20 de junio de 1946.
Corpus Christi
en esta ocasión comprendo más cosas que en meses de meditación mía
Se me anuncia Azarías con uno de esos dulcísimos e irrepetibles cantos angélicos que quedan en mi alma como lo más ultraterreno que yo jamás haya gustado. La luz y los cantos del Paraíso son algo indescriptible, tanto en la belleza como en sus efectos.
Un tanto calmada ya en mi tormento tras las palabras que Jesús me dirigió anteayer, este canto acaba sumiéndome en la completa paz gozosa, solemne y a la vez alegre que constituye mi elemento desde que soy el instrumento de mi adorado Jesús.
comprendo más cosas que en meses de meditación mía
Y, al tiempo que escribo, escucho este canto, pura melodía, que no es palabra sino únicamente sonido de una dulzura creciente hasta llegar a la beatitud. ¡Oh, es imposible expresarlo! Escucho... y en esta ocasión comprendo más cosas que en meses de meditación mía.
Sé que, pasado este instante, no podré en manera alguna explicar lo que he captado. ¡Es por demás sublime! Mas el fruto de lo que he comprendido quedará perenne en mi alma...
Este canto me hace comprender lo que es la Eucaristía para el Cielo y sus moradores... Este canto me ilustra acerca del deseo en los ángeles de poseer este Pan... ¡Oh...!
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A. M. D. G.