17 de agosto

 

 

Recibo una carta grosera de mi primo

 

 


 

Si él llegara a leer este juicio, se pondría frenético porque está convencido de ser la misma perfección... cuando no sabe el desgraciado que el mío ha sido el último en caer

  Le he dicho a Jesús que si soy un obstáculo para que las almas abreven en tu fuente, remueve el obstáculo quitándome la vida

 


 

Si él llegara a leer este juicio, se pondría frenético

porque está convencido de ser la misma perfección...

cuando no sabe el desgraciado que el mío ha sido el último en caer

 

Recibo una carta grosera de mi primo que, al no poderse justificar y sentirse herido por la verdad dicha por mí, me muerde. Sufro, no tanto por la ofensa cuanto por seguir viendo en él una vez más al antiguo José, tal cual lo conozco desde hace 25 años. Ni Satanás ni Dios pudieron hacerle cambiar. Si él llegara a leer este juicio, se pondría frenético porque está convencido de ser la misma perfección... cuando no sabe el desgraciado que el mío ha sido el último en caer. Aún después de las severas palabras del Señor dirigidas a ellos (Los parientes de los que se habla en el dictado y escrito del 25-5-45, y en el escrito del 29 de julio de 1945) reprochándoles su mal comportamiento, yo he seguido queriéndoles con un afecto doloroso pero siempre sincero. Una a una han ido cayendo las ramas de esta planta afectiva bajo los sistemáticos golpes de hacha de su falaz, extraño, egoísta y malvado proceder para conmigo y ahora la planta está ya muerta como una de esas petrificadas de las que hablaba Jesús.

¿He sufrido? Sí. También llorado; pero he decidido no devolver la pelota. Y no diga que lo hago por virtud pues es simplemente porque he llegado a tal punto de náusea y de aburrimiento que me impide todo estímulo de apetito o de movimiento. Dadas mis particulares condiciones ¿es esto motivo de turbación para mí? Mucho. Para mi pobre físico tan torturado ya y más aún para la parte superior que no se conmueve, sería demasiado; mas llega a nublarse por obra de la maldad. Ahora bien, vuelvo a repetir lo que ya tengo dicho: Si también este afecto llega a morir, tanto mejor.

 

"Le he dicho a Jesús que si soy un obstáculo para que las almas

abreven  en tu fuente, remueve el obstáculo quitándome la vida"

 

A la sazón tan sólo vivo para el amor sobrenatural y así, a los parientes, amigos o simples prójimos que, cual ondas, baten contra mi lecho, les amo únicamente por su alma y nada ansío sino prestar ayuda a esas almas. Todo lo demás: rostros, actos, hábitos, comodidades y miserias materiales no cuentan para mí. Lo que veo y siento son las almas, éstas únicamente. Y esto igualmente me supone sufrimiento. Por ello decíale esta mañana: "Le he dicho a Jesús que si soy un obstáculo para que las almas abreven en tu fuente, remueve el obstáculo quitándome la vida". ¡Pero sí! Hermoso sería eso dejando así despejadas las cisternas que Jesús formó para todos, cisternas que allí se embalsan sin que los sedientos apaguen su sed en ellas.

¡Cómo siento la sed de almas! Porque no hay tantas que mueren sino más bien muchas, muchísimas que padecen sed... Y Jesús me lo da a entender. Porque no son únicamente almas de personas conocedoras de la portavoz y de la obra dictada sino también almas encerradas en seres que nada saben de esto y que, no obstante, van buscando, abrumadas con sus dolores, la palabra que haría para ellas de Cireneo...

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A. M. D. G.