23 febrero 1946, a las 10,30 horas
La conducta de Jesús con las almas
Cada alma que falla es un golpe de flagelo, una espina que se clava y una nueva crucifixión...
Escribe lo que estás probando y seguidamente dictaré Yo para el Padre
Romualdo, ¿a qué me reprochas el no haber sido más claro...?
¿Qué más quieres, Romualdo...?
¡Ay de los profetas insensatos que van siguiendo a su espíritu sin ver nada!
torna el buen Arcángel San Rafael
¡La buena voluntad de amar al Señor!
Se marchó el Padre hace 20 minutos... y yo me quedo rumiando mis grandes amarguras...
Jesús, que se me ha aparecido en el momento de la Comunión al lado derecho de la cama, me consuela ahora divinamente atrayéndome contra su pecho. Gozo del tibio calor de su Cuerpo que se transfunde a través del paño de lana blanca de su vestido, sintiéndome segura así entre las dulces tenazas de sus fuertes manos que me fuerzan a permanecer de tal modo contra El cual si de un simple hombre amigo se tratara. Mas por eso mis lágrimas caen lo mismo porque me ha causado dolor la queja del Padre y su velada acusación de guiarle mal. ¡Son hartas las cosas que me dan dolor! El incidente clínico acaecido esta mañana, que habría atemorizado a cualquier otro, no me ha producido la menor impresión... antes, ¡ojalá fuese también para mí el murmullo en el que se percibe la voz del Esposo que dice: "¡Ven!".
Cada alma que falla es un golpe de flagelo,
una espina que se clava y una nueva crucifixión...
Mas, ¡las otras cosas...! ¡Almas mendaces! ¡Almas desobedientes! ¡Almas soberbias! ¡Almas pecadoras! ¡Almas blasfemas! ¡He ahí lo que me causa dolor! Entiendo, cada vez entiendo mejor la pasión espiritual de Jesús... Cada alma que falla es un golpe de flagelo, una espina que se clava y una nueva crucifixión... Y yo veo tan sólo unas pocas almas siendo así que El las contemplaba a todas.
Lloro y Jesús me deja llorar. Sin embargo aquí el llanto, en esta tenaza de amor, contra un corazón rebosando amor, no es amargo. Es triste, mas, a la vez, consolador.
y seguidamente dictaré Yo para el Padre
Después ordena Jesús: "Escribe lo que estás probando y seguidamente dictaré Yo para el Padre". Y me hace escribir sin dejar del todo de abrazarme, pues con su brazo y mano derecha pasados por mis hombros me tiene siempre estrechada a su lado. Ahora habla y dice Jesús.
"La conducta extraña, por no darle otro apelativo, de los hombres pretende justificarse y tranquilizarse con subterfugios y razones que, al descargarse ellos, gravan a los demás echando sobre ellos la responsabilidad de los actos con los que en modo alguno quieren comprometerse. Y muchas veces acaban por cargar la responsabilidad al mismo Dios hasta el punto de acusarle de ser El quien, debido a la poca o ninguna luz suministrada, permitió que un alma errase. Hace ya decenas de milenios que los hombres vienen acusando a Dios de inducirles al pecado con la tentación de lo prohibido. Y así será con las cosas no buenas hasta el fin de los siglos.
Romualdo, ¿a qué me reprochas el no haber sido más claro?...
Romualdo, ¿a qué me reprochas el no haber sido más claro? ¿Qué más querías? ¿No sabes que Yo soy Caridad? ¿Aún no te has percatado de la infinitud de este amor que constituye mi esencia y que, secundando paternalmente los deseos de sus criaturas e, incluso, avalando alguna imprudencia suya que no sea verdadera culpa –haciendo eso para impedir que un alma se tenga que avergonzar por poco cosa, por un capricho de niño y, siendo grata al Señor, que es condescendiente, haga de la imprudencia el punto de partida para una marcha santa por mis caminos– de la infinitud de este amor que, perdonando a los culpables y modificando el proyecto inicial trastocado por Satanás, para poder siempre hacer de un alma una obra maestra, hácese todo para todos con tal de ayudar, consolar y salvar?
