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¿Por qué, Dios mío, por qué a mí, tan pequeña,
una cosa tan grande?
sE LE APARECE sANTA tERESITA
Al leer un escrito relacionado con Santa Teresita, me viene al pensamiento que tampoco yo tuve jamás deseos de cosas extraordinarias, convencida como estoy de que las mismas no son más que un peligro a causa de nuestra debilidad, por lo que me aflijo de que haya sido precisamente mi misión la que me haya colocado en esta vía extraordinaria. Y así me lamento. "¿Por qué, Dios mío, por qué a mí, tan pequeña, una cosa tan grande? ¿Por qué a mí, tan débil, esto tan peligroso? ¿Por qué a mí, que podía salvarme con la infancia espiritual tan sólo, una cosa tan de adultos?"
Estoy enfrascada en estos pensamientos cuando se me aparece precisamente Santa Teresita vestida totalmente de carmelita, o sea, con la capa blanca pero sin rosas ni Crucifijo con flores. No, sino sencillamente, como habría estado mil veces en su Carmelo cuando andaba por la Capilla del mismo... Se acerca a mi lado y me pasa el brazo por la espalda de modo que su hermosa mano izquierda se posa sobre mi hombro izquierdo y su derecha sobre el derecho, haciéndome así sentir su abrazo, y me habla:
"No temas, hermanita mía. La otra, cierto, era una vía más sencilla; mas ésta tú no la has pretendido. Es el Amor quien te la ha dado, o mejor, quien te ha colocado en ella. Camina por ahí con tu corazón de niño que quiere seguir siendo tal y entonces tu vía resultará doblemente heroica: por la vía de infancia y por la extraordinaria. Ser fiel en ambas es una gran cosa; mas tú siempre serás un niño porque así lo quieres. Un niño en cuyos labios pondrá el Espíritu Santo palabras sobrehumanas. María será siempre el pequeño niño que va por el camino de la infancia espiritual. La portavoz, por tanto, en las horas del cumplimiento de su oficio, seguirá la vía extraordinaria y para que no tenga miedo ni sufra daño, la seguirá entre los brazos de Dios. Hacer con sencillez la voluntad de Dios, sea cual sea su grandiosidad, es siempre conservarse niños. Porque tan sólo los niños obran sin importarles la grandeza de lo que realizan; lo hacen únicamente porque se lo piden. No temas, hermanita. Jesús, que es quien te ha puesto en esa vía, vela sobre tu corazón y no permitirá que lo extraordinario dañe tu corazón de niño espiritual".
Me hace sentir la presión de sus hermosas manos y percibo la sensación de la capa extendida sobre mi espalda a modo de velo protector, aislante y defensor... Siento su rostro vuelto sobre mi cabeza de modo tan fraterno que me deja del todo confortada. Me veo protegida... amada. Cesaron los miedos... Levanto la cabeza y me encuentro con su sonrisa, con la mirada de sus ojos bellísimos... ¡Qué hermosa es! Toda ella traspira Cielo... Me hace sentir todo su amor y después desaparece en medio de un gran resplandor dorado quedándome la paz y el recuerdo de su abrazo.
260-261
A. M. D. G.