24 agosto 1945

 

 

Jesús manda recoger cinco medallas

 

 


 

Manda enseguida a recoger cinco medallas

  Pongo las medallas en mi mano y se las ofrezco a Jesús que extiende sus brazos que los tenía cruzados y, alzando su diestra, las bendice

 


 

Manda enseguida a recoger cinco medallas

 

Esta mañana, después de la S. Comunión sentía un gran deseo de darle algún objeto religioso a Sor Gabriela; mas no tenía ninguno. En esto se me presenta Jesús, de pie sobre un pradecillo a la sombra de unos olivos con su vestido blanco y, sonriendo, me dice: "Manda enseguida a recoger cinco medallas. Yo las bendeciré y tu se las mandas a ella y a sus hijas". "¡Pero si son tres las chicas!" "Cinco he dicho y toda iguales". "Y dos más para el P. Migliorini y para Marta ¿no es así?". "Sí y hazlo presto porque hay que trabajar".

Le mando corriendo a Marta a hacerse con las medallas y entre tanto, sigo gozando con la presencia para mí sola de Jesús continúa mirándome y sonriendo.

 

Pongo las medallas en mi mano y se las ofrezco a Jesús

que extiende sus brazos que los tenía cruzados

y, alzando su diestra, las bendice

 

Torna Marta. Pongo las medallas en mi mano y se las ofrezco a Jesús que extiende sus brazos que los tenía cruzados y, alzando su diestra, las bendice. Me sonríe, me bendice también a mí... sintiéndome presa de un gozo, de una palpitación y de un ardor tan suaves que, si pudiera moverme, me desfogaría cantando y caminando... Por el contrario estoy abajo... poniéndome después a describir lo que veo... Mas la alegría que Jesús, tan complaciente y bendiciente, me proporciona, me dura todo el día aún entre los espasmos de un mal de cabeza que me priva de la vista y del sentido.

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A. M. D. G.