2 septiembre 1945
El sufrimiento que le proporciona su primo
Me dice después Jesús:
El demonio ha encontrado la casa barrida y vacía
y ha vuelto con otros siete espíritus peores que el primero.
"Aquel punto que habla de la reposición de Satanás se refiere igualmente a tu primo. El demonio ha encontrado la casa barrida y vacía y ha vuelto con otros siete espíritus peores que el primero. Por ahora aún no ha entrado el espíritu mayor, aquel que durante tantos años le dominó a través de sus siervos. Y le son de aplicación igualmente las frases finales: "Este segundo estado de un convertido que vuelve a pervertirse" es hasta tal punto definitivo que: "Ya no cabe mejoría ni curación". Es un dolor, lo sé; pero así es. Por noviembre te hablé de él ya que su caída se inició desde que se alejó de ti. Dices tú: "Mas, a pesar de ello, todos me habíais dado esperanzas...!"; sí, para proporcionarte un momento de alivio en la amargura que te rodeaba y de la que, en gran parte, te la ocasionaban ellos. Ahora bien, tú siempre le viste tal cual es. Recuérdalo. ¡Oh, cuántos hay como él...! ¿Si todavía debes rogar? Sí, siempre; porque es un deber rogar por los pecadores mientras se encuentran en esta tierra. Después...".
Nada más dice Jesús. Y yo, que por tantos motivos tengo el corazón abotargado, lloro.
A partir de ayer noche estoy llorando aun desde antes de recibir estas palabras, porque pienso que nunca como hoy se elevó al máximo y se desveló por completo su egoísmo, su mentido afecto y ánimo rastrero. Y porque la presencia del huésped que yo tengo en casa –mantuano, de idéntica profesión, muy semejante en el hablar, en sus movimientos y actos con mi primo– me hace ver más viva la imagen del José de mejores tiempos cuando para mí era de verdad amigo y pariente, no enemigo y sin piedad alguna... Y así como, a pesar de su comportamiento para conmigo, yo sigo todavía queriéndoles, mi doloroso afecto, abatido por los golpes que, desde hace dos años y de forma cada vez más fuerte, descargan de continuo, se agita y sufre más y más. Ellos, en su soberbia desmedida, no lo creerían, mas, con todo, no lo sabrán... Jamás. Seria inútil.
Créame que, más doloroso que los sufrimientos que al presente laceran hasta mis manos no dándome reposo ni en el sueño, es este modo de comportarse conmigo del que conozco las causas así como sus fines materiales y espirituales. Mas, ¡paciencia y adelante! Han llegado a emponzoñarme hasta las gentilezas que podría recibir proporcionándome consuelo, pues inevitablemente establezco comparación entre los parientes y los que no lo son... En fin, amén.
89-90
A. M. D. G.