2 diciembre de 1945
Para E. F(ederici).
De Jeremías 31, 21-22
El aislamiento
da la posibilidad de escuchar a Dios
El aislamiento da la posibilidad de escuchar a Dios y de discernir el bien del mal.
Cómo aislarse Como lo hace el marinero en un momento de gran tempestad: en una bahía tranquila
Retorna pues a los primeros consejos, reflexiona y, si puedes, repara
Dice el Señor:
"Usar de palabras severas en donde se querría que hubiese únicamente amor, resulta penoso.
Ya lo dije: "Es amor no permitir que se produzcan desviaciones en la justicia".
Escucha por tanto:
El aislamiento da la posibilidad de escuchar a Dios
y de discernir el bien del mal.
Cuando la humanidad hace de vosotros náufragos, –la humanidad exterior, o sea, la del prójimo, y la interior, es decir, la propia de cada uno– para tornar a la superficie, a la orilla, a la salvación, no hay sino salir del mar insidioso y enfurecido, presa de vientos encontrados. ¿Cómo? Aislándose. El aislamiento da la posibilidad de escuchar a Dios y de discernir el bien del mal. En el aislamiento es posible separar lo que es bueno de lo que no lo es, trabajar en suma y trabajarse. La disipación nunca es buena, pues siempre entraña un desorden y éste nunca tiene consigo a Dios.
Como lo hace el marinero en un momento de gran tempestad:
en una bahía tranquila
¿Cómo aislarse? Como lo hace el marinero en un momento de gran tempestad: en una bahía tranquila. ¿Estás fuera de la ruta que te habías previamente marcado? No importa mientras no se diga que aquella ruta fue buena. Tú la tenías por tal y la seguiste sin mirar a la brújula, guiada tan sólo por tu mente, de modo que, desde un principio, saliste mal del puerto y así ha resultado en vano la labor de más de un práctico para colocarte de nuevo en ruta, por lo que te desvías cada vez más de ella al querer seguir a tu aguja enloquecida. Apártate del mundo y de las voces del mundo para escuchar a Dios.
Retorna pues a los primeros consejos, reflexiona y, si puedes, repara
¿Cómo valoraste los consejos del que hablaba en mi Nombre? ¿No sabes que Dios está en los labios de sus siervos? ¿Y cómo los de quien se te asignó en mi Nombre? Uno, dos, tres, mil consejos: La Babel. Y una, dos, tres desobediencias: La Rebelión. Inútil resulta pedir socorro si después no se escucha la voz. Retorna pues a los primeros consejos, reflexiona y, si puedes, repara. Mas ya no es posible por ser tarde y te estás arruinando. Vas errante buscando consuelos; pero si no son como tú los quieres, los dejas. ¿Y entonces? ¿Por qué desobedeces? ¿Que desde un principio habíate aconsejado el P. Migliorini? Pues bien, ni lo recuerdas ya e inútilmente le molestas a él y te molestas tú. ¿Qué hay en mis palabras? No las sabes leer como tampoco los signos, volviendo a desvariar incluso cuando Yo reparo providencialmente el alocado envío de cartas cual si el buscar vocaciones fuese como buscar mercancías y salidas. Mas ¡mis palabras, mis palabras...!
¡Aíslate! ¡Rompe relaciones! No te hagas ilusiones. Haz el silencio sobre ti, en torno tuyo y en ti. Deja que se aplaque el viento y después, con humildad, sumisa, obediente y paciente, vuelve a comenzar por otras vías. ¿Quieres ser víctima? Tritúrate a ti misma. La obediencia dura aun después de la anulación de los votos. La obediencia a Mí se entiende. Si hubiese de naufragar para siempre la Obra, mi Corazón, el tuyo y el de otros sufriría por ello; mas esto mismo sería un perfeccionamiento para tu alma si acertases a convertir dicho sufrimiento en motivo de santificación para ella. Doblega tu alma, ahórmala para que así tenga unas alas más fuertes. Eres libre en saber usar de ellas. Aprende a tener paciencia para poder concluir y heroísmo para saberte humillar. Si fuera preciso, te podrías purificar en otra Orden o también –y no es vida menos grata a Dios– en el mundo, en el secreto de una casa.
La Luz sea contigo, alma ofuscada".
100-101
A. M. D. G.