1 de junio de 1946
El Corazón de Jesús
con una beatificante oleada de paz, se precipita sobre mí el Espíritu Paráclito diciéndome
¡Si los hombres acertasen a comprender lo que es el Corazón de Cristo!
con una beatificante oleada de paz, se precipita sobre mí
el Espíritu Paráclito diciéndome
Estaba ordenando mis oraciones del mes de junio y dudaba si poner primero la del Espíritu Santo o la del Sagrado Corazón, cuando, con una beatificante oleada de paz, se precipita sobre mí el Espíritu Paráclito diciéndome:
"Puedes colocar mi oración por delante de la otra sin temor de ofender con ello al amoroso y divino Corazón.
Yo, el Amor, soy el generador de la Humanidad Santísima del Verbo
y su Corazón es el amor de los amores del mismo Amor divino,
es el Alma más ardiente del Fuego trino
Ese Corazón existe porque Yo lo forme. Yo, el Amor, soy el generador de la Humanidad Santísima del Verbo y su Corazón es el amor de los amores del mismo Amor divino, es el Alma más ardiente del Fuego trino. En ese Corazón están el Padre, el Verbo y el Espíritu, mas el Espíritu, con ser Una de las y con las dos primeras Personas y con Ellas completar la Trinidad Santísima, es el Huésped escogido del Corazón amorosísimo. Dios se complace por entero en ese Corazón y habita en él. Pues bien, si está dicho que vosotros sois templos del Espíritu Santo y si, dada la limitación humana, se presume que el trono para el Espíritu se encuentra en el órgano generador de la vida y suscitador de los afectos, ¿qué trono, de un templo más sagrado construido o engendrado por el hombre, habrá más bello, más santo, más sagrado y más mío que éste?
¡Si los hombres acertasen a comprender
lo que es el Corazón de Cristo!
¡El Corazón de Jesucristo! ¡Formado por los fuegos de la Caridad y los lirios de la Purísima! ¡Si los hombres acertasen a comprender lo que es el Corazón de Cristo! Pero ¡si hasta los mismos Serafines apenas pueden penetrar en la incandescencia de esta perfección de la Perfección! Piensa, alma mía: Dios, el Incorpóreo, el Eterno, que se adorna con el órgano perfecto en la perfecta creación del hombre y en él se encierra todo el Paraíso para que sea un testimonio del sublime aniquilamiento del Verbo y se perfeccione en la Caridad; si los ángeles pudiesen descorrer el velo de los misterios del Cielo, os dirían que la evangelización de la tierra mediante el Cristo docente se completa con la gran lección dada a todos los coros celestiales de cómo se llega hasta el amor perfecto: aniquilándose un Dios hasta la muerte por amor de Dios y de los hombres.
Santo, tres veces santo Corazón de Cristo, Sol radiante en el que se concentran todas las luces del Cielo, glorificación de la materia que mereció participar de la gloria del alma al alcanzar la Perfección en la Caridad, la Fortaleza, la Justicia, la Templanza y el Obediencia. Porque, recordadlo todo, hijos carísimos de la Sabiduría: Cristo, al igual de todos los hombres, estaba formado de Cuerpo y Alma y, por un inescrutable decreto, bien que estuviese exento de mancha, hubo de probar la tentación. Y es que era el Hombre, el nuevo Adán y debía hacer ver cómo tenía que haber obrado el primer hombre para poseer la gloria sin conocer el tormento y cómo era posible alcanzar la gloria sin conocer el tormento con sólo cumplir heroicamente la voluntad del Creador. Y Cristo lo realizó sufriendo y después muriendo para reparar lo que cometió Adán. Y todo –obediencia, resistencia a las tentaciones, buena voluntad, generosidad, perdón, sabiduría y sacrificio brotó del Corazón que ahora palpita en el Cielo por vosotros, por ti y por todos aquellos que llegaron a comprender al Amor.
Dios es Caridad y el Corazón de Jesús-Dios es el trono de la Caridad-Dios".
240-241
A. M. D. G.