18 de diciembre

 

 

hOY TE AUTORIZO

para que dispongas de las cosas vistas y oídas

 

 


 

violeta mía escondida, te autorizo para que dispongas de las cosas vistas y oídas  

 cuando veas que mi verbo puede resultar bálsamo y salvación, dalo. No abrigues temor

 


 

Dice Jesús:

 

violeta mía escondida, te autorizo

para que dispongas de las cosas vistas y oídas

 

"Hace trece años que te marqué con el peso de la enfermedad partiendo palabra y actividad. Durante años debiste salvar mediante el dolor. Después hice de ti una fuente para salvar con la Palabra. Te hice "portavoz". Hoy, violeta mía escondida, te autorizo para que, con prudencia, sin avaricia, con santidad y para un fin santo, dispongas de las cosas vistas y oídas.

Era mi claro y firme deseo que nadie pudiera acercarse a la cisterna en la que se vierte mi Palabra a través de ti antes de que ella estuviese del todo llena. Mas, puesto que se ha querido llegar a ella a gotitas –lo que, en verdad, no me agrada mucho por ser imprudente y rebajar la obra resulta necio cortar todo el fluir al venero de origen cuando después el agua que despide no se recoge en depósitos para usar de ella a su debido tiempo y con las debidas cautelas y tutelas a fin de que no resulte contaminada por elementos extraños ni sustraída o adulterada de otra suerte sino subdividida y desparramada en mil arroyuelos, perdiendo con ello su imponente belleza, disipándose en la aridez profana de un desierto más o menos racionalista e incrédulo y sirviendo incluso para las maniobras de espíritus burladores y hostiles.

 

cuando veas que mi verbo puede resultar "bálsamo" y salvación,

dalo. No abrigues temor

 

Por eso, pequeño Juan, cuando veas que mi verbo puede resultar "bálsamo" y salvación, dalo. No abrigues temor. Verás con claridad a quien está bien darlo, pues te ilumina mi Luz.

Y ruega mucho, mucho, mucho por los sacerdotes que en estas fiestas subirán al altar por vez primera. Que la suya sea una verdadera Navidad. Un nacimiento a Cristo, con Cristo y para Cristo. Hay necesidad de ello. El que haya sacerdotes santos no impedirá la existencia de guerras y de estragos; pero, al menos, hará que no muráis todos embrutecidos como estáis comenzando a hacerlo. Debería, ¡oh!, debería en verdad repetir el acto de expulsar del Templo a los profanadores. Estoy profundamente disgustado. Violeta de la Cruz, ruega por los ministros de tu Jesús...

Vete en paz, alma mía, crucificada mía, mi voz, mi hija, mi gozo..."

Y me toma la cara con sus amplias manos inclinándose sobre mí hasta rozarme la frente con sus cabellos y llegar su respiración a mi rostro.

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A. M. D. G.