¿Aún no has llegado a entender cómo por todos los medios pretendo hacer a todos santos, que de cada uno de vosotros querría hacer una voz mía, poder hablaros a todos, saturaros de Mí y derramarme en vosotros para poder teneros en donde Yo estoy a todos, a todos, a todos?
¿No sabes que, no bien advierto un movimiento, un movimiento bueno en un corazón, al punto me precipito para entregarme a él? ¿No dirás tú como los que no me conocen: "Pues entonces es un tonto que no ve el futuro?" ¡Oh, no lo dirás! Piensa y recapacita sobre mi congoja y llegarás a comprender mi conducta con los buenos y con los que no lo son.
¿Que hay uno que es santo, querido para mi corazón
o simplemente con voluntad de serlo y empeñado siempre
en alcanzar la santidad?
¿Que hay uno que es santo, querido para mi corazón o simplemente con voluntad de serlo y empeñado siempre en alcanzar la santidad? Justo es que Yo vaya a hacer mi morada en él y que él, en su unión conmigo, encuentre una fuerza cada vez mayor para santificarse.
¿Que hay uno que, sin ser un condenado, se encuentra siempre en pecado, permaneciendo de continuo en él? ¿Por qué no he de procurar, atrayéndole con dones espirituales, hacerle salir de su éxtasis? ¿Acaso no se hace así con los párvulos para despertar su inteligencia, su deseo de aprender, su atención, haciéndoles crecer tanto en sabiduría como en estatura? Y he aquí que Yo entonces, a éstos que se hallan estancados en sus faltas les doy un empujón, una llamada, les ofrezco un don, una gracia o un milagro para infundirles voluntad de moverse y despertar en ellos un impulso que les arranque de la situación en la que se encuentran enviscados.
¿Que hay uno que es culpable, gran culpable y acaso futuro previsible condenado? Y bien, ¿por qué Yo, el Pastor bueno, el Salvador, no habré todavía, hasta el último momento, hasta la separación del alma del cuerpo, de tratar salvarlo con mi amor? Recuerda a Dimas... Habíame encontrado y vuelto a encontrar con él sin aparente utilidad, sin aparente intención de encontrarle... A los ojos de la gente podía parecer una derrota mía el ladrón impenitente. Sin duda que aparecería como una necia debilidad mía el extremar mi benignidad en los desfiladeros del Carit con un ladrón que, en un arranque de bondad hacia Quien, en otro valle y casi un año antes, con el fin de hacerle volver en sí, le habló con dulzura al salteador de caminos, éste le ofrecía cordero asado, fruto de un robo sin duda. Mas ¿qué cosa que no fuese culpa podía ofrecer el culpable? El fruto ciertamente de un latrocinio que se purificaba no obstante por el acto caritativo del que venía a ser materia. Sin duda que a algún apóstol todo esto de la carne ofrecida habríale sabido a escándalo... Mas un año después, las amorosas palabras del valle cercano a Modín y la mirada saturada de amor dirigida en el Carit al que venía a ofrecer el fruto de su labor horrenda, unidas a las palabras y miradas de amor de un Crucificado y de una Madre traspasada salvaron a Dimas.
Romualdo, esta es mi conducta. Nunca soy el primero en señalar a aquel que merece censura ni soy jamás el primero en lanzar la primera piedra. Sé con quién estoy y qué debo hacer con él. Lo sé. Os conozco. Os escandalizáis fácilmente más que si fuerais ángeles purísimos. Como ayer se cubriera extendiendo su manto Eliseo que se purificaba, así Yo cubro con mi lenguaje piadoso a los leprosos del espíritu para proporcionaros a vosotros la capacidad de permanecer al lado de un leproso y amarlo ayudándole con vuestro amor a acelerar su resurrección.
Y de lo demás... ¿cómo puedes decir que no te aconsejé en lo de Dora?
Dije: "Que el Padre se limite a ejercer las funciones de su ministerio
y nada más"
Dije: "Que el Padre se limite a ejercer las funciones de su ministerio y nada más", o sea, Confesión y Comunión, puesto que no puedes negarte a administrárselas a una católica que no esté excomulgada.
