31 de mayo de 1945

 

 

a sOR gABRIELA

y, a María Valtorta, una reprimenda

 

 


 

La invasión del Amor es tormentosa porque el Amor no es tan sólo dulzura sino que es lo que fue cuando se hizo Carne, esto es, Dolor. 

  Por tu prudencia te has hecho merecedora de la palabra que estás deseando y no reclamas  

 ¡Ay de los que se ven solos!

 


 

Dice Jesús para Sor G... (Emma Federici, nombre secular de Sor Gabriela, superiora de las Estigmatizadas de Camaiore repetidamente mencionada a los largo de este volumen. Debiera haber fundado un instituto destinado a acoger las vocaciones religiosas de mujeres de nacimiento ilegítimo. Salida de la Congregación a la que pertenecía, no llegó a realizar la que debía ser su misión, resultando una figura polémica. Hace también referencias de ella en los Cuadernos de 1944, escritos del 22 de junio y 30 de diciembre de 1944):

"A Gabriela de mi Madre paz y bendición.

 

La invasión del Amor es tormentosa porque el Amor no es tan sólo

 dulzura sino que es lo que fue cuando se hizo Carne, esto es, Dolor.

 

Haz que el corazón se dilate cada vez más, no sólo por la cruz de la enfermedad cuanto por su total apertura hacia Mí. La invasión del Amor es tormentosa porque el Amor no es tan sólo dulzura sino que es lo que fue cuando se hizo Carne, esto es, Dolor. Yo moría a lo largo de treinta y tres años con la dolorosa dulzura de hacer la voluntad de Dios. El amor es cauterio que quema para curar al espíritu de la humanidad que, cual prolífica enfermedad, trata continuamente de resurgir e instalarse en otros puntos para dañar. Yo destruyo para crear cuando todos los lazos de la humanidad están destruidos y así entonces el alma, desde la misma tierra incluso, goza ya de la libertad superior y dichosa de los ángeles".

Y después... cogida propiamente de las orejas como una escolar negligente, me veo obligada a escribir lo que sigue para la señora A. P. (Angelita Panigadi, amiga desde la infancia de María Valtorta y fallecida en 1960) que jamás habíame preguntado nada directamente.

Dice Jesús:

 

Por tu prudencia te has hecho merecedora

de la palabra que estás deseando y no reclamas

 

"Por tu prudencia te has hecho merecedora de la palabra que estás deseando y no reclamas. Te va a ser dada y con ella, paz y bendición.

Para consuelo en tus últimos años, ten esta seguridad: De entre todos aquellos con quienes te has relacionado por motivos de sangre, de afecto, de amistad o de caridad fraterna, no hay ni uno solo que pueda echarte en cara haberle perjudicado en su alma. Pocos son los que pueden decir otro tanto. Persevera hasta el final en Mí. Volverás a encontrar a quien amaste junto con Dios. Paz y bendición; y regocíjate con mi amor".

 

Hacía cuatro días que Jesús venía diciéndome: "Escribe". Mas es tan poco de acuerdo con mis sentimientos el hacerme distribuidora de estas cosas, que yo, aunque me alegrara por tratarse de esa señora amiga mía, no escribía. Porque me decía: "Y cuando lo escriba se ha de quedar ahí porque, con toda seguridad, yo no se lo he de entregar. Así pues, da lo mismo no escribir".

Esta mañana me he ganado una buena reprimenda en la que me ha dicho:

 

¡Ay de los que se ven solos!

 

"Cuando Yo te aconsejé que hicieras una excepción con esta alma y que la llamaras a tu lado, es porque veo los corazones y sus necesidades. Te recuerdo el Evangelio. Se lee en él: "Ay de los que se ven solos!" (Qohélet (Eclesiastés 4, 10). Por eso no viene a ser exacta la referencia al Evangelio consignada por María Valtorta a cierta distancia del tiempo en que lo escuchó). Tú aún te encuentras demasiado sola; mas dispones de la asistencia sacerdotal y esto es muchísimo, pues sirve para poner un sello de seguridad a tu misión. Ahora bien, en torno tuyo hay muchos que no son santos y tienes necesidad de contar con amigos al igual que Yo los tenía. como escogí los míos, escojo los tuyos para que los tengas. Si ahora a esta persona que sabe exactamente todo y sabe callar –virtud rarísima– si a esta persona que –habiendo podido tenerlo no lo ha tenido– que no ha abrigado resentimiento alguno ni te ha causado pesar, habiendo vuelto a ti tan pronto le dijiste: "Venga"; si a esta persona que lleva un "gran" deseo en su corazón y lo querría ver satisfecho para ir más tranquila en su soledad al encuentro del "gran paso", Yo le quiero otorgar un premio, ¿por qué te resistes? Te dije ya hace muchos meses que te castigaba por haber hecho más caso a los demás que a tu Director que te hablaba en mi nombre. ¿Quieres volver a las andadas? ¿No te ha bastado el castigo? ¿No sabes que entre "los demás" que hablan lo contrario que Yo está también tu yo? Esto puede ser y así lo es cuantas veces tú te obstinas. Por eso escribe y háblale después al P. M. Obedéceme a Mí antes que  a él y sé sobrenaturalmente caritativa con esta amiga a la que he hecho volver a ti para tu bien".

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A. M. D. G.