13-3-1946

 

 

Ahora me doy cuenta de que amo a Dios

 con todo lo que soy

 

 


 

me ama porque soy la nada que se entrega y se pierde en el Todo. 

  puedo decir que ahora es cuando amo y me doy cuenta de que amo a mi Dios con todo lo que soy

    a mis cuatro años, le sentía tan omnipresente que lo creía hallarse en el respaldo de la sillita en que me sentaba y le pedía excusas por darle la espalda y apoyarme en Él;...  

 Que sean (los que me aman) donde Nosotros estamos una sola cosa 

  Las almas víctimas jamás se pierden

 


 

El tacto exquisito de Jesús hasta con los pequeñines, le hace obrar de forma que no les mortifica ni les defrauda. Posee el arte y encanto necesarios para hacer que sean mejores y le amen valiéndose para ello de nonadas en apariencia pero que, en realidad, son una perfección en el amor adaptada a la pequeñez del niño...

 

me ama porque soy "la nada que se entrega y se pierde en el Todo".

 

¡Igual lo ha hecho conmigo! ¡Oh!, para mejorar  mi miseria y provocar mi amor, siempre me trató como a un "niño". Después, una vez que le amé con todo mi ser, me sentó la mano y me trató como adulta haciéndose el sordo a mis súplicas: "Pero ¿no ves que no valgo para nada?". Sonriendo, me obligó a realizar obras de adultos... ¡Oh!, sólo cuando la pobre María se ve afligida del todo es cuando vuelve a ser el Jesús de los niños para mi pobrecita alma tan incapaz y se contenta con... mis escarabajos, piedrezuelas... florecillas... y con cuanto me atrevo a darle... demostrándome que los encuentra hermosos... y que me ama porque soy "la nada que se entrega y se pierde en el Todo".

 

puedo decir que ahora es cuando amo

y me doy cuenta de que amo a mi Dios con todo lo que soy

 

¡Mi querido Jesús, a quien amo hasta la locura, a quien amo con todo lo que soy! En la víspera de mi 49.º cumpleaños, al examinarme con atención, en vísperas de la sentencia humana sobre la Obra de la que soy portavoz, al escrutar atentamente mi espíritu y a todo mi misma para descifrar las palabras de verdad que hay en mí, puedo decir que ahora es cuando amo y me doy cuenta de que amo a mi Dios con todo lo que soy. Pero me han sido precisos 48 años para llegar a este amor total, tan total que no tengo ni un pensamiento de temor personal por una posible condena sino tan sólo congoja por la repercusión que dicha condena podría tener en las almas que yo he llevado a Dios, de las que me hallo convencida de que fueron redimidas por Jesús que vive en mí y que se apartarían de la Iglesia, anillo de conjunción entre la humanidad y Dios.

Dirán algunos: "¿No te avergüenzas de haber tardado tanto?". De ninguna manera, pues era tan débil, tan nada que me ha hecho falta todo este tiempo. Y, por lo demás, estoy convencida de que me ha costado exactamente el tiempo que Jesús ha querido: ni un minuto más ni un minuto menos. Porque –esto lo puedo asegurar– desde que comencé a entender lo que es Dios, nunca le negué cosa alguna.

 

a mis cuatro años, le sentía tan omnipresente

que lo creía hallarse en el respaldo de la sillita en que me sentaba

y le pedía excusas por darle la espalda y apoyarme en Él;...

 

Desde que, a mis cuatro años, le sentía tan omnipresente que lo creía hallarse en el respaldo de la sillita en que me sentaba y le pedía excusas por darle la espalda y apoyarme en Él; desde que, a los cuatro años también, hasta en sueños pensaba que nuestros pecados habíanle herido y dado muerte, me ponía en pie sobre el lecho vestida con mi camisón de noche y, sin mirar a cuadro alguno sagrado sino vuelta hacia mí Amado muerto por nosotros, le suplicaba: "¡Yo no! ¡Yo no! ¡Hazme morir, pero no me digas que yo te he herido!". Y más, más...