Dije: "Que vaya al Obispo". ¡Seguro que lo dije! Si el Cura párroco faltaba a su obligación con un alma atormentada, era preciso que hubiese quien le obligara al Párroco a ocuparse de ella, y para conseguir lo que se pretendía, quien le hablase. ¿Hay algún mal en ello?
Dije: "Que el Padre insista mucho en lo de la Confesión y Eucaristía" porque ella así se encontrará más nutrida y será mejor para su alma que, por sí, tiene menos resistencia que un alga de acequia.
Pero también dije: "Que el Padre ejerza gran vigilancia sobre la soberbia y el engaño" por se una señal muy indicadora.
Y dije igualmente: "Que el Padre deje todo y se ocupe tan sólo de María y de los dictados".
Permití las turbadoras apariciones demoníacas del 30 de diciembre y siguientes y os di los tremendos dictados sobre Satanás, como también los diáfanos dictados sobre las diferencias existentes entre los místicos verdaderos, místicos dudosos o falsos del todo.
¿Qué más quieres, Romualdo...?
¿Qué más quieres, Romualdo...? Te he aconsejado y no eres un niño. Como a Dora le mando a Rafael, "medicina de Dios", así te mando a ti el consejo del Verbo. No ordeno, pues se ordena a los siervos y no a los hijos y amigos; y tú eres hijos y amigos; y tú eres hijo y amigo de tu Padre.
Mas la "medicina de Dios" o la "Medicina de las medicinas" –el Verbo santo que centraliza en Sí cuanto Dios es en el Querer, Poder, Saber, Amor y todo otro atributo; que tiene en Sí cuanto Nosotros somos– no pueden ser de utilidad alguna estando fuera de vosotros sin asimilaros. Tal vez resulten amargas como muchas medicinas; mas esto será para curar y fortificar. Y no han de ser guardadas tan sólo, antes aplicadas en vosotros para que así os resulten Medicina útil.
Y recuerda que si Lucifer, el más hermoso, y Adán, el más amado, pudieron caer tras haber sido creados con toda suerte de gracias, bien puede caer y llegar a ser "nada" un alma que no corresponde plenamente a su ministerio. Yo doy y Yo quito sin que nadie pueda echarme en cara el hacerlo.
¡Ay de los profetas insensatos que van siguiendo a su espíritu
sin ver nada!
Recuerda: "¡Ay de los profetas insensatos que van siguiendo a su espíritu sin ver nada! No habéis salido contra vosotros ni levantado un muro defensivo (contra Satanás y para defenderos de él en vuestro espíritu) para manteneros firmes en la batalla en el Día del Señor (batalla de las seducciones satánicas que os impidan poseer el Día: la Luz de Dios). Di a estos tales que revocan en demasía (y la argamasa es la santidad penosa y fatigosamente formada) que el muro caerá, que vendrá el agua que lo inundará, que lanzaré contra él piedras enormes y viento de tempestad que lo abatirá. Tú, hijo del hombre, vuelve tu rostro hacia las hijas de mi pueblo que profetizan por su cuenta y diles: 'Así habla el Señor Dios: ¡Ay de aquellas que trabajan con el fin de atrapar almas (por su orgullo) y así me deshonran por un puñado de cebada y un trozo de pan (la manía de ser conocidas y celebradas) haciendo morir a las almas que no mueren y vivir a las almas que no viven (o sea, deprimiendo con dolor y escándalo a los justos y halagando a los injustos), engañando a mi pueblo que cree las mentiras. He aquí que Yo rasgaré vuestros tejidos, arrancaré de vuestro poder al pueblo y sabréis que soy el Señor. Porque vosotros, con mentira, habéis contristado el corazón del justo al que Yo no contristé" (Ez 13.).
Dilo dentro de tu corazón. Dicho con las palabras de Ezequiel, cierto que no lo habrías entendido; mas, conforme a esto, sabes lo qué hacer. Y no digas que te faltó la guía segura. No hay que desconsolarse por haber sido engañados sino por no seguir el camino indicado como bueno por el Señor.
