29 de julio de 1945

 

 

para la pequeña Marta

 

 


 

No te lamentes si no hay palabras para ti pues las tienes todas viviendo junto a María.

  Merece la pena perder una amistad para salvar un alma

 


 

Dice Jesús:

"Y esto es para la pequeña Marta que no debe lamentarse de no recibir ni una sola palabra, pues debe estar segura de ser muy amada activamente por su Señor que pensó en protegerla desde que pensó en ponerla al abrigo de la tienda en la que El encuentra su reposo.

Te amaba desde un principio, ya que amar es su aliento. Mas cuando te creíste sola, Yo te amé por toda una familia dándote paz al lado de María.

 

No te lamentes si no hay palabras para ti

pues las tienes todas viviendo junto a María.

 

No te lamentes si no hay palabras para ti pues las tienes todas viviendo junto a María. Se escriben las cartas a los que se encuentran lejos y no a quienes habitan con nosotros; y tú estás en donde Yo habito. Sé buena. Impregna tu actividad de Marta con la espiritualidad de María que escogió la mejor parte (Lc 10, 38-42) y, por haberla escogido con el dolor y el amor completos y voluntarios, ha recibido de Mí la parte super-mejor. Tú estás en el corazón de María y María lo está en el mío. No te afanes por tanto en demasiadas cosas y, entre ellas, la de preguntarte si Yo pienso en ti. Descansa sobre los corazones de quienes te aman y ten fe. Dios no abandona a los que esperan en El y ejercitan la caridad. Ten mi paz".

Y esto otro, por el contrario, me lo digo yo a mí misma recordando...

Tal día como hoy, hace dos años, llegaban mis parientes de Calabria a los que presté asistencia y afecto de pariente y por los que trabé la más feroz batalla. Mas yo no me encuentro en las condiciones de Marta, la de Lázaro. No obstante todas las protestas de fe que se me escriben, no estoy cierta de tener mi victoria en la mano. De lo que sí estoy cierta es de que he tenido mucho sufrimiento, de que lo tengo y de que lo tendré por esta razón que hace dos años tuvo su inicio.

 

Dice Jesús:

 

Merece la pena perder una amistad para salvar un alma

 

"Merece la pena perder una amistad para salvar un alma".

Está bien. Creo que éste es exactamente mi caso y confieso que me desagrada muy relativamente. Pienso que cuantos menos lazos tenga, más libre me encontraré para volar a Jesús. Al hablar de lazos, me refiero a lazos de afectos humanos y éstos siento que están tan deshebrados por un desgaste de mezquindades y miserias humanas que ya no queda intacta sino una fibra a la que una nonada puede quebrar. De esta suerte mi amor hacia los parientes de despoja de todo cuanto es carne y sangre, o sea, placer egoísta todavía, y se transforma en áureo y doloroso amor de espíritu que no abandonará a estos espíritus por amor a Jesús. Esta es la esencia que dos años de trato íntimo han extraído del fruto de nuestra cercanía...

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A. M. D. G.