso rey. La criatura, mientras no es sino súbdita de ese rey o, incluso, un ser tan sólo al que el rey contempla en viaje por la tierra, es únicamente una criatura cualquiera que hoy paga de su reducido bienestar, mañana lo hace temblando miedosa de la prepotencia, pasado mañana atareada con cosas de poca monta y al día siguiente llorando por haberse visto lesionada en sus bienes. El rey, en cambio, siempre es el mismo: rico, poderoso y seguro. Por el contrario, la pobre criatura jamás está segura. Ahora bien, si aquel rey, desde el interior de su carruaje, acierta a fijar sus ojos en la criatura y, al verla amable dentro de su pobreza, siente amor por ella y dice: "La quiero tomar conmigo, instruirla para que no desentone a mi lado y después, una vez docta en las artes del reino, hacerla mi esposa" y así lo hace, ¿esa alma no adquiere acaso mediante esta elección las dotes de poder, de riqueza y de seguridad de su esposo-rey?

 

si es fiel a su elección, adquiere la inmortalidad

 

Cuando la Sabiduría dice a un alma: "Ven, sé mía", la instruye en sus verdades, la elige por consorte dándose a ella con abrazos continuos de amor, manifestándose en sublimes tálamos con toda su perfección, abriendo todos sus cofres y diciéndole: "Toma de mis joyas que son para adornarte", ofreciéndole con su propia mano el cáliz del vino vital que presta integridad y vida eterna, diciendo: "Bebe de mi copa para que te veas preservada de la corrupción y de la muerte", el alma entonces pasa de su condición de súbdita a la unión y si es fiel a su elección, adquiere la inmortalidad, la verdadera inmortalidad, no la relativa que dan los hombres a los hombres.

 

Cuántos que en su tiempo se creyeron y fueron calificados

 de "inmortales" son ahora unos "desconocidos"

 

¡Cuántos que en su tiempo se creyeron y fueron calificados de "inmortales" son ahora unos "desconocidos", muertos incluso hasta para el recuerdo! La mayor parte de los hombres no saben ni si existieron y de entre quienes los conocen de nombre ¿quién sabe exactamente sus gestas? Una exigua minoría. La verdadera inmortalidad es la conocida por Dios y sus bienaventurados, aquella que será proclamada ante la humanidad resucitada el día del Juicio final. Es la que se conquista con la Sabiduría, conmigo. Porque quien convive conmigo y me ama, quien se enjoya con mis alhajas y bebe de mis aguas camina por las vías de la santidad y conquista la inmortalidad al conquistar el Reino de Dios.

 

El Amor que sólo de amor se nutre,... las almas que le son fieles ...

 las eleva, las transporta hasta el seno del Padre Eterno.

 

Yo no te dejo. Si el descanso del Hijo de Dios estriba en estar entre los corazones que le aman, mi gozo consiste en permanecer al lado de quienes me aman. El Amor que sólo de amor se nutre, que en su propio amor se siente sumergido al haber tan pocos en los que pueda derramar las ondas de su bien, se expande, pleno y constante como un gran río inagotable sobre las almas que le son fieles a las que abraza con sus ondas dulcísimas, las eleva, las transporta y las lleva por el inmenso mar del conocimiento de Dios hasta el golfo de la bienaventuranza: hasta el seno del Padre Eterno.

Continúa buena y en paz. La flor que flota sobre las olas no ofrece resistencia y navega por el azulado mar en el que apaga su sed brillando a los rayos del sol merced al agua que la decora y se engolfa en el ancho mar. Marcha tú igualmente. Ten bendigo".

47-48

A. M. D. G.