Sabes Tú, mi Amor, de mis ardores. Ninguno de ellos te es desconocido... Sabes cómo el indicio solo de una propuesta tuya se correspondía con una aceptación inmediata de tu María por más que tal propuesta fuese el amor de prometida –y, precisamente entonces, en la Navidad del 21, se redobló mi amor por Ti– el amor de los parientes, de la vida, de la salud, del bienestar... y el resultar cada vez más un don "nadie" en la vida social, un rastro que el mundo mira compasivamente o con desprecio, una que no puede tomarse un vaso de agua si tiene sed ni tiene quien se lo dé, una enclavada como Tú, como Tú y como tanto deseé serlo y como inmediatamente querría volver a serlo si Tú me curases. ¡Todo!. La nada lo ha dado todo, su todo de simple criatura... Y bien, aun ahora que puedo ser juzgada mal, puesta en entredicho y herida, ¿qué te digo?: "Déjame a Ti y tu Gracia. Todo lo demás es nada. Sólo te pido que no me abandone tu amor y que no permitas que aquellos que te entregué vuelvan a sumirse en las tinieblas".

Mas ¿a dónde he ido, Sol mío, mientras Tú te paseas entre rosales? Adonde mi corazón, que se ha esforzado en amarte a Ti, me lleva palpitando y encendiendo la sangre en mis venas. Dirá la gente: "Tiene fiebre y cardiopalmía". No, es que esta mañana Tú has irrumpido en mí con la fuerza de un huracán divino de amor y yo... he quedado anulada en Ti que me penetras y dejo ya de conectar con las criaturas probando ya lo que debe ser la vida de los serafines y... ardo, deliro y te amo, te amo, te amo...

 

"Que sean (los que me aman) donde Nosotros estamos una sola cosa"

 

¡Apiádate, por tu amor! ¡Apiádate si quieres que viva todavía para servirte, ¡oh Amor divinísimo y eterno, Amor de los Cielos y de la Creación, Dios, Dios, Dios...! Pero no, no te apiades antes ¡más todavía!, ¡más todavía, hasta la muerte sobre la hoguera del amor!. Fundámonos, amémonos a fin de estar en el Padre como Tú dijiste al rogar por nosotros: "Que sean (los que me aman) donde Nosotros estamos una sola cosa". ¡Una sola cosa! Esta es una de las frases del Evangelio que me ha hecho siempre hundirme en un abismo de adoración amorosa. ¿Qué es lo que para nosotros pediste, mi divino Maestro y Redentor? ¿Qué es lo que pediste, divino loco de amor? ¡Que seamos una sola cosa contigo, con el Padre y con el Espíritu Santo, porque quien está en Uno está en los Tres, oh indivisible y no obstante independiente Trinidad del Dios Uno y Trino! ¡Bendito, bendito, bendito te proclamo con cada uno de mis latidos y respiraciones...!

 

"Las almas víctimas jamás se pierden"

 

Mi Jesús conforta divinamente a su violeta. Gozo de su presencia casi de continuo. Esta mañana, en la Sagrada Comunión, se ha apartado y ha ido a ponerse al lado del Padre... Y después, mientras suplicaba ardientemente –y hasta me había puesto de rodillas, como era posible hacerlo, o sea, completamente torcida, colgante, caída sobre los talones y las almohadas, sintiendo dolores de muerte por la postura adoptada–, al decirle: "¡Ya lo ves, Señor, Tú lo ves! Mi temor es de que a José, Paula, Marta y otros les desagrade la Iglesia... Y después... ¿si perdieran el aprecio y llegaran a dudar de la veracidad de la Voz? Podría perderme y perderte...", me ha respondido: "Las almas víctimas jamás se pierden". Vivo con esta perla en el corazón... y de esta perla divina fluyen ondas de paz y de gozo que me envuelven toda y me saturan...

Más tarde recibo por correo de un Carmelo una reliquia de Santa Teresa de Ávila y la fotografía del Papa Pío X, el Papa que me habló y me animó a continuar por mi camino que "le agrada al Señor". Ambas cosas me han conmovido: Santa Teresa de Ávila me puede entender y el Papa santo tutelarme allí, en Roma... Como protección, he puesto la reliquia debajo de la almohada y al Papa sobre mi mesilla de noche.

203-205

A. M. D. G.