Que el Espíritu te ilumine y te conforte".
Tanto la diferente entonación como la voz y la severa majestad de la misma me dan a entender al momento cuándo el Eterno Padre se sustituye a Jesús al hablar. Esto ha ocurrido en la frase: "Yo te he aconsejado y no eres un niño. Y lo he entendido también porque Jesús dejó de tenerme y escucho la Voz con sumo respeto.
torna el buen Arcángel San Rafael
Es de noche y torna el buen Arcángel y compañero bueno. Me mira y me sonríe, pero está triste. La radio transmite la música profana y Marta disfruta con ella. Por mi parte, hago labor y contemplo a San Rafael.
¡Qué prodigio, poderse abismar en lo sobrenatural sin que nada pueda apartarnos de él! ¡Qué maravillosas operaciones realiza Dios en nosotros! ¡En nosotros, pobres criaturas materiales, pesadas, superficiales e inertes! ¡Oh, el poder de la "buena voluntad"! Porque yo nada tengo sino ella y nada sino ella tuve nunca. Y ella, de mí, criatura por demás humana, defectuosa y apasionada, ha hecho lo que soy: un alma pequeña, muy pequeña, pero capaz de poder proporcionar un poco de satisfacción a mi Señor.
¡La buena voluntad de amar al Señor!
¡La buena voluntad de amar al Señor! Ella ha sido el hilo de oro que ha brillado en todos mis actos escoltándolos, dirigiéndolos e impidiéndoles tomar los derroteros a los que mi impulso y el ardor de mi vida habrían podido llevarles. Y hasta en el crepúsculo de mis peores momentos en los que era propiamente una criatura de carne y sangre, he aquí que brillaba el hilo de oro recordándome a Dios y la mirada entonces se elevaba de la Tierra al Cielo. Una mirada, breve en los comienzos, después cada vez mas prolongada y, por último, enlazada para siempre y en exclusiva con el divino Amor que me decía: "¡Ven a Mí!", habiéndose resuelto el canto en dúo en el que yo, a mi vez, dije. "¡Ven!" "Ven en el dolor, ven para siempre con todo, pero ven, ven, ven, mi único Amor". Y para acortar la espera y la distancia, siguiendo ahora corriendo a lo largo del hilo de oro, mientras que en un principio me limitaba a contemplarlo tan sólo, voy andando, andando sin pararme a preguntar ni a pensar siquiera en si podré llegar a mi estado actual, movida únicamente por mi deseo de amar cada vez más.
Ahora, en cambio, en medio de cualquier acción, así sea ésta material, divagante o turbadora, estoy con El, volviendo a encontrarle en las palabras que percibo, en mi labor, en el descanso, en las armonías, en las desolaciones... sin que nada me separe de El. ¿No es así, dulce Arcángel que sabes y ves las acciones de los hombres a través del espejo de Dios en el que todo se refleja y se conoce?
Mas ¿por qué estás aquí, dulce ángel mío? Muy querida me es tu compañía, protectora y reposante; mas no dejes a aquella alma sola. Vé, vé donde ella... Te lo pido porque me da compasión y porque pienso que si tú no estás allá su alma no tendrá protección alguna. ¡Es tan malo sentirse sola...! ¡Sola en las horas de tempestad en las que el Cielo, bien por castigo o por prueba, se cierra! ¡Es la desolación! ¡Es el infierno!: Tú, dulce ángel, no tienes experiencia de estas horas. Yo, en cambio, sí... Y su recuerdo ha quedado en mí como el de una pesadilla que sólo en el Cielo se desvanecerá. Vé, vé donde ella, donde esa pobre, pobrecita hermana...
Así se lo suplico absorta; y Marta cree que sea la música la que me absorba y despierte en mis dulces pensamientos, cuando, por el contrario... es la compasión y la piedad. Mas San Rafael no se aleja y yo me acuerdo de Dora con angustia de hermana.
191-197
A. M. D. G.