27 de diciembre.
Para Emma Federici
lo que de ti exijo de un modo absoluto
es la docilidad
El que ama a su hijo le castiga con frecuencia esperando recibir de él consolación el día de mañana
¡Pues entonces yo no tendré mérito alguno!
Dice Jesús:
"¿Ya sabes qué cosa es la mirra? Es la resina que preserva de la corrupción. ¿Y sabes a qué se la compara? Al llanto. Ahora bien, ¿qué hace el llanto cuando es bueno? Lava las impurezas humanas.
"El que ama a su hijo le castiga con frecuencia
esperando recibir de él consolación el día de mañana"
Escucha, hija. Recuerda el Eclesiástico: "El que ama a su hijo le castiga con frecuencia esperando recibir de él consolación el día de mañana" (Ecl (Sirácida) 30, 1). Y los Proverbios: "No desdeñes, hijo mío, la enseñanza del Señor y no te desanimes cuando El te castiga porque Él reprende a aquel a quien ama, como hace un padre con su hijo predilecto" (Prov 3, 11-12). En mi última severa reprensión sentiste todo mi amor.
Pero escucha, hija, pues es una promesa y una paz que te doy como regalo de mis tres festividades: Navidad, Circuncisión y Epifanía. Aun cuando por hostilidad de los hombres no pudieses tú ver la Obra, me serías igualmente grata. Me basta con que seas generosa y fiel, y así cuanto hayas de sufrir te servirá para que te justifiques de lo que hubieras hecho imperfectamente. Lo que exijo, lo que de ti exijo de un modo absoluto es la docilidad, el total abandono a la Voluntad que de continuo se te manifiesta. Renuncia definitivamente a todo autojuicio y, de este modo, con esta renuncia todos los actos irán a cuenta de los demás.
"¡Pues entonces yo no tendré mérito alguno!"
No digas: "¡Pues entonces yo no tendré mérito alguno!", ya que el mérito en las acciones humanas tan sólo alcanza al 10/1000 aun en aquellas que se realizan con un fin intencionalmente bueno, correspondiendo el demérito a las 990 partes restantes. Mas si tú renuncias al autojuicio y dejas la acción a los demás, tú obedeces al 1.000 por 1.000. Al 1.000 por 1.000, o sea, total y perfectamente. Lo que supone un mérito total que, a mis ojos, anula todo otro posible demérito tuyo.
¿Me das esta mirra? Embalsamaré con ella por completo tu espíritu y permanecerá incorrupto.
Hija mía, mi paz esté contigo".
127-128
A. M. D